09SEP25 – MADRID.- La construcción de una piscina residencial es un proyecto que requiere planificación técnica y financiera. Antes de iniciar la obra es necesario definir aspectos clave como el terreno, los permisos municipales y el diseño. También se debe contemplar la normativa vigente en materia de seguridad y eficiencia, ya que las autoridades locales suelen exigir autorizaciones específicas y la incorporación de medidas de protección. El proceso implica coordinar a arquitectos, ingenieros y constructores, además de considerar los plazos y presupuestos disponibles
En este contexto, las piscinas de obra en Valencia se han consolidado como una alternativa frecuente para propietarios que buscan soluciones adaptadas a distintos tipos de viviendas. Este modelo permite ajustar dimensiones, materiales y acabados, ofreciendo un abanico de posibilidades que responden a las necesidades de cada familia. Además, la demanda en la región ha impulsado a las empresas especializadas a perfeccionar procesos, garantizando mayor durabilidad y un mejor aprovechamiento del espacio.
Los requerimientos básicos para construir comienzan con el análisis del suelo, que debe contar con estabilidad para soportar el peso del vaso y del agua. Posteriormente se establecen las dimensiones en función del terreno disponible y del uso previsto, ya sea recreativo, deportivo o familiar. Es fundamental contar con un sistema de filtrado eficiente, canalizaciones adecuadas y puntos de desagüe. También deben contemplarse sistemas eléctricos seguros para la iluminación y, en algunos casos, climatización del agua. Estos aspectos técnicos determinan la viabilidad de la obra y la calidad del resultado final.
En cuanto a los tipos, existen diversas opciones que se adaptan a los distintos perfiles de propietarios. Las de obra, realizadas con hormigón proyectado o encofrado, ofrecen resistencia y posibilidad de personalización en formas y acabados. Las prefabricadas de poliéster o fibra de vidrio representan una alternativa más rápida de instalar, aunque con menor flexibilidad de diseño. Otra opción en crecimiento son las desmontables, que no requieren obra y resultan prácticas para quienes buscan una solución temporal o económica. La elección dependerá de las condiciones del terreno, el presupuesto y las preferencias de los usuarios.
Otro punto a considerar es la mejor época para llevar adelante el proyecto. En general, los meses de otoño e invierno resultan adecuados, ya que la demanda de empresas constructoras disminuye y es más fácil coordinar plazos. Además, al finalizar la obra en primavera, la piscina estará lista para ser utilizada en la temporada de verano. “Iniciar los trabajos con anticipación también permite contar con margen para resolver imprevistos técnicos o climáticos que puedan retrasar el proyecto”, agregan desde Mediterranean Pool.
El mantenimiento posterior es un aspecto que influye en la vida útil y en la seguridad de los usuarios. Requiere tareas periódicas como el control del nivel de cloro, el ajuste del pH y la limpieza de filtros. Es importante revisar regularmente el estado de las canalizaciones y la bomba de recirculación para evitar averías costosas. La cubierta protectora es una medida complementaria que reduce la acumulación de hojas y suciedad, además de mejorar la seguridad cuando no está en uso. En los últimos años se han incorporado sistemas automatizados de dosificación y limpieza, lo que facilita la gestión y reduce el tiempo de dedicación de los propietarios.
Más allá de los aspectos técnicos, la construcción de una piscina residencial representa una decisión de largo plazo que debe evaluarse con criterios de funcionalidad y sostenibilidad. Planificar correctamente cada fase, elegir el tipo adecuado y garantizar un mantenimiento constante asegura que la inversión tenga un rendimiento duradero. Este tipo de proyectos, cuando se realizan con una visión práctica y responsable, permiten a los propietarios disfrutar de un espacio adaptado a sus necesidades y preparado para brindar comodidad durante muchos años.
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