Pocos años más tarde, descubrí su Semana Santa que me asombró y conquistó como a un nuevo “capillita” más y que he tenido la suerte de volver a vivirla en innumerables ocasiones. Sevilla en Semana Santa se convierte en una oración de Fe, Esperanza, Caridad y Amor que se entrelazan en un mensaje cristiano y que resuena en cada barrio, en cada calle, en cada rincón de la ciudad.
Respecto a su Feria, nunca mostré gran interés por conocerla, mi excusa ha sido siempre que lo “mío” es la Semana Santa, como si ambas fueran excluyentes. ¡Craso error!
Pero este año, por problemas familiares, desde el 26 de abril estaba en Sevilla ajeno al comienzo de la feria y quiso el azar que una prima mía, que es miembro de la caseta la pringá, me preguntó si me apetecía asistir a su caseta la “pre-feria” del domingo y a la noche del “pescaito” del lunes. Con la idea de descubrir por fin todo lo relacionado con esta fiesta, acepté encantado.
Los días anteriores, me documenté sobre algunos detalles acerca de la Feria de Sevilla, la fiesta más importante y popular de la ciudad, que ignoraba y que paso a compartir:
La Feria de Sevilla en cifras supone:
Unas 1.500 horas de montaje, con más de una veintena de operarios para dar abastecimiento a las casetas.
Hay 1.049 casetas, mientras que se calcula que hasta 3 millones de personas pasearán por sus calles. Es importante diferenciar entre las casetas privadas de las públicas, a las primeras tienen su acceso restringido a socios e invitados, mientras que las públicas están abiertas al público en general.
Aproximadamente 25.000 bombillas iluminan la portada desde la noche del “pescaíto”, mientras que la feria cuenta con hasta 254.000 bombillas en toda su extensión.
El recinto ferial se convierte en una pequeña y engalanada ciudad cuyas calles llevan el nombre de quince toreros de importancia universal. Siendo cinco las calles principales que recorren el recinto de forma longitudinal, seis de forma transversal y otras cuatro de menor tamaño.
Ubicada en el barrio de los Remedios tiene una extensión de 450.000 metros cuadrados sin incluir la zona de las atracciones, conocida como 'la calle del infierno'.
Cuenta con un amplio dispositivo de seguridad que se suma a las 30 cámaras de videovigilancia e inteligencia artificial instaladas, que controlarán en todo momento el número de personas que transitan por la feria y zonas próximas.
Respecto a la portada de la feria es un elemento decorativo de primer orden, que se cambia cada año. La de 2025, es obra del arquitecto técnico y diseñador sevillano Pablo Escudero Gisper (Sevilla, 11-09-1984) que se ha inspirado para su diseño en el Pabellón de Chile de la Exposición Iberoamericana de 1929, celebrada en la ciudad hispalense (obra del arquitecto Juan Martínez Gutiérrez).
Sensaciones de mi primera visita al Real de la Feria:
El domingo previo al comienzo de la feria, tuvo lugar mi primer contacto con el recinto ferial y con los diferentes socios/as de la caseta la pringá. Para ser sincero, me preguntaba cómo aceptaría el grupo a un advenedizo que nadie conocía y sobre todo si me encontraría aislado en algún momento. Pronto se resolvieron mis dudas, pues a los pocos minutos era uno más del grupo y me relacionaba de forma fluida y amigable con todos ellos.
Disfruté no sólo de la hospitalidad de estos sevillanos, sino además de una estupenda gastronomía a base de caña de lomo, jamón de calidad con un perfecto corte, tortilla de patatas y un excelente arroz, acompañados del tradicional “rebujito” (manzanilla, hielo y seven up) servido en una jarra. Comenzamos a las dos de la tarde y terminamos a las seis, fueron cuatro divertidas e intensas horas que se me pasaron volando.
la Noche del “pescaito”
Fue mi segunda presencia en la Feria de Sevilla que tuvo lugar el lunes 5 de mayo. El barrio de los Remedios era un hervidero y por la calle Asunción, que es la arteria del barrio que da acceso al recinto ferial, bajaba un rio de gente con la felicidad e ilusión por divertirse y pasarlo bien reflejadas en sus rostros.
Esa noche, como es tradición en las diferentes casetas, se celebra una cena de gala donde hombres y mujeres visten de manera elegante para celebrar en armonía la cena más importante de la feria. Esta noche marca el comienzo de una de las semanas más importantes del año para sevillanos y sevillanas.
Es una cena en la que los socios de las casetas prueban una gran muestra de pescado frito y manjares de Sevilla y alrededores.
Nuestra llegada a la caseta tuvo lugar a las 21,30 que nos recibió también con una amplia mesa engalanada y dispuesta a recibir a los 38 comensales que íbamos a compartir mesa y mantel.
El menú de la cena de nuestra caseta constó de: aperitivos al centro para compartir, un plato individual con caña de lomo, jamón ibérico de bellota y unas cuñas de un exquisito queso. A continuación, se sirvieron langostinos y gambas de Huelva y croquetas de carabineros y de “pescaito” frito, bien me sabe y choco frito, para finalizar con unos pastelitos. Todo ello acompañados de rebujito, o cerveza al gusto.
Durante la cena, los socios que estaban sentados cerca de mí, me pusieron al día sobre la historia de la caseta y sus socios que se remonta a 30 años antes, sobre lo difícil que es obtener la licencia del ayuntamiento, sobre las normas que rigen la caseta, el esfuerzo de los socios por mantener viva la llama de la ilusión cada año,….
Las 12 de la noche fue el momento mágico de la inauguración del alumbrado, fue el momento en que la Portada de la Feria se iluminó y de pronto el Real de la Feria adquirió una luminosidad y colorido especiales y se creó un ambiente único de alegría y jolgorio que daba la bienvenida a una nueva feria. ¡La feria de Sevilla 2025!
Los integrantes de las diferentes casetas, salimos a la calle para recibir el momento con una copa de cava en la mano y brindamos por una feliz semana de Feria.
A continuación, la caseta se convirtió en una pista de cante y baile con un grupo flamenco que amenizó toda la velada. Donde las sevillanas y bulerías fueron las protagonistas y todos participamos de una manera activa de la fiesta. Todo era diversión y buen humor en un ambiente único donde el tiempo no contaba, teníamos toda la noche para disfrutar y divertirnos.
Para mí fue una noche inolvidable gracias a la hospitalidad de cada uno de los socios que lo hicieron posible.
Por ello para finalizar hago mía las sevillanas de los Amigos de Gines “Que en Sevilla hay que morir”
Farolillos encendíos
y la gracia de un gentío
cerca del Guadalquivir
Y es que en Sevilla Dios mío, ole
Hay que morir
*Francisco Moreno Blanco. Es Licenciado en Educación Física y Psicología, Doctor en Ciencias de la Educación y miembro de AEPEV, FEPET y UIPT