Opinión

La tristeza, el miedo y “Notre Dame”

Opinión: “Mi Pequeño Manhattan…”

Germán Ubillos Orsolich | Viernes 19 de abril de 2019

18ABR19 – MADRID.- Ante las imágenes pavorosas ofrecidas recientemente por la televisión de la Catedral de “Notre Dame”, en Paris, envuelta en llamas, cada ciudadano del mundo, cada espectador o espectadora habrá sentido algo semejante a la estupefacción y al dolor.



¿Quién no conoce “Notre Dame”?, ¿ quién no ha vivido en Paris o pasado unas vacaciones, o quien sin haber estado no ha visto la famosa catedral fotografiada, filmada o incluso descrita a través de la pluma de Victor Hugo o de los dibujos y la fantasía de Walt Disney?.

Pero ha tenido que ser, charlando con mi joven “fisio” que viene a casa, y mientras hacia los ejercicios de rehabilitación de la rotura de mi cadera izquierda, y comentando con ella la magnitud del desastre, cuando la pregunté así, a boca jarro : ¿Y tú qué sentiste al ver esas imágenes por la televisión?.

Tristeza – me respondió en el acto -, tristeza al pensar en los objetos perdidos y conservados allí, después de tantos siglos desde su construcción.

¿Y tú?- añadió ella acto seguido.

Como en un flash recordé las imágenes de las “Torres Gemelas” de Nueva York ardiendo, mientras minúsculos seres vivos se precipitaban al vacío desde las ventanas. Y los trenes de Atocha reventados como si fueran de celofán o de papel de plata; o las llamas del avión siniestrado en Barajas al salirse de la pista rumbo a las Islas Canarias y apenas despegar.

Yo sentí miedo, la respondí, un miedo a lo desconocido, a lo que está por venir.

Hablar en estos términos puede parecer absurdo. Pero no lo es tanto si nos percatamos que un joven ve las cosas tal cual son; la muerte existe para él o para ella, pero es algo lejano casi diría inasequible, pero un viejo tiene la muerte muy cerca y si es consciente tiene la acumulación de imágenes llenas de simbologías e igual puede pensar que es el diablo o las fuerzas del mal, que el “enemigo invisible”, como pensé en su día, o como el presidente Bush que casi sin dar crédito a lo que veía, balbuceó los nombres de Osama ben Laden y Saddam Hussein.

El exceso de cultura, el exceso de vida y experiencia unida a la labilidad de los seres humanos, hace que en “un momento determinado del tiempo de la vida” lo que un hecho o una imagen – que dicen vale más que mil palabras – nos produce tristeza, en otros momentos nos produzca miedo.