13ABR20 – MADRID.- Cada vez que salgo a las ocho en punto de la tarde a la terraza a aplaudir que aún seguimos vivos a pesar de la pandemia, una sensación emocionante me embarga.
Es una impresión de solidaridad, de supervivencia, de hermandad y de ganas de vivir. Algunos vecinos ya nos conocemos, no sabemos los nombres, pero nos saludamos, agitamos los brazos en esta situación insólita y hasta ahora desconocida.
Tiene algo de la Revolución Francesa y del hundimiento del Titánic, pero claro de la alegría de los supervivientes sol falta que llegue el día añorado, soñado en el que podamos darnos un abrazo henchido de una pléyade de sensaciones, pues semejante desastre de dimensiones cósmicas y planetarias requerirá un abrazo semejante.
Han hablado por la radio dos escritoras que han quedado bloqueadas en sus escritos. Yo lo veo normal pues el “argumento que nos ha caído encima”, el real, es de tal importancia, gravedad y envergadura que cualquier otra ficción literaria queda palidecida.
Ojalá salgamos pronto de esta pesadilla, de este cuento de miedo, para poder seguir “proyectando” como diría Ortega…para poder seguir escribiendo.