Opinión

Queridos lectores del periódico “EuroMundo Global”:

Carta al Director

Por Marcos Carrascal Castillo.

Martes 29 de marzo de 2016

29MAR-16.- Cuando dos personas se conocen, es menester que ambas se presenten. Yo, hoy, me descubro ante ustedes. Algunos ven en mí un hijo. Otros ven en mí un novio. Hay quien ve en mí un amigo. También habrá quien vea un compañero.



Sin embargo, ante ustedes se desnuda un joven del siglo XXI. Soy un reflejo de mi generación. Mi generación es ésa que lloró con las epopeyas de la Roja, y no con la muerte del dictador, con la caída del muro de Berlín o con el atentado del 11M.

Mi generación es aquella que trocó las tabas y los tebeos por los PCs y las PlayStations. Mi generación no es otra que la que depende cual adicción de un háptico dispositivo móvil.

Mi generación es la que encabeza los rankings de paro en Europa y, empero, es la mejor preparada. Mi generación es, asimismo, la que sufrió la mutación de la "albricia" en "fruslería". En definitiva, mi generación no es otra que la que ustedes, hijos de generaciones pretéritas, creasteis.

Nosotros somos el futuro. Somos lo justo y lo injusto; lo bueno y lo malo; lo significante y lo insignificante. Albergamos el poder de controlar a Cronos. Las luces de neón y los elixires de cubatas no lo saben; pero ustedes sí. Algún día ocuparemos los puestos que ustedes vayan abandonado.

Por ello, reivindico un hueco en este vodevil para nosotros. En todas las generaciones, surgen hacanes con apariencia de bufones o bufones con apariencia de hacanes. Yo parece que soy uno de estas mutaciones cronológicas. Para empezar: me gusta leer, la política, conversar con los mayores, descansar en los museos y escribo literatura. Otrora, sería quemado por desigual. Y en cierta forma, soy acariciado por la brisa flamígera de la llama de la soledad.

Entre ustedes, sé que pongo palabras a muchas experiencias. Otros leen esta columna con una sonrisa estampada en su rostro y con la firme seguridad de no volver a leer nada rubricado con mi nombre.

De cualquier forma, un placer haberles conocido. Espero que esta amistad que hoy empieza a fraguarse en esta breve epístola se prolongue durante largo tiempo. Cambiemos los rituales de salutación —ósculos y apretones de mano— por un momento de reflexión. Un saludo. Marcos Carrascal Castillo.

El Espinar (Segovia), 27 de marzo de 2016