Descubrimiento En Pico Las Torres
Los cascos de la Edad del Hierro hallados en Ribadesella son de origen mediterráneo. Sabemos que las rutas ancestrales de trashumancia y también de comercio y guerra, llevaron del Mediterráneo al Sur de la Península, de aquí a Extremadura y de aquí Meseta arriba.
Su descubrimiento en Picu Las Torres es una rareza que podría estar relacionada con las rutas ancestrales de la trashumancia ganadera. En 2022, se descubrieron dos cascos en una cueva en Picu Las Torres, cerca de Cueves del Agua, en la provincia de Ribadesella. Por su morfología y primeras comparaciones, fueron inicialmente atribuidos al período transicional del Final de la Edad del Bronce y los inicios de la Edad del Hierro. Los expertos hablaron de un "origen mediterráneo", no autóctono.
Esta era la convicción de los arqueólogos que los investigaban: Ángel Villa Valdés, del Museo Arqueológico de Asturias y Miguel Ángel de Blas Cortina, de la Universidad de Oviedo.
Según Ángel Villa, coordinador del equipo de investigación, los cascos de Ribadesella, rematados con cuernos, eran semejantes a otros hallados en el noroeste de Francia, Bélgica y el oeste de Alemania. Sin embargo, "dado que su genealogía no puede confirmarse", consideraba que su origen debía adscribirse al ámbito cultural mediterráneo.
Los cuernos siempre han estado asociados con los celtas y normandos, si bien los celtas se mezclaron con los iberos, el caso de los normandos fue bien distinto, pueblo muy guerrero y conquistador, capturaba, apresaba y esclavizaba a la población, en o fuera de la Península.
Su descubrimiento en Picu Las Torres debía considerarse una rareza, lo que les confería el estatus de "singularidad". De este planteamiento surgió una lógica "atribución levantina", poniéndolos en relación con las antiguas rutas de trashumancia que conectaban Extremadura con los pastos de la Cordillera Cantábrica o los pastos alpinos. De hecho, áreas donde se documentan facies culturales relacionadas con el mundo de los Campos de Urnas, los urnenfelder, que incineraban a sus muertos, como Lausitz, Hallstatt, a los cuales los citados cascos "franceses" están claramente conectados. Sin embargo, solo se habla del Mediterráneo...
Recientemente ha salido un estudio al respecto, que repasando sus características técnicas y morfológicas, añade comparaciones con las escasas presencias ibéricas durante los primeros siglos de la Edad del Hierro.
Los cascos hallados, como ya se ha dicho, son dos, caracterizados por una bóveda semiesférica alargada, con un remate apical soldado, terminado en un elemento en forma de antena. Sobre dicho elemento se colocaría probablemente el penacho o cimera; y, en los laterales, aproximadamente a media altura de la bóveda, se encuentran dos elementos tubulares, igualmente soldados, donde se fijarían otras decoraciones.
El patrón de motivos repujados que recorre la superficie de ambos ejemplares responde a una práctica común en la toreutica militar de comienzos de la Edad del Hierro, semejante a la usada en las armaduras bivalvas de lámina de bronce. Un horizonte temporal al que tampoco son ajenos los característicos puñales de antenas de la primera Edad del Hierro, cuyas empuñaduras presentan técnicas de trabajo semejantes, especialmente en las esferas en las crestas de ambos cascos.
Los estudios metalográficos revelan el uso de aleaciones plomadas en la fabricación de una de las planchas de base, las crestas y los apliques tubulares, fundidos a la cera perdida, otra técnica común al entorno tecnocultural señalado. Y, por último, la datación obtenida de una muestra de madera de castaño desprendida de uno de los cascos proporciona una fecha calibrada entre los siglos VIII y V a.C. Los castaños son una de las muestras de la identidad de Extremadura.
