Hoy atendí a un paciente de 13 años, autista, 1,73 mts. de altura. Muy temeroso al ingresar a mi box. Luego, ya convencido de tener que examinarse, accede a subir a la balanza y mientras yo observaba los números, siento que me da un beso en la cabeza... ahí comprobé una vez más, que no me equivoqué al elegir esta especialidad.