02ENE19.- Pareciera que cada año, va siendo más corto. Pero lo que sí es una realidad, es que a veces hay años más difíciles que otros.
Para mí, lejos, lo fue el año 2.018, en que vi partir a mi amada hija Mane. Pero luego vino el 2.019, en el cual mi misión era: aprender a vivir sin ella… y esa misión hoy la estoy terminando. Pienso que he cumplido en la medida que mis capacidades emocionales me lo han permitido.
A veces creo que da la impresión que a través de Facebook o Instagram, mi vida queda muy expuesta. Pero lo hago totalmente consciente; necesito como médico que soy, que mis pacientes sepan que soy igual a ellos. Que sufro como ellos y que río como ellos. Y que estar a diferentes lados del escritorio, es sólo un capricho de la vida.
Día a día me interesa humanizar la imagen del médico; bajarlo del pedestal en que la sociedad, el tiempo y nosotros mismos, algún día lo pusieron.
Y como dice un fragmento del libro "…y el paciente continúa crítico": ...como se pasa de DOCtores a DIOStores. Es realmente lo que pienso.
Es por eso que comparto por Facebook o Instagram muchas de mis vivencias, encuentros con amigos, fotos con mis hijos, nietos y mascotas, mi amor por mi amada, actividades culturales y deportivas, historias de consulta, etc.
Esa es mi vida. Como cualquiera de las vidas que pasan por ahí.
No tengo mayores privilegios. O tal vez una sola cosa que lo pareciera: simplemente poder expresar mis emociones por escrito…