Este, ya clásico destino, lo tiene todo: magníficas playas de arena fina y mar con muchos tonos de azul; sitios arqueológicos y lugares de buceo; sorprendentes spas y gastronomía de altura…
Te brindamos un breve resumen de sus enclaves más significativos:
Cancún es la ciudad estandarte de la costa y el aeropuerto de entrada al estado de Quintana Roo, pero la Riviera Maya propiamente dicha la forman un conjunto de destinos a lo largo de 120 kilómetros de costa caribeña, que se inician en Puerto Morelos y se extienden hasta Tulum Pueblo, donde el litoral de la Riviera Maya fusiona el mar con la selva; las cabañas en primera línea de playa con los grandes hoteles; las playas solitarias de arena fina, caletas rocosas y arrecifes coralinos donde bucear entre tortugas marinas con las cavernas de agua dulce y los ríos subterráneos… donde sentir como el silencio oscuro de lo telúrico, solamente interrumpido por el cansino goteo de una gota de agua que cae de estalactita a estalagmita, se apodera de nosotros.
Cancún cuenta con una infraestructura hotelera que rivaliza con destinos vacacionales en todo el mundo. Y, además, como diferencia de otras partes del Caribe, Cancún fue desarrollado específicamente con fines turísticos; así que al turista exigente no le faltará nada.
Los llamados ‘cenotes’ son unas pozas de agua dulce aptas para el baño que conforman el mágico mundo submarino. Los mayas los veneraban como portales al inframundo, pero ahora son como piscinas surrealistas. Existen muchas rutas para descubrir esta red de piscinas sumergidas, solo tienes que elegir la que más se adapte a tus gustos. Cada una de las rutas tiene sus peculiaridades por si viajas con niños, en familia o en pareja. Una de las más completas es la ruta de los cenotes de Puerto Morelos porque reúne muchas facilidades de acceso para atreverse a investigar el inframundo maya. Para ver formaciones de estalactitas y estalagmitas la ruta ideal es la de los cenotes de Río Secreto.
Dejamos las profundidades misteriosas de los cenotes para embarcarnos en una trajinera, que es una gran barcaza que surca por los canales de un parque temático llamado Xoximilco y que rinde homenaje al legendario y homónimo parque de Ciudad de México, uno de tantos Patrimonios de la Humanidad que tiene el país.
La experiencia consiste en navegar bajo la luz de las estrellas durante un par de horas acompañados por diversos animadores que convierten el viaje en una verdadera fiesta mexicana… ¡con mariachi incluido!
Playa del Carmen es el corazón de la Riviera Maya. Fue un antiguo pueblo de pescadores ahora transformado por obra y gracia del turismo en uno de los lugares más atractivos del Caribe mexicano. Sus playas han sido catalogadas como de las más bellas del mundo gracias a su arena blanca y su mar azul turquesa. Entre ellas destacan: Playa Paraíso, Playa Tukan y Playa Mamitas. Allí, todo lo que se le ocurra hacer en vacaciones es posible, desde practicar deportes acuáticos y bucear en sus arrecifes, hasta pasear por la cosmopolita Quinta Avenida, otra experiencia que puede constituir otra manera de viajar por México si nos ‘perdemos’ en alguna de sus gigantescas tiendas para turistas. El tardeo tiene un recomendable quehacer: tomarse un cóctel margarita en una terraza antes de elegir alguno de sus típicos restaurantes para cenar. El tequila y el guacamole nos harán sentir que el dolce far niente de este lugar puede ser una inmejorable opción para pasar unas vacaciones en cualquier época del año, porque su ubicación geográfica le concede una temperatura media anual entre 24° y 28°C. La noche en ‘la Quinta’ tiene personalidad propia y goza de un ambiente nocturno…donde todo es posible.
Los vestigios arqueológicos de los diferentes períodos de la civilización maya se encuentran desperdigados por toda la zona: caminos medio ocultos en la selva, restos de pirámides, peculiares edificaciones para la observación astronómica y espectaculares templos presidiendo escarpadas rocas; pero la visita cultural por excelencia se llama Tulum, la zona arqueológica mejor conservada y más atractiva de la Riviera Maya. Fue la primera ‘ciudad’ avistada por los españoles en el siglo XV, y permaneció habitada hasta finales del siglo XVI.
Su encanto radica en que fue construida frente al mar, en un acantilado desde donde se disfruta de los tonos turquesa del Mar Caribe en todo su esplendor.
Como el sol pega duro, llévese sombrero y crema protectora… porque deambular buscando el ángulo ideal para hacer las fotos puede acarrear un severo golpe de calor.
La isla de Cozumel
Para llegar a la isla de Cozumel hay que tomar un ferry desde Playa del Carmen, y en menos de 45 minutos estaremos en un lugar del que el mismísimo Jacques Cousteau dijo que el submarinismo y el esnóquel eran excelentes. Así que los amantes del submarinismo tienen ahí su paraíso. La isla está protegida por un gran arrecife de coral, el segundo más grande del mundo (después de la Gran Barrera australiana), lo que le concede una gran variedad de playas y escenarios marinos que te obligan a meterte en el agua. Los operadores de circuitos ofrecen tours a los más simbólicos enclaves de la costa solo accesibles en barco, como a las aguas poco profundas de El Cielo, donde puedes caminar entre estrellas de mar mientras degustas un guacamole con nachos; los Bajíos de Palancar, donde se puede disfrutar de impresionantes jardines submarinos de coral, donde tortugas, rayas y anguilas merodean entre los bañistas; o los enormes taludes del arrecife Colombia, espléndidamente cubiertos de esponjas.
Cuando hayas visto todas estas criaturas marinas, ya puedes emprender el viaje cultural en tierra firme porque la historia maya de Cozumel es fascinante. En San Miguel merece la pena ver la Plaza de las Dos Culturas, donde está erigida una pirámide maya con las estatuas de una familia indígena, de un misionero y del conquistador español Juan de Grijalva.
En la isla también existen más de treinta sitios arqueológicos. Los más significativos son los de Tantún, en San Gervasio; Xamán-há, en San Miguel; y Oycib, en El Cedral.
Más información en: www.rivieramaya.com
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