A pesar de la inequívoca semejanza, la técnica empleada en la construcción y elaboración refleja una doble autoría. Serían dos artesanos, uno de ellos inspirado en el constructor del primer casco. La maestría del artesano responsable del primer casco es replicada en el segundo con menor destreza, mayor consumo de metal y menor calidad estructural. Estas características hablan de dos maestros, uno experimentado y otro menos acostumbrado a técnicas poco familiares para él, al menos todavía, en el tiempo en que confeccionó el casco.
Los cascos fueron catalogados hace medio siglo por H. Hencken (1971: 59-73) y su uso comenzó probablemente en el Bronce Final II (siglos XII-IX a.C.), contemporáneos a las espadas continentales tipo Hemigkofen. Se distinguen dos grupos franceses:
a) "redondos o cónicos con cresta" — ejemplares de Auxonne, Blainville-la-Grande, París, Montmacq y Le Theil à Billy — este último hallado en un depósito fechado hacia el 1000 a.C.
b) "cascos con cresta apuntada" — ejemplares de Armancourt y Bernières-d’Ailly.
El tipo de Biebesheim, fabricado al norte de los Alpes en Alemania y Austria entre 1200 y 1100 a.C., es propuesto como el origen de los "cascos cónicos con cresta", mientras que los de "cresta puntiaguda" presentan menos elementos de comparación, siendo quizá el más relevante un casco hallado en el río Meno en su confluencia con el Rin; además de un par de pequeños fragmentos del estuario de Huelva y, tal vez otro, en Vila Cova de Perrinho, cerca de Aveiro.
La discrepancia entre la iconografía y la materialidad de algunos objetos es evidente en el horizonte ibérico de finales del milenio. Este contraste es especialmente visible en los cascos con cuernos, representados en un tercio de las estelas del suroeste del Bronce Final, mientras que apenas se conocen restos metálicos de estos elementos defensivos en el armamento de la Primera Edad del Hierro.
Los cascos metálicos serán relativamente frecuentes en la documentación arqueológica al sur de los Pirineos solo a partir del siglo IV a.C., excluyendo, por su carácter exógeno, los cascos griegos de tipo corintio hallados en los ríos andaluces Odiel, Guadalete y Guadalquivir.
Por tanto, respecto a la primera atribución al "ámbito mediterráneo", se han sumado nuevas comparaciones, aunque escasas tanto en número como en distribución conocida. El ámbito ibérico y tuvo relación con el área alpina. Aunque me permito añadir que las clases de cascos de bóveda simple y cascos de bóveda compuesta están más directamente emparentadas con los cascos crestados de Biebesheim. El motivo recurrente de la bóveda simple o con elementos apicales no debe considerarse un rasgo arcaico, sino que debe siempre interpretarse según dos claves: funcionalidad y caracterización cultural, a las que debe añadirse el gusto y la elección individual, nacidos de la experiencia y el estilo bélico, así como del conocimiento técnico del artesano.
A menudo, en el ámbito de la hoplología, se observan formas caídas en desuso según el modelo y el estilo bélico del momento, fenómeno vinculado a la dinámica dialéctica del binomio "ataque-defensa". A medida que evolucionaban las armas, así respondía la panoplia defensiva en un continuo flujo de adaptación, incluso recuperando elementos del pasado, pero apoyados en un bagaje cultural ya avanzado.
Así, en el arco alpino, entre formas especializadas de cascos corintios y pileados por un lado; y etrusco-itálicos por otro (incluidos los Negau), reaparece un ejemplar de bóveda simple. Estamos en torno al siglo V a.C., al final de la expansión cultural de Hallstatt y de Luco-Meluno; las invasiones del ámbito La Tène traerán el nacimiento del casco tipo "Bockweiler" en todas sus variantes y la consolidación de cascos en aleación ferrosa, además de bronce, a los que se sumarán gradualmente protecciones para las mejillas (paragnátides/búculas) y para la nuca (visera), en constante evolución, testimonio directo del cambio, tanto de las tácticas militares como de las armas adoptadas, como es ejemplo la espada de doble filo tipo La Tène. La aparición de los cascos tipo Montefortino con refuerzo cervical lo confirma. En este marco de continuas transformaciones se deben situar los dos cascos de Los Torres, manteniendo su peculiaridad y rareza.
