16SEP19.- Al llegar septiembre, parece que mi obligación es buscar trabajo. He dicho buscar, eso no significa que encuentre. Calma, placer, tranquilidad y buenos alimentos septembrinos.
Busco un poquito y me salen tres entrevistas de empleo. ¿Qué será si lo hago en serio?
Decido probar una: Dependienta a media jornada.
Me piden experiencia y que hable inglés. El sueldecito es para reírse. El dueño de la tienda es un viejo feo, seco y calvo, que también me escama.
Pasamos a la trastienda cutre para la entrevista. El feo me mira de arriba abajo.
─¿Está usted casado?
─¿Cómo dice, señorita?
Ni lo sé, ni me importa. La calle está preciosa. Llega la gota fría de septiembre: chubascos, nubes, viento y bajada de temperaturas.
Quedo con mis amigas para beber cervezas por la noche. Es lunes. No importa. Hay locales que abren los lunes y ponen unas tapas impresionantes con la cerveza.
Pescadito, aceitunas aliñadas, alitas de pollo, tomate con ventresca, salpicón de marisco, calamares fritos, ensaladilla fresca, tortilla de patatas. Todo para chuparse los dedos.
─¿No conseguiste el trabajo?
─No hubo suerte. Ñam, ñam, ñam…