Opinión

Talento

Opinión: “Desde Mi Despacho…”

Por José Manuel López García (*)

Sábado 13 de diciembre de 2014

El desarrollo del talento en el trabajo, y de modo general en cualquier actividad es una de las asignaturas pendientes en la sociedad actual. Quizás, porque existe una cierta prevención, y no se desea asumir nuevos proyectos que impliquen riesgos. Se pueden aumentar las capacidades en las tareas que se realizan, y esto es algo que en el campo laboral, no se suele tener en cuenta.



Además, la resiliencia o resistencia que las personas poseen ante las vicisitudes y avatares de la existencia es la expresión de la capacidad de superar los errores, y volver a intentar realizar las cosas del mejor modo posible, sin dejarse vencer por el desaliento.

Es significativo que en el mundo empresarial de Estados Unidos en numerosas entrevista de trabajo, una de las preguntas habituales es la de cuántas veces ha fracasado la persona que está siendo interrogada. En cambio en España, lo más común y frecuente es que la cultura del éxito impide la aceptación de los errores. Porque de los fracasos se aprende y mucho. Aunque también es cierto que el talento se puede emplear, para minimizar las posibilidades de equivocación en las tareas que se emprendan.

Lo que pone de manifiesto que la valentía, y no el miedo, es lo que, realmente, impulsa de verdad la innovación y la excelencia, ya que presupone que se están aceptando riesgos controlados para intentar mejorar la calidad de lo que se está realizando.

El empleado que usa su talento en el trabajo potencia el valor de su empresa u organización. En el fondo, es la puesta en práctica de una actitud enérgica y llena de ilusión en el trabajo, lo que a través de una actitud constructiva es la expresión de una forma de trabajar excelente.

El empleado talentoso aporta sus cualidades a la organización para la que trabaja. Y no cabe duda que, es compatible con la aplicación del talento, la técnica del ensayo y error de un modo medido y controlado, en algunas situaciones y casos concretos.

Indudablemente, todos disponemos de talento para hacer algo y, en cambio, podemos ser mediocres en otras actividades. Si bien, la libertad de acción y el esfuerzo aumentan las capacidades y las habilidades, de un modo mayor, de lo que, en principio, se puede suponer.

Es necesario potenciar una cultura del talento y de la organización en las empresas y en las instituciones para que propicien el desarrollo de las capacidades, y no establezcan barreras que imposibiliten el incremento de las mismas.

El entorno laboral debe ser, a mi juicio, más flexible, y debe haber más comunicación. Lo que se une a la conveniencia de un intercambio de información entre los trabajadores que mejore el ambiente de trabajo y, consecuentemente, el rendimiento y la satisfacción de cada trabajador.

De hecho, la comprensión y amabilidad de los jefes, el respeto, la racionalidad, los buzones de sugerencias, las horas libres suficientes para hacer compatible la vida laboral y la familiar, etc., son estrategias que dan buenos resultados, entre otras cosas, para evitar la fuga de talentos en las empresas.

(*) José Manuel López García es Doctor en Filosofía y Profesor