11MAY25 – MADRID.- En su libro “Sobre la felicidad”, el filósofo francés Alain defiende que quienes se esfuerzan por ser felices merecen una medalla cívica porque mostrarse contentos irradia alegría sobre los demás. Por eso, la búsqueda de la felicidad no es una cuestión de desarrollo personal sino una virtud cívica. Y debe tener razón porque la imagen de un hombre bostezando invita a bostezar y la cara de un agresivo expande la agresividad. Basta fijarse en algunos rostros mal encarados de la actualidad. Quizás por ello, atrapa la sonrisa polifacética de la Gioconda.
Al leer estas reflexiones, sostiene Pereira, recordó un reportaje sobre el uso excesivo de medicamentos en la sociedad abulense que había leído días atrás en estas páginas del Diario. Mientras lo iba leyendo, tuvo la sospecha de que la sociedad española está lejos del bienestar al que anima el filósofo y recurre al abuso preocupante de medicamento según afirman los expertos. Por eso, es obligado un debate sobre la salud pública y el bienestar o malestar de la población.
Los datos de Ávila señalan que el consumo va en ascenso aunque la población esté estancada. Estas son algunas de las cifras que plasma el reportaje: “Cada abulense adquirió el pasado año 32 fármacos con receta. En total, se recetaron en la provincia 5,2 millones de envases, lo que supone un incremento del 28 por ciento respecto al dato de hace 8 años. El Estado invirtió el año pasado 385 euros por abulense en medicamentos; 19 euros más que el pasado año; Analgésicos, antitrombóticos y antiinflamatorios son los que más recetan los médicos abulenses. Dentro de la actividad de parafarmacia, lo más vendido fueron los complementos alimenticios, los test de autodiagnóstico y los productos de incontinencia”.
¿Qué ocurre en la sociedad para recurrir tanto a los medicamentos con receta o automedicados? ¿Qué pasa para que tanta gente recurra a los somníferos? Una de las causas es la cultura de la inmediatez. En una sociedad donde se buscan soluciones rápidas, muchos optan por medicamentos como primera opción sin observar el comportamiento de su cuerpo y su mente; es decir, sin conocerse antes de “tratarse” y analizar posibles cambios en el estilo de vida. Otro motivo, es la presión social y la falta de tiempo en las consultas médicas; esto les puede llevar a prescribir fármacos en lugar de explorar tratamientos no farmacológicos. Además, la publicidad de las compañías farmacéuticas con su promoción agresiva de medicamentos fomenta una demanda injustificada. La información sesgada y la falta de educación sanitaria en general y sobre los riesgos de los medicamentos en particular, es también responsable del alto consumo. Las “redes” no son ajenas a esto. En fin, el problema es complejo y tendrá muchas más causas pero que el Sistema de Salud no haya optado por el “Más vale prevenir que curar” es una mala decisión.
A todo lo anterior, hay que añadir que la enfermedad, sea corporal o mental, no es solo un hecho individual (como algunos defienden egoístamente) sino, en gran medida, social y económica. No es neutro que España sea uno de los países, como se ve también en Ávila, en donde los analgésicos y los sedantes sean los más socorridos. ¿Cuántos trabajadores y, más aún, trabajadoras, van al curro diariamente con su porción de los unos y de los otros? Hay que hacer caso al filósofo: Más sonrisas y menos prozac.
*Julio Collado Nieto es maestro jubilado, escritor de libros infantiles, articulista del Diario de Ávila, colaborador de 8Televisión y monitor del taller Lectura, escucha y memoria de la Fundación Ávila. Ha colaborado también en múltiples antologías poéticas.
(Enviado por José Antonio Sierra)