Opinión

Pepi, maestra incomparable

Opinión: “Mi Pequeño Manhattan...”

Germán Ubillos Orsolich | Sábado 16 de abril de 2022

“Eres inquieto, profundo y soñador;

lees “Las Metamorfosis y Sonatas”.

Lo mismo profetizas el dolor,

que compones hermosas serenatas.

Analizas la vida con graciosa intención,

tienes palabra fácil, mordaz y mesurada.

Pero tienes lo más hermoso, corazón;

ya que sientes la belleza de una noche en Granada”.

Con esta semblanza poética, retrato literario al fresco pintado por una mujer morena, graciosa, y ocurrente, apareció en mi vida, Pepi. Sin ella yo no hubiese sido nada.

Mis padres inolvidables me dieron el ser, la salud del cuerpo y la cultura. Pero esa mujer morena, ocurrente y genial, me dio la inspiración.

Sí. Pepi generó mi talento. No afirmar esto con toda rotundidad sería un delito.

En la playa de Benidorm, en Altea, en Guadalest e Ifach.

En Odessa, en Yalta y Estanbul,

en Atenas, en Duvbronick, Split y Budapest.

En Londres, París, Viena o en Amsterdam;

En Volendam, en Marquen , en New York, o en Roma,

Pepi fue siempre mi compañera inseparable en todo.

“El Reinado de los Lobos”, “Los Globos de Abril” y cuantas obras habréis visto mías, no hubiesen existido sin la compañía, el empuje y la inspiración de esa mujer incomparable.

No temo la muerte y solo la deseo para volverla a ver.

Y no comprendo que aún siga vivo sin su presencia.

Una vida vacía, yerma, estéril. Una vida seca sin fuerza, inspiración ni ganas,

Esta Semana Santa triste, como la Cruz de Cristo. Viendo pasar por la tele todas las procesiones,

algunas por la calle Toledo, frente a la catedral vieja, donde de ella tenía las tiendas.

donde ella escribía con su letra prieta, enjuta, abigarrada, sus versos, sus poemas y sus cuentos,

en aquella mesita al final de las tiendas;

pues en realidad a ella le importaba un pimiento cuanto podamos ver.

Y la amistad que tuvimos fue algo alado, grácil, maravilloso.

Yo no soy nada - repito - y nada hubiese sido, sin la aparición de aquella mujer insólita e irrepetible que estaba por encima de todas las culturas, del bien y del mal.

Esa mujer: Pepi, mi querida maestra.