No es casual encontrar otros casos particulares de cascos, como el ejemplar de Varenne o el casco de Cuneo, que aparecen como "revivals vintage" de los cascos tipo Piscolt, de bóveda semiesférica y elemento apical soldado, pero pertenecientes al horizonte de La Tène A, es decir, al menos tres siglos después.
Otro ejemplo es el casco hallado en España, de bóveda simple decorada a repujado y punzonado, que recuerda tanto a los cascos de Piombino, Tarquinia y Vulci, como a las calotas con cuernos de Veksø (Dinamarca). Todos pertenecen a la familia de los denominados "Kappenhelm". Sin embargo, el ejemplar ibérico parece datar del siglo V a.C.
La horquilla y los canales para penacho y plumaje aparecen desde el siglo V a.C. , especialmente en cascos tipo pilos, vetulonenses y después: Montefortino, ático-cálcides, etc.
Por otro lado, ya los cascos de "calota compuesta" presentaban doble horquilla para fijar el penacho. Estamos en el siglo VII a.C.
Más que forzarlos culturalmente dentro de una categoría u otra, quizás resulta más útil extraer mayor información a partir de los análisis metalúrgicos realizados sobre los cascos de Picu Las Torres, especialmente a partir de la experimentación aplicada, que es la reconstrucción de los ejemplares y pruebas de funcionalidad de forma y tecnología mediante simulaciones de combate, usando armas anteriores y coetáneas.
La correlación de estos datos con modelos de panoplias contemporáneas, tanto transalpinas como mediterráneas, puede proporcionar información interesante para valorar la especificidad estilística, morfológica y estructural. La forma y los apliques pueden variar, pero la funcionalidad permanece.
En el caso Elmo 2, el cuerpo principal de la pieza se obtuvo a partir de una placa rectangular de bronce de aproximadamente 3,5 mm de espesor, doblada en forma de tronco de cono y cerrada con tres remaches alineados. Probablemente, esta es la razón de la evidente asimetría de su perfil, con paredes rectas donde son visibles las marcas de martilleo. Esta geometría fue solo parcialmente corregida en la corona de la calota. Esto se logró mediante la adición de una segunda lámina de bronce plomado, fijada a la placa principal mediante una corona de 22 remaches, entre los cuales se observan cabezas piramidales y redondeadas con una evidente intención ornamental.
Sin duda, la reducida resistencia estructural de la lámina metálica añadida, a la cual estaba fijado el pesado penacho (106,2 g), mediante robustos remaches, llevó a la fractura de la calota y a su separación.
La decoración de la calota fue completada con motivos similares a los utilizados en el primer casco, aunque las dos franjas de molduras continuas agrupan solo tres líneas de acanaladuras profundas en cada sección; la superior atraviesa el espacio entre los apliques laterales y la corona de remaches. Se trata, en todo caso, de motivos aplicados con cierta ineptitud, dada la desviación presente en ambas franjas. También en este caso, los apliques, el penacho y los elementos tubulares fueron fundidos en bronce plomado mediante el proceso de cera perdida y fijados al casco con remaches, cuatro por cada pieza. El metal conservado del casco pesa 968,2 g².
Consideraciones Finales
En resumen, el hallazgo de los dos cascos de Picu Los Torres representa un conjunto arqueológico de excepcional rareza, tanto por su tipología como por el contexto geográfico en el que se encontraron. Aunque sus características los acercan a modelos ampliamente documentados en contextos centroeuropeos y mediterráneos, los detalles constructivos y decorativos evidencian la existencia de un proceso de manufactura local, quizás realizado por artesanos que conocían las técnicas, pero con diferente grado de maestría.
