17MAR25 - MADRID.- Según veo en la noticias de la tele y escucho por la radio, el número de separaciones y divorcios ha aumentado considerablemente en nuestro país durante el año que ha terminado. Esto a primera vista me ha traído a la mente -expresado en otros artículos– la pérdida progresiva de las creencias y de la práctica religiosa, con sus normas morales específicas como una de las causas. Pero si ahondamos en el tema nos damos cuenta que viajar por la vida en compañía de otra persona no es nada fácil.
Tengo en las manos la autobiografía de Jeanne Rucar, la esposa del genial cineasta aragonés Luis Buñuel, con el que permanecería unida desde 1925 hasta 1983, año del fallecimiento de éste, o sea 58 años; libro altamente recomendable.
Algo parecido me ocurrió hace años al leer el libro de Simone Coleta “Mi vida con Graham Green”, otro texto precioso y también altamente recomendable.
En ambos casos se trata de mujeres que han compartido sus existencias, por no decir sus vidas, con hombres geniales de carácter fuerte.
Ni que decir tiene el interés del análisis y la intuición vital que suponen estas uniones. Yo, por mi experiencia, tuvieron que pasar cinco personas, hasta que encontré a la persona que me ha estado acompañando también cerca de cuarenta años; la cual tuvo que atravesar otras tantas intentonas hasta encontrar el tornillo que se ajustara a la tuerca, capaz de hace girar el engranaje de la pareja estable; del matrimonio.
Jeanne Rucar nos va contado la larga historia de amor y de total renunciación; lo abandonó todo para seguir a su marido. A cambio Buñuel “no pudo vivir sin ella, sin la certeza de su presencia siempre asequible”, cuanta el libro.
Hombre de fantasía desbordada, de sueños cosidos en cintas de celuloide, convirtió su casa particular en un castillo y a Jeanne en su prisionera – dama. Ella había ganado en las Olimpiadas una medalla de bronce y se había formado como gimnasta en la academia de madame Poppart. Tras varios años de noviazgo se casaron en Paris en 1934, en 1939 abandonaron Francia rumbo a Estado unidos donde residirían entre Los Ángeles y Nueva York hasta 1945.
Pero el caso de Simone Coleta es más llamativo; es un texto que leí hace ya bastantes años pero que no he podido olvidar, ya que ella abandonó a su esposo y a sus hijos para irse a vivir con Graham Green.
Quizá me toque más de cerca, pues Green era escritor como yo, y no cineasta como Buñuel. Pero de lo que no cabe duda es que Jeanne Rucar hizo de Buñuel - persona el Luis Buñuel mundialmente conocido por su obra literaria y sobre todo cinematográfica.
Sé cabalmente que yo no sería nada sin mi esposa, pues soy consciente que me habría desintegrado en la miseria económica y moral, aunque sea duro decirlo. Pero esto viene a cuento para que los lectores y lectoras tengan en cuenta lo importante que es la elección de la pareja, que en el decir cuántico debe de ocurrir en el lugar oportuno y en el momento justo.
¿La suerte?, ¿ la experiencia que dan los años?. No lo sé, solo sé que no es nada fácil….siendo sin embargo algo muy sencillo.
Al final de esta breve reflexión no he dicho apenas nada, solo dejo a los lectores la recomendación que intenten encontrar y leer apaciblemente “Jeanne Rucar de Buñuel; memorias de una mujer sin piano”. Y “Mi vida con Graham Green”, de Simone Coleta”. Recibirán una recompensa impagable, un perfume que va a alimentar sus almas por mucho tiempo.