Dicen que la humanidad es como
el océano, que no debemos perder
la fe en ella pues no se ensucia,
aunque algunas de sus gotas no
sean agua sino moho, que nace
del fanatismo, se apoya en la
ignorancia y se alimenta de la
incapacidad para admitir el mundo
en su diversidad. Inmensa
tristeza de pensar que la
naturaleza habla mientras
nadie escucha. He aprendido a
guardar silencio, a dejar que el
mar me enseñe conciencia,
esperanza, poesía, música.
Pienso en "El principito” desde Francia,
hace más de 70 años, lanzó
al mundo una pregunta ¿donde
están los hombres? La serpiente le contestó…
también se está solo entre los hombres.
Un abrazo,
Maica Rivera