26MAR19 – MADRID.- Alfonso Álvarez de Mon (Lugo,1964). Ha residido en La Coruña hasta los 18 años, y desde entonces en Madrid. Filólogo Hispánico por la Universidad Complutense de Madrid (1988) y profesor de Lengua española y de Latín en el Colegio de Fomento Aldovea desde entonces.
Ha dirigido numerosas obras de teatro escolar. Entre ellas "Enrique V" de W. Shakespeare y una adaptación teatral de "El principito" de A. de Saint-Exupery. Forma parte desde 2013 del Círculo Latino Matritense. Recientemente (Valencia, 29-VI-2018) ha presentado una ponencia en latín, "Corocotta, dux fabulosus", en el I Seminarium Collegii Latinitatis.
Tiene muchas cosas. Tiene una historia extensísima (más de veinticinco siglos) con algunos periodos gloriosos; una pléyade de cultivadores difícil de igualar (Plauto, Terencio, César, Cicerón, Virgilio, Horacio, Séneca, san Agustín, san Jerónimo, Petrarca, Erasmo...); una herencia muy rica (las lenguas romances, la influencia en el inglés, el prestigio universal) y una grandísima unidad.
Las lenguas no están vivas ni muertas. Los que viven son los hablantes. Ésa es una metonimia que despista un poco.
Pero, en fin, se dice que está viva una lengua que se usa y, por estar en uso, las lenguas vivas siguen sometidas a cambios. El latín desde que "murió", si se me permite la paradoja, lleva siglos disfrutando de una segunda vida muy estable y yo diría más bien que se ha convertido en una lengua "inmortal".
Básicamente el apartamiento del latín depende del grado de romanización previa y de los avatares históricos posteriores. En España, la invasión musulmana del siglo VIII provocó muchas transformaciones. El castellano, en particular, es la lengua romance más distante de las que se hablan en la península Ibérica. En conjunto, el italiano es seguramente la lengua más próxima al latín.
Esta cuestión es realmente difícil para mí, no soy experto. El autor latino clásico más prestigioso sí puedo afirmar que es Cicerón. De la historia posclásica diría que Erasmo de Rotterdam ha sido el mejor o de los mejores. Sobre el caso de "la Latina" o el nivel de latín de la Reina, nada puedo aportar.
Me parece una simpleza nacida del desprecio de las mujeres y de la cultura. Un chascarrillo de barra de bar.
Lo dudo mucho. No llegó a estar tan difundido. Debieron de ser pocos los humanistas que lo dominaban, y para la mayor parte de ellos era sólo una lengua de escritura.
El latín es una materia más de las muchas que hemos sacrificado en nuestro diseño de una educación cabal. Ni siquiera creo que sea la pérdida más importante. Más grave es el desprecio de la religión, la filosofía, la historia, las artes (literatura, música, pintura...). Valoramos sólo lo útil y el resultado es una sociedad inconsistente y agresiva.
En el latín supongo que me encontré agrupadas muchas de mis inquietudes: mi interés por la lengua, la literatura, la historia, la religión...
Cuando descubrí (recientemente) que el latín se podía hablar, mi afición se convirtió en una fiebre.
Creo que no. Sometían con el ejército y con la ley. En muchos territorios del imperio la romanización fue escasa. En la Palestina de tiempos de Cristo, por ejemplo, la lengua común era el griego, no el latín.
El latín tiene prestigio cultural, está asociado a la tradición cristiana y al mundo del derecho. Tiene además el privilegio de ser una lengua estabilizada. Yo diría que es especialmente adecuada para todo lo que tenga vocación de permanencia o aspire a tenerla.
Sin duda alguna, la Iglesia sostuvo el latín durante la alta edad media y se lo entregó al mundo académico, pues la Universidad surgió de la Iglesia.
El uso de los lenguas vernáculas en la liturgia del Vaticano II fue una apuesta por la participación de los fieles. El coste ha sido una grave trivialización de la liturgia y la pérdida de un signo de universalidad.
Creo que los eclesiásticos que tomaron esa decisión claudicaron ante la decadencia cultural que les rodeaba y se sintieron incapaces de hacer frente a los nuevos bárbaros.
En cierta medida creo que es así. El latín se convirtió en lengua de la Iglesia cuando el imperio Romano y su lengua ya estaban en decadencia. La versión latina de la Sagrada Escritura no pretendió ser un modelo de latinidad y no lo es, pero se convirtió en referencia para los cristianos.
Hoy se dice en broma que el inglés es una lengua en la que todos entendemos a todo el mundo menos a los anglosajones. En la Edad Media y el Renacimiento muchos, en la Iglesia y fuera de ella, se entendían en un latín muy pobre, un poco macarrónico.
Hay, no obstante, grandes latinistas en la historia de la Iglesia (como san Agustín, san Jerónimo, san León Magno, por citar a algunos) y el latín de la liturgia (los cantos, las oraciones de la Misa) es de una gran belleza y solemnidad.
Si queréis asistir a una Misa en latín estáis invitados el domingo 7 de abril, a la una, en la iglesia de San Pedro el viejo. Desde hace un año colaboro organizarla un domingo al mes, abierta a todos pero dirigida especialmente a amantes del latín. Sólo conviene advertir que el latín en esta Misa es también la lengua de la homilía. Es un error considerar el latín de la liturgia como una fórmula críptica que se debe recitar sin entender. La oración litúrgica, como toda oración, es un diálogo.
Para aquellos a los que la homilía en latín les supera, suelo decirles que es un elemento complementario y accidental de la Misa y que hagan un esfuercillo de aguzar la oreja y, con todo, creo que se entiende mejor que muchas homilías en castellano.
Hay otras Misas públicas en latín, al menos en Madrid, y no faltan tampoco en las grandes ciudades las Misas de rito extraordinaria que se celebran en latín siguiendo la liturgia anterior al concilio Vaticano II.
Participo en el Círculo desde hace cinco años. Nos reunimos en la Residencia de Estudiantes los sábados de siete a nueve. Asiste quien quiera mientras comparta el propósito de la reunión, sea cual sea su nivel de latín. En ocasiones estamos cinco y otras veces quince. Tenemos un grupo telefónico (en latín, claro) de más de sesenta personas. Algunos asistentes hablan latín fluidamente; otros sólo escuchan y guardan "respetuoso silencio".
Los neologismos son imprescindibles pero son algo secundario. Casi son más bien ocasión para reflexionar sobre la lengua.
En el Círculo predominan los profesores de latín pero no pocos son ajenos totalmente a la filología y a la enseñanza. También aparecen de vez en cuando chicos y chicas que estudian en la universidad.
Vienen de paso, en ocasiones, latinistas de otras ciudades españolas o de otros países.
Existen otros Círculos de latín por el mundo, pero el de Madrid destaca por ser de los más antiguos y concurridos. Y la frecuencia semanal es otra característica distintiva.
Cuando hace cinco años descubrí el latín hablado, entré en relación con una comunidad excepcional hasta entonces para mí desconocida: hombres y mujeres principalmente en Europa y América, muy preparados, muy cultos y muy humildes. Están al margen de la cultura oficial, se les considera quizá unos "frikies", pero yo los encuentro maestros de humanidad.
En Roma había unas sacerdotisas encargadas de velar porque la llama del fuego sagrado se mantuviera encendida en el templo de Vesta. Algo así veo que está pasando. Tengo la seguridad de que el fuego no se va a apagar. Tardarán más o menos en recuperarse las humanidades, pero no tengo dudas de que las futuras generaciones van a encontrarse la llama encendida.