Morales en imagen de archivo durante una festividad folklórica el pasado mes de febrero
RECIENTES ELECCIONES EN BOLIVIA
El MAS de Evo Morales triunfa en los comicios regionales de Bolivia, mientras la oposición retiene sus feudos y teme una oleada populista.
Miércoles 22 de octubre de 2014
Las elecciones regionales del pasado domingo en Bolivia parecen respaldar la gestión de Evo Morales. El movimiento político del presidente boliviano se proclamó ganador en seis de los nueve departamentos del país.
Pero también han reabierto el enfrenamiento entre Morales, un socialista de origen indígena, aliado de Hugo Chávez y de los hermanos Castro, y la oposición de derecha, que ha logrado mantener sus principales bastiones, incluidos Sucre y La Paz.
Y es que Evo Morales representa uno de los rostros de la democracia latinoamericana actual. Es un rostro ambivalente. Por un lado, el Movimiento Al Socialismo (MAS), que lidera, expulsó a dos presidentes de su cargo pasando por alto la Constitución y cualquier procedimiento político democrático. Convirtió las calles, no el Congreso, en el escenario donde se resolvían los conflictos políticos. Y ya como mandatario, impuso la nacionalización y el mayor control del Estado sobre la economía, políticas que habían fracasado en la misma Bolivia. Por otro lado, la elección de Morales remarcó que la democracia en Bolivia ya no excluye a quienes dicen exigir cambios radicales y representar a las mayorías pobres e indígenas.
Hugo, Evo y Rafael
En América Latina, Morales es el más cercano discípulo de Chávez. Fue por consejo de éste que decretó la “nacionalización” de las industrias del petróleo y el gas en Bolivia; después suscribió nuevos contratos más severos con las empresas multinacionales allí radicadas, según los cuales pasaban a ser subcontratistas de la revigorizada empresas estatal de petróleos. Como Chávez, Morales convocó a una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución, lo cual le da el potencial de poner a sus partidarios a cargo de todas las instituciones del Estado.
El Ecuador de Rafael Correa parecía determinado a seguir un camino similar. De hecho, lo que estos países tienen en común con Venezuela es la disponibilidad de ingresos derivados del petróleo o el gas natural. Por consiguiente, era de esperar que Morales y Correa imitaran la estrategia de Chávez de apropiarse de estos ingresos y redistribuirlos para crear una clientela política masiva. Pero la magnitud de estos recursos es mucho mayor en Venezuela. Bolivia y Ecuador, dos de los Estados más inestables de la región andina, están demasiado fragmentados en lo político.
Por eso no estaba claro si la elección en diciembre de 2005 de Evo Morales –con el 53,7% de los votos–, quien prometía la “refundación” de Bolivia y la adhesión al “socialismo del siglo XXI” de Chávez, resolvería los problemas del país más pobre de Suramérica.
Como muchos bolivianos, Morales consideraba que la democracia en su país había sido asaltada por los corruptos partidos tradicionales. Y como los líderes populistas, ha seguido una alternativa que combina la política electoral con la movilización popular, indigenista y nacionalista.
Pero si Morales o Correa quisieran imitar a Chávez, encontrarían más dificultades. El boliviano está apoyado en un movimiento de masas genuino y variopinto, que probablemente critique cualquier pretensión de caudillismo perpetuo. Menos podría hacerlo Daniel Ortega en Nicaragua, sin petróleo ni gas. En otros países de la región hay modelos políticos que combinan la socialdemocracia y una economía de mercado más sostenible. De lejos, el más exitoso se encuentra en el otro extremo de América del Sur, en Chile.