29ABR25 – MADRID.- Las mandarinas Orri son el resultado de un proceso de producción agrícola planificado, que incluye técnicas de cultivo, control de calidad y logística. En Argentina, el clima y las condiciones del suelo favorecen su desarrollo, lo que ha impulsado el crecimiento de esta variedad. La procedencia del producto se ha convertido en un aspecto valorado por los compradores, que encuentran en estas frutas una alternativa reconocida por su estandarización.
Comprar mandarinas Orri implica optar por una variedad que ha sido seleccionada por sus características físicas y organolépticas. Su pelado sencillo y su sabor han influido en su posicionamiento en distintos mercados internacionales, entre ellos España. La demanda ha crecido, y su importación a este país ha superado las expectativas, lo que demuestra que han encontrado un lugar especial en el corazón de los amantes de los cítricos. Este comportamiento responde al interés de los consumidores por productos que cumplan con requisitos de trazabilidad y calidad.
Argentina ha desarrollado una industria citrícola competitiva. Provincias como Tucumán y Corrientes concentran gran parte de la producción. En esas zonas se cultivan distintas variedades, entre las que se incluyen la Satsuma y la Orri. Cada una presenta especificaciones técnicas que definen su adaptación a los mercados. Este desarrollo se apoya en prácticas de manejo agronómico que apuntan a lograr frutos que respondan a los estándares comerciales internacionales.
El proceso de cultivo se organiza en distintas fases. Comienza con la selección de plantas, continúa con el cuidado del cultivo, el monitoreo sanitario y la planificación de la cosecha. Esta última suele realizarse entre junio y agosto, cuando los frutos alcanzan su punto de maduración comercial. Luego se clasifican por tamaño, apariencia y condición. Las que cumplen con los requisitos establecidos son empacadas y destinadas a la exportación. El cumplimiento de estos procedimientos asegura la competitividad de la fruta argentina en el exterior.
“La importación hacia España ha registrado un crecimiento sostenido. La oferta de frutas en ese país es amplia, pero el ingreso de productos provenientes de Argentina ha ganado espacio en cadenas de distribución y ferias”, explican en FAMA, empresa importadora. En Europa, la búsqueda de alimentos frescos con certificación de origen ha impulsado el interés por la variedad argentina. Este fenómeno refleja una integración creciente entre productores del hemisferio sur y consumidores del norte.
El vínculo entre la producción argentina y los mercados europeos se sostiene en una estructura de comercio internacional que incluye acuerdos, requisitos fitosanitarios y controles. La exportación ha requerido adaptaciones logísticas, cumplimiento normativo y capacidad para mantener la calidad durante el transporte. Esta dinámica fortalece la presencia de productos argentinos en el circuito global de frutas frescas.
El circuito productivo y comercial involucra distintas etapas y actores. Desde el productor hasta el comprador final, cada uno cumple un rol en la cadena. El consumo de estas frutas también impulsa prácticas agrícolas más estandarizadas y genera oportunidades económicas en zonas rurales. La elección de esta variedad puede ser entendida como una acción de consumo vinculada a la trazabilidad y a la preferencia por productos con características definidas.
La consolidación de la Orri como opción en los mercados internacionales ha sido posible gracias a la combinación entre capacidad productiva, adaptación varietal y demanda externa. Su comercialización continúa desarrollándose, y se proyecta como una alternativa con potencial en el comercio de cítricos.
(CN-05)