Opinión

“Blue Moon”

Opinión: “Mi Pequeño Manhattan...”

Germán Ubillos Orsolich | Lunes 21 de febrero de 2022

21FEB22 – MADRID.- Cuando después de cometer errores de bulto y pasar la noche oscura del arrepentimiento, amanece un nuevo día y elevamos los ojos al cielo y vemos el disco azulado de la Luna brillando allá en lo alto, comprendemos o mejor intuimos la complejidad de la creación que nos rodea; porque dentro de la grandeza de lo que es la vida humana en el seno del universo, si es sorprendente todo ello lo es y mucho más que alrededor de nuestro planeta flote, gire y circunvale, ese otro cuerpo celeste al que por explicárnoslo a nosotros mismos hemos quedado en llamar La Luna.



Y es esa Luna, que la han cantado los poetas de todos los tiempos para dar corporeidad a sus ensoñaciones que parecen dar una explicación a nuestros deseos de inmortalidad; de no morir para siempre.

¿Qué sentido puede tener tanta belleza en el seno de un universo sin sentido?. ¿Qué hacemos aquí pobres mortales, polvo del polvo, llamados a perecer para siempre?. ¿Por qué ese pedrusco gigante ilumina nuestras noches y sique girando y girando alrededor de nosotros?.

Todo hace pensar que si se creó a lo largo de los milenios esta esfera azulada para albergarnos, y encima le sobró al Creador talento o ganas de embellecer o perfeccionar su obra dotándola de un bello satélite, La Luna, bien podrá pensarse que los ojos que la contemplan, anonadados cada mañana tras superar la noche oscura del pecado, bien podrá prolongarse esa mirada atónita a pesar de que sean un día no lejano pasto de los gusanos.