25SEP25 – SEVILLA.- Enrique III, hijo de Juan I y de Leonor de Aragón, quien contaba solamente once años en 1390, a la muerte de su predecesor. Éste había dejado un testamento, que, por falta de acuerdo entre los grandes del reino, no se puso en práctica hasta el año 13921. Enrique sería coronado un año más tarde.
1 Crónica de Enrique III, ed. Cayetano Rosell, BAE, 68 (1953), pág. 161.
Lo que caracteriza toda la minoría de Enrique III es la inestabilidad política y social, suscitada por los diferentes bandos de la aristocracia, con el objetivo de debilitar el poder monárquico en su solo provecho.
La primera parte de esta crónica, escrita por Pedro López de Ayala1, refleja todos estos acontecimientos. La primera cita que encontramos sobre la comunidad judía es la que alude a las predicaciones realizadas por el arcediano de Écija, Ferrand Martínez, iniciadas en 1377 y que habían suscitado una franca oposición por parte de Juan I y del cardenal Borroso. Así leemos:
“En estos días llegaron á la cámara do el Consejo de los Señores é caballeros é Procuradores estaba ayuntado los Judíos de la Corte del Rey que eran allí venidos de los más honrados del Regno á las rentas que se habían entonce de facer; y dixéronles que habían habido cartas del aljama de la cibdad de Sevilla como un Arcediano de Écija en la Iglesia de Sevilla, que decían Don Ferrand Martínez, predicaba por plaza contra los judíos; é que todo el pueblo estaba movido para ser contra ellos.
E que por cuanto Don Juan Alfonso, Conde de Niebla; é Don Alvar Pérez de Guzmán, alguacil mayor de Sevilla, fiçieron azotar un ome que facía mal á los Judíos, todo el pueblo de Sevilla se moviera é tomaron preso al Alguacil...”2
Mientras el arcediano de Écija predicaba contra los judíos, no todos eran de su parecer, contaba con rivalidades entre los nobles y oficiales públicos.
Los fallecimientos de ambos, el cardenal y el rey, con muy poca diferencia de tiempo (el 7 de julio de 1390 y el 7 de octubre del mismo año), llevan al poder a un menor, Enrique III, dejando a Ferrand, el arcediano de Écija, libre para continuar con sus maquinaciones y prédicas, ante lo cual, como sus predicamentos contra los judíos habían empezado antes de la muerte del rey, el rey era un niño y la gente no le temía, a lo que se sumaba que en un río revuelto la ganancia es de los pescadores, el pueblo, unos por afán de robo, otros por disconformidad con la situación del reino, se entregaron a las revueltas y, una de las consecuencias, la principal, fue el asalto de la judería de Sevilla el 6 de junio de 1391, que según la documentación judía el asalto ocurrió el 4 de junio de 1391:
«Ca antes que el Rey don Juan finase había comenzado a predicar contra los Judíos; é las gentes de los pueblos, lo uno por tales predicaciones, lo ál por voluntad de robar, otrosí non aviendo miedo al rey por la edad pequeña que había, é por la discordia que era entre los Señores del Regno por la quistión del testamento, é del Consejo, ca non presciaban cartas del Rey, nin mandamientos suyos las cibdades nin villas nin Caballeros, por ende aconteció este mal …»⁵
Las consecuencias se vieron pronto, el asalto a la judería de Sevilla, entendemos que la revuelta no duró un solo día, así ambas datas cristiana y judía, tendrían su razón de ser, quizás empezó el día 4 llegando al punto álgido el día 6. Contagió a toda Andalucía, a Valencia (9/7/1391) y a Barcelona (5/8/1391).
Pero no todo fue resultado de las prédicas ardorosas del arcediano de Écija, los judíos conspiraron en la sombra y fueron descubiertos. Tenemos el testimonio de las crónicas según las cueles Susona ven Susón, Susana, hija de Susón, comerciante bien situado y rabino de la judería de Sevilla, que tenía amores con un caballero noble sevillano, con el que se veía por las noches, descubrió una noche, cuando salía a hurtadillas de su casa, a su padre confabulando con otros judíos para provocar una revuelta contra los cristianos, decidiendo acciones concretas incluso fechas, con lo que el temor de Susana o Susona, por ver que su amante estaba en peligro de muerte, le dio parte y rápidamente las fuerzas del orden tomaron partido y sofocaron el conato de atentado, que hubiera sido de terribles consecuencias y muy posiblemente Sevilla se hubiera visto envuelta en llamas. Los judíos fueron apresados y ejecutados en las hogueras del Campo de Tablada, entre ellos el padre de Susona, Foronda y otros judíos principales.
