Opinión

Josema Yuste: Un genio en el “Teatro Amaya”

Opinión: “Mi Pequeño Manhattan...”

Germán Ubillos Orsolich | Lunes 06 de diciembre de 2021

06DIC21 – MADRID.- Ayer tarde, invitado por mi amigo el actor y director Ángel Borge, tuve el placer de asistir a una de las funciones de “Sé infiel y no mires con quién”, vodeville protagonizado y dirigido por Chema Yuste.



Hacía años que no me reía con tantas ganas, con un humor de alta calidad pero asequible a todos los públicos que, dicho sea de paso, abarrotaban mi querido teatro Amaya, querido porque ahí se estrenó mi película “Largo Retorno “, sobre el libro del mismo título.

El embollo del argumento excelentemente dirigido por Yuste que también lo protagonizada, es una auténtica carcajada continua del público que, venido en autocares de todos los puntos de España, acuden para aplaudir al protagonista y a toda su compañía, formada por los geniales, que así están, S.Urralde, Esther del Prado, Maribel Lara, Vicente Renovell, Celine Tyll, Kiko Ortega. Claudia Azcona, Telé Delgado y el propio Josema, quien ante las miradas del público, pues emana de él ese polvo de estrellas que solo poseen los ídolos, en este caso teatral cual es Yuste, se opera el milagro.

El embrollo originado en la famosa Editorial de cuentos infantiles, a la que acude una famosa escritora, Nativel Preciado, a nivel mundial, es mayúsculo.

A un guión brillantísimo - yo he sido guionista – trufado de improvisaciones críticas al gobierno de España, a ciertos artistas populares, empresarios y demás chorizos, hay que añadir las improvisaciones diarias de los actores, auténticos genios todos ellos dueños de la escena, y dirigidos magistralmente por el propio icono nacional, Chema Yuste.

Después de desternillarme de risa (nada fácil en mí) durante una hora treinta minutos que dura la función, mi amigo Ángel Borge me condujo hasta el hall y nada más terminar el estruendoso aplauso de todo el teatro puesto en pie, vino hacia mí el propio Yuste a saludarme y darme un abrazo.

Yo no creía cuanto veía y pensaba estar en el otro mundo, en el mundo de lo invisible, pero el propio Chema Yuste con una sencillez sombrosa, departió con un servidor durante varios minutos ante la inquietud de y la satisfacción de Ángel Borge, y aún me pareció que hubiese gustado de departir por más tiempo, pero tenían que tomar algo antes de la siguiente función.

Yo me quedé con esa sensación de siempre entre maravillosa e inefable, de haber degustado el polvo de estrellas semejante al que emanaba de “Campanilla”, en los cuentos de Disney.

Al salir del teatro Amaya, rodeado del público numeroso, muchos de ellos llegados de toda España para ver “Sé infiel y no mires don quien”, en su tercera temporada, recordé con nostalgia mi pasado famoso y mientras despedía a Borge, desde el taxi en la noche madrileña, aún pude ver el cartel luminoso e inefable con los rostros de Chema Yuste y Tele Delgado, que desde el anuncio gigante pintado entre colores, parecían querer decirme: “! Hasta luego, Germán, hasta siempre y gracias !.