Opinión

Esa llama interior

Opinión: “Mi Pequeño Manhattan...”

Germán Ubillos Orsolich | Lunes 18 de noviembre de 2019

16NOV19 – MADRID.- Después de hechos luctuosos, de noches que pasamos en vela, de circunstancias imprevistas, de la llegada de la vejez o de tiempos revueltos, de final de siglo, de milenio o de era, podemos llegar a preguntarnos qué es lo que realmente somos y qué se nos avecina, y qué nos conviene más si largarnos o quedarnos; si jugárnosla y hacer las maletas o esperar a que ya no salgan los aviones y perdamos el último convoy hacia la libertad y hacia la paz.



Y es entonces que experimentamos no ser solo un amasijo de carne, de huesos y tejidos que envejecen y se degradan camino del cementerio, somos una llama perpetua e increíblemente hermosa que arde día y noche en nuestro interior, como la llama que arde en el Cementerio de Arlington donde yacen los cuerpos de los hermanos Kennedy, y la llama al soldado desconocido que brilla bajo el Arco del Triunfo en la Plaza de la Concordia en París. Esa llama que mueve a los pueblos y a las civilizaciones es la llama que arde en tu interior, y es eso, realmente eso, lo que eres tú.

Cuando sientes compasión por tu semejante, cuando sientes la melancolía o el amor por tu hijo o por tu madre, cuando sientes la misericordia o sencillamente las ganas de escribir acerca de esas cosas, porque estas cosas son más genuinas y valiosas que el cuerpo corruptible por muy hermoso que éste sea durante la juventud.

Es la llama del interior de mis amigos a los que amo y la de mis enemigos que me envidian. La llama que habita en el cuerpo de buenos y malos, de santos y asesinos, para los cuales de forma sorprendente e inexplicable amanece al fin de cada noche gracias a la misericordia inmensa e infinita del Ser al que de alguna forma pertenece por su similitud, esa llama no hecha de materia, esa llama refulgente y eterna de la que estamos hechos todos nosotros, los que no vamos a morir jamás.