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Pasajeros de mi caminar

Reflexiones

(Reflexiones en el Día del Padre; pero no como hijo, sino como padre...)

Lunes 03 de julio de 2017

Por Marcelo Fernández Romo - desde Santiago de Chile

03JUL17.- Mirando lo caminado, hoy pude ver a mi pasajera número uno. La que me enseñó muchas cosas acerca de la vida. Con ella supe lo que era ser padre. Mudarla, hacerla dormir, entretenerla, preparar y darle su sopa pasaron a formar parte de mis actividades diarias.



Labrándome un espacio en mi inicial cúmulo de obligaciones laborales. Creo que con ella aprendí a dormir 5 horas, perfeccioné mi paciencia, mi tolerancia y mi amor de padre. Luego, volando el tiempo, la pude ver criando a su hijo con esmero en sus juveniles años. Conociendo los vaivenes de la vida y asumiendo roles precozmente. Pero la ví alegre, comprometida y dispuesta. Y hoy otra vez decidida a una nueva, postergada pero esperada, crianza. Fue la única que voló más lejos a formar su nido, y por eso siento que nos vemos poco… Pero es tarea para ambos.

Luego apareció una segunda pasajera en mi visión, de aspecto dócil, que pareciera fue evolucionando con la vida y desarrollándose profesionalmente, con un exitoso y esforzado paso por su universidad, logrando coronar sus desvelos con su esperado título de educadora de la vida. Una profesional que luego pasó a integrar a ese caminar tres preciosuras que terminarían por acaparar todo su tiempo, llevándola a ser mamá por sobre todas las cosas. Hoy aún de aspecto frágil, pero al mando de su rebaño. Entre mamaderas, pañales y flores.

Más allá, esforzando mi campo visual, un tercer pasajero que cambió la dimensión de mi paternidad. Por fin un varón. Pelotas, autos y pistolas, pasaron a constituir nuevos elementos de mi entorno. Cómplices durante su formación escolar, su hincha incondicional en esas impostergables tardes de baby fútbol sabatino. Su empeño lo llevó a superar un brusco cambio de colegio, dejando atrás a sus amigos pero esforzándose en pos de un norte vocacional. Sorteando sin escollos su formación profesional. Y luego al despertar de su vida laboral y sentimental, rubricar todo aquello con la llegada de mi nuevo heredero del apellido de mis antepasados.

Y finalmente un cuarto pasajero, criado con la mesura y permisividad que va dando el tiempo y la experiencia de la vida; con el bagaje de 44 años. Una risa espontánea, tras nóbeles objetivos que vino a llenar de alegres preocupaciones o preocupaciones alegres, esta etapa de mi vida. Según dicen por ahí, una proyección de mi personalidad. Un alto sentido vocacional de servicio público y social que lo ha llevado a elegir la posibilidad de difundir la lengua inglesa entre sus compatriotas. Su nacimiento trajo a mis días una dualidad entre padre y abuelo: la llegada de mi último hijo y la llegada de mi primer nieto. Conformando el cierre de mi círculo.

Y en la actualidad, me dispongo a participar con fuerzas renovadas en el tercer tiempo de este partido llamado VIDA.