22JUL22.- Esta vez el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza nos trae a España por primera vez una restropectíva del pintor norteamericano Alex Katz (New York, 1927), una de las principales figuras de la historia del arte norteamericano del siglo XX que aun en activo con sus 94 años sigue al pie del cañón, realizando bocetos personales y dirigiendo como montar la exposición que lleva su nombre, con el comisario Guillermo Solana, director artístico del museo.
Se pueden ver 35 obras en formato óleos de gran tamaño, acompañados de algunos estudios, que permiten realizar un completo recorrido por los temas habituales de Katz, sus retratos individuales, múltiples y de grupo, alternados con sus reconocibles flores y envolventes paisajes de vivos colores y fondos planos.
La muestra, presenta las obras cronológicamente y cubre casi seis décadas de su trabajo, desde 1959 hasta 2018, revelando la renovación constante a la que el artista se ha sometido a lo largo de su carrera, en la que ha recurrido siempre a los mismos temas, pero sin dejar de introducir nuevas perspectivas.
A finales de la década de 1950 y tras un periodo de dudas creativas, Katz comenzó a interesarse cada vez más por el retrato. Pintaba a su círculo de amigos y sobres todo, a su segunda esposa y musa, Ada el Moro, a la que conoció en 1958.
Desde entonces es cuando se inició en los fondos planos monocromáticos, que se convertirían en una de las características de su estilo.
Alex continuó explorando nuevas formas de expresión dentro de un mismo retrato, consiguiendo retratos múltiples, como una versión de la hoja de contactos en fotografía o la serie de fotogramas del cine.
Al tiempo, paso a los retratos en grupo en la época de los 60. Reflejaba el mundo social de pintores, poetas, críticos y fotógrafos de su entorno. Sin embargo ya no presenta las figuras sobre fondos planos, sino en entornos realistas. The Cocktail Party (1965).
Una de las características del artista son los fondos de colores planos creando y acercándose al arte pop. Claro ejemplo “The Red Smile” 1963 y Big Red Smile 1993.
Si bien la inspiración de Kath fue cubista, la creación de un personaje icónico también era pop. Andy Warhol “no podía seguirme hasta allí”, decía Alex. Los fondos planos, las dobles figuras y las cabezas, él no los tomaba prestadas, sino que las robaba.
Durante sus principios, le interesó los grandes paisajes pero luego los aparco y a lo largo de los años, lo retomó de nuevo en 1986 mostrándonos sus dotes de paisajes de gran formato en el Whitney Museum.
Su arte a su vez se basa en la improvisación y el momento presente, se asemejan, desde su punto de vista, más a la música que a la pintura. El jazz, como improvisación radical, no sigue las partituras, se hacen en presente. ¿Puede la pintura ser como el jazz? Se pregunta el contemporáneo.
Kath está presente en el Museo hasta el 11 de Septiembre 2022.