Opinión

Los recuerdos

Opinión: Mi Pequeño Manhattan...·”

Germán Ubillos Orsolich | Domingo 10 de abril de 2022

09ABR22 – MADRID.-La otra mañana me llamó por el teléfono mi primo, cuyo nombre no pongo. Comenzamos a charlar de las fuentes que había en los prados cercanos al pueblo del Escorial, pero de los prados, hacia los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado.



Yo me había equivocado de pe a pa, pero mi primo que en eso goza de una memoria prodigiosa, me contaba por ejemplo que la fuente de Águeda o la fuente de La Teja no estaban en los prados cercanos a la Roca de la Plancha; bueno, la fuente de Águeda, sí. Le puso ese nombre mi padre en atención y recuerdo a la mujer que me cuidaba y atendía, y que se llamaba Águeda y era de Burgos. Pero la Fuente de la Teja estaba en la falda del monte Abantos, muy cerca de la presa, un poco más arriba; embalse de piedras de sillería, como hay pocas en España, y olía a humedad y a frescor que daba gusto, y el alma se henchía de eso tan precioso que es el aroma de la eternidad.

Y había también por allí un depósito de agua rectangular; con las paredes oblicuas que trepábamos hasta él, hasta la cima. Y yo recuerdo que también lo podía hacer como los demás niños, porque Dios me había permitido a pesar de mi dolencia de la espalda, curarme y fortalecerme hasta el punto de poder trepar por aquél depósito de agua cercano a la presa, un poco más arriba del majestuoso y elitista “Gran Hotel Felipe II”, donde llegué un buen día a almorzar en su comedor con mi mujer y en compañía del autor Alfonso Sastre y de su esposa, Eva Forest.

Eso son los recuerdos. Cuando jugábamos al tenis en la pista del hotel de tierra batida, apisonada con el rulo de piedra y pintadas sus líneas con cal viva y una brocha de pintar.

Pues no hay nada más hermoso ni más emocionante que poder recordar; y en eso mi primo es un hacha, pues tiene buena memoria y es un placer hablar con él de esas cosas.