El primer casco muestra una manufactura más refinada, con un trabajo de martillado homogéneo, mejor control de las proporciones y de la aplicación de los apliques ornamentales. El segundo, en cambio, aunque claramente inspirado en el primero, presenta mayores deficiencias técnicas, tanto en la conformación de la calota como en la ejecución de los detalles ornamentales.
Las diferencias entre ambos ejemplares confirman la hipótesis de una producción no seriada, donde un segundo artesano, probablemente discípulo o imitador del primero, replicó el modelo con menor destreza técnica.
Desde el punto de vista cronológico, el análisis dendrocronológico del fragmento de madera hallado en el primer casco permite situar la producción de ambos ejemplares en un amplio marco temporal comprendido entre los siglos VIII y V a.C., en plena transición entre el Final de la Edad del Bronce y el Primer Hierro.
En cuanto a su adscripción cultural, aunque la investigación inicial los relacionaba con un ámbito estrictamente mediterráneo, los nuevos análisis metalográficos, formales y comparativos amplían el abanico de influencias, sugiriendo la posibilidad de conexiones con rutas de trashumancia que, desde la Meseta sur, habrían alcanzado las estribaciones de la Cordillera Cantábrica, llevando consigo modelos tecnológicos y estéticos procedentes tanto de contextos alpinos como atlánticos.
¿Por Qué Se Puede Relacionar El Hallazgo De Los Cascos De Picu Las Torres (Ribadesella, Asturias) Con Estremadura?
Hay varios argumentos para establecer una relación, aunque sea indirecta:
-Vías de trashumancia, algunos investigadores han planteado que los hallazgos pueden estar vinculados a antiguas rutas de trashumancia ganadera. Algunas de estas rutas ancestrales conectaban la Meseta Sur (Extremadura, por ejemplo) con la Cornisa Cantábrica. Es decir, los movimientos estacionales de pastores y rebaños pudieron haber servido como vía de transmisión de objetos, ideas, estilos y técnicas metalúrgicas.
-Conexiones culturales del Bronce Final. Durante el Bronce Final y el I Hierro, la fachada atlántica (que incluye a Extremadura, Portugal, Galicia, Asturias, Bretaña, etc.) estuvo relativamente interconectada por rutas marítimas y terrestres. Algunos objetos de prestigio y estilos artísticos muestran influencias recíprocas.
-Las estelas del Suroeste: En Extremadura y el Bajo Alentejo aparecen las famosas estelas decoradas de guerreros (siglos X-VIII a.C.), algunas de las cuales muestran representaciones de cascos con cuernos muy similares a los esquemas iconográficos que, en paralelo, aparecen en los cascos metálicos hallados más al norte.
-Tráfico de metales: En la protohistoria peninsular había un activo intercambio de metales (estaño, cobre, oro), en el que Extremadura desempeñaba un papel importante como zona minera y de paso hacia el Atlántico y el interior peninsular.
Aunque no haya una relación directa y demostrada, por evidencia de hallazgo arqueológico en Extremadura, el contexto amplio cultural y de movilidad protohistórica hace plausible pensar que existieron conexiones que pueden explicar coincidencias tipológicas o tecnológicas, aunque quizás no un vínculo inmediato. Los cascos de Picu Las Torres, presentan paralelos en técnicas de fabricación y es posible su relación con las culturas del suroeste (Extremadura).
¿Por Qué Es Interesante El Caso De Estos Cascos Para Extremadura?
Porque podría aportar:
Nueva información sobre las redes de intercambio y movilidad durante el Bronce Final y el Primer Hierro.
Nuevas hipótesis sobre la función de las estelas extremeñas y sus elementos guerreros.
Datos sobre las técnicas metalúrgicas que pudieron difundirse por la Península.
Enlace entre el mundo atlántico y el mundo mediterráneo.
--------------------------------------*María del Carmen Calderón Berrocal Dra. Historia, Academia Andaluza de la Historia, correspondiente por Extremadura, Cronista Oficial de Cabeza la Vaca, Secretaria Canciller de ACROEX