Hace tan sólo 7 días atrás celebrábamos el rescate de los 33 mineros de Atacama. Pero al cabo de una semana, ¿Qué ha ocurrido? Como testigo, un país que pasó de la consternación a la farandulización. Esforzados, rudos y silentes hombres que han vuelto a la vida, han renacido; pero han vuelto a una vida que no es la de antes, no le es propia… Son los nuevos Rock-Stars del desierto.
Han sido seducidos por una danza de millones que les esperan en cada esquina, en cada entrevista.
Esto les llevará a la postre, con seguridad, a un quiebre emocional y familiar. Es triste, yo creo que no han tenido ni siquiera el tiempo necesario para agradecerle profundamente a Dios; una misa no basta…
Ellos han insistido en que los dejen vivir su “renacimiento”, pero siguen siendo acorralados en pos de la nota exclusiva; y ahí radica el problema, más exclusiva que humana. Incluso escarbando en detalles que rayan en la frivolidad. Adentrándose hasta en la vida amorosa de algunos. No se ha respetado realmente el derecho a seguir viviendo… y este sí es un viaje sin retorno, ya nunca volverán a ser los mismos de antes (aunque esos fueran sus íntimos deseos).
Diferente sería una conversación en torno a un café, para dar un sentido testimonio espiritual; que en torno a un cheque, para dar un oneroso testimonio comercial…
Ahora vendrán libros, películas y todo un “merchant dancing” en torno a un hecho que partió con ribetes de milagro y terminó siendo el más exitoso reality de la televisión mundial.