La revuelta antijudía de Sevilla en junio de 1391 fue uno de los eventos más trágicos en la historia de los judíos en la Península Ibérica durante la Edad Media. Aunque no se conservan listas completas de nombres individuales de las víctimas, las fuentes contemporáneas y los estudios posteriores coinciden en que cientos, posiblemente miles de judíos fueron asesinados, muchos de ellos quemados vivos o muertos durante los incendios y saqueos de la judería sevillana; y otros ajusticiados en Tablada, quemados vivos por la justicia del brazo secular.
El 6 de junio de 1391, en Sevilla, tuvo lugar un asalto masivo contra la judería, “Robaron la judería, e fueron muertos muchos, e otros se tornaron cristianos. E luego que esto sopieron en Córdoba e en Toledo, hicieron lo mesmo”3. Las cifras varían, crónicas contemporáneas no dan cifras exactas, pero hablan de una masacre generalizada, con muchos muertos y forzados a convertirse. Estudios modernos como los de Yitzhak Baer en su Historia de los judíos en la España cristiana: o Luis Suárez Fernández estiman que en Sevilla pudieron morir entre 2.000 y 4.000 judíos, muchos de ellos quemados en sus casas o en sinagogas incendiadas. Solamente una minoría pudo huir o convertirse al cristianismo para salvar la vida. Huyen hacia el Aljarafe sevillano y hacia la zona de Salteras, que se convierte en un refugio judío.
No se conservan registros nominales de los judíos quemados específicamente en Sevilla en 1391, pero se sabe que la sinagoga mayor de Sevilla fue incendiada y muchos judíos murieron quemados dentro al intentar refugiarse. Los asaltantes quemaron casas enteras de la judería con sus ocupantes dentro. Algunos documentos hebreos de la época y cartas desde Castilla a comunidades judías del norte de África mencionan el horror de las muertes por fuego.
Pero los movimientos antijudíos no fueron espontáneos en Sevilla, sino que respondieron, en principio, al sofoco de rebelión que los conjurados en la casa de Susón tenían programada4.
Aunque no hay una lista de nombres de los judíos quemados en la revuelta de Sevilla de 1391, el episodio es uno de los más documentados del antisemitismo medieval en la península. Representa un punto de inflexión: después de 1391, gran parte de la comunidad judía de Castilla desapareció o se convirtió forzosamente al cristianismo, dando lugar al fenómeno converso que marcará los siglos XV y XVI en la historia de España.
RAZONES DEL ODIO
Las razones del odio hacia los judíos en la Edad Media, especialmente en la Castilla de los siglos XIV y XV, son múltiples y complejas; y combinan factores religiosos, económicos, sociales y políticos.
1. Razones religiosas. El cristianismo medieval veía a los judíos como responsables de la muerte de Cristo (deicidio), lo que generaba un desprecio teológico profundo. Hasta contemporáneamente se oyen frases claramente antisemitas como: “los judíos son malos, mataron al Señor”. Aunque fue verdad, no deja de expresar el encono que persiste contra ellos aun hoy día. Se les acusaba de blasfemar, de profanar la Sagrada Forna o de asesinar niños cristianos, el mito del crimen ritual de los niños cristianos crucificados por judíos no era tal mito puesto que existen testimonios documentados en toda Europa. Podría decirse que en todo o en parte, los judíos se habían ganado la aversión del resto de la población. A todo lo cual se sumaron los sermones incendiarios, como los del arcediano Ferrand Martínez, que agitaban al pueblo contra ellos: "Predicaba por plaza contra los judíos [...] y todo el pueblo estaba movido para ser contra ellos"5.
2. Razones económicas. Los judíos, al estar excluidos de muchos oficios, se dedicaban al comercio, la recaudación de impuestos y el préstamo con interés (usura), actividades necesarias pero impopulares. La usura entre los cristianos se consideraba pecado y estaba prohibida pero entre los judíos no, lo que los ponía en desventaja y a merced del comercio abusivo que practicaban los hebráicos. Muchos nobles y campesinos les debían dinero y las revueltas eran una forma de cancelar deudas por la fuerza. Muchos estaban bien posicionado, incluso formaban parte de la Corte y los médicos judíos tenían fama, incluso daban servicio a la realeza. Durante la crisis económica del siglo XIV (guerras, peste, malas cosechas), los judíos fueron chivos expiatorios de la miseria general. Pero las crónicas apuntan que: "Todo esto fue cobdicia de robar, segund paresció, más que devoción"6.
3. Razones políticas. Los reyes castellanos a menudo protegían a los judíos, pues eran útiles como administradores, médicos o prestamistas reales. Esto generó resentimiento en la nobleza y el clero, que veían con malos ojos el “favoritismo” real. También fueron víctimas colaterales de luchas internas por el poder.
4. Factores sociales y culturales. Su modo de vida diferente (lengua, ropa, costumbres religiosas) los hacía visiblemente distintos y fáciles de aislar. En tiempos de inestabilidad. como tras la muerte de Juan I en 1390, la población buscaba enemigos internos.
5. Conversión forzada y odio al converso. Tras las matanzas de 1391, muchos judíos se convirtieron al cristianismo. Pero esto no resolvió el prejuicio, sino que lo redirigió pues ahora se sospechaba que los conversos o muchos de ellos, eran “cristianos falsos”, judaizantes, lo que llevó a la Inquisición y a la obsesión por la “limpieza de sangre”7.
Tabla resumen de las causas del odio contra los judíos en Castilla
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Tipo de causa |
Ejemplos históricos |
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Religiosa |
Sermones contra ellos, acusaciones de deicidio |
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Económica |
Prestamistas odiados, cancelación de deudas |
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Política |
Cercanía al poder real, resentimiento noble |
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Social |
Diferencia cultural, chivo expiatorio |
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Conversión |
Sospechas sobre los conversos |
“Después que los que estaban con el Rey ordenados para regir por Consejo vieron que non podían acordarse con el Arzobispo de Toledo, magüer le habían tantos mensageros com avedes oído, partieron de Madrid, é vino el Rey á la cibdad de Sevilla; había robado la Judería, é que eran tornados cristianos los más judíos que y eran, é muchos de ellos muertos. E que luego que estas nuevas sopieron en Córdoba, ú en Toledo, hicieron eso mesmo, é así en otros muchos logares del Regno.
E sabido por el Rey como los judíos de Sevilla é de Córdoba é de Toledo eran destroidos, comoquier que enviaba sus cartas é ballesteros á otros logares por los defender, en tal manera era el fecho encendido, que non cedieron ninguna cosa por ello; antes de cada día se avivaba más este fecho: é de tal manera acaesció, que eso mismo hicieron en Aragón, é en las cibdades de Valencia, é de Barcelona, é de Lérida, é otros hogares”8.
Las razones de estas persecuciones fueron, en palabras del propio cronista: “E todo esto fue cobdicia de robar, según pareció, más que devoción”9. Alude también López de Ayala a que los causantes de aquellos actos desearon hacer lo mismo con los musulmanes, pero tuvieron miedo de que ellos adoptaran idéntica conducta, en el reino de Granada o al otro lado del Estrecho, con los cautivos cristianos10:
“E eso mismo quisieron facer los pueblos á los Moros que vivían en las cibdades é vilas del Regno, salvo que no se atrevieron, por cuanto ovieron rescelo que los cristianos que estaban captivos en Granada, é allende la mar, fuesen muertos”11.
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*María del Carmen Calderón Berrocal, Dra. Historia. Ciencias y Técnicas Historiográficas, Correspondiente por Extremadura en Academia Andaluza de la Historia, Cronista Oficial de Cabeza la Vaca. Secretaria Canciller de la Asociación de Cronistas de Extremadura y miembro de la Real Asociación de Cronistas de España
1 Pedro López de Ayala (1322–1407), conocido como el Canciller, fue cronista de los reinados de Pedro I, Enrique II, Juan I y Enrique III. Autor también del Rimado de Palacio.
2 Crónica de Enrique III, pág. 167; AMRAN, Rica: Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, H.° Medieval, t. 9, 1996, págs. 257-275.
3 Crónica de Enrique III, BAE, 68, p. 177
4 Son fuentes claves para el estudio: LÓPEZ DE AYALA, Pedro:Crónica de Enrique III, en BAE, vol. 68; BAER, Yitzhak: Historia de los judíos en la España cristiana, vol. I, cap. 5; SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis: Judíos españoles en la Edad Media, Madrid, 1980. Gonzalo de Ayora, para el siglo XV, habla de los conversos hijos de los sobrevivientes de las matanzas.
5 Crónica de Enrique III, BAE, 68, p. 167
6 Crónica de Enrique III, p. 177
7 Fuentes útiles son: BAER, Yitzhak:Historia de los judíos en la España cristiana; NETANYAHU, B.: The Origins of the Inquisition in Fifteenth Century Spain; SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis: Judíos españoles en la Edad Media; KAMEN, Henry: La Inquisición española.
8 Crónica de Enrique III, pág. 177.
9 Ibid., pág. 177. Véase también W.D. Phillips, “The 1391 Pogrom in Spain: Social Crisis or Not?”, Past and Present, n.º 50 (1971), págs. 4–18.
10 SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis: Judíos españoles en la Edad Media, Madrid, 1980.
11 Crónica de Enrique III, pág. 177.