Opinión

No aceleres tu auto, no aceleres tu vida, no aceleres tu muerte…

En un Ford A como éste, hice aquellos maravillosos viajes de mi infancia…

DESDE ACA, MAFER...

Miércoles 22 de octubre de 2014
Recuerdo esos inolvidables viajes de vacaciones en mi infancia. Los 2 días que más disfrutaba cuando salíamos, era el primero y el último.

No teníamos ningún apuro. ¿Qué prisa puede haber, cuando no tienes que volver al trabajo sino sólo hasta 20 días después?


Viajábamos con mis padres haciendo un trayecto muy relajado. Para recorrer 180 Kms. nos demorábamos entre 9 y 10 horas. Parábamos innumerables veces… Salíamos de Santiago muy temprano (6:30 AM), por lo cual la primera parada era para desayunar; aparecía un termo con café, leche, sandwiches, galletas. Luego otra detención, para que “descansara” nuestro Ford “A” del año 1930. Posteriormente un alto para alguna colación (frutas o “huevos duros”); mis padres se fumaban un cigarrillo y proseguíamos.

La siguiente parada tenía su embrujo: “hora de almorzar”; mi madre llevaba fuentes con ensaladas, papas, pollo, pan, bebidas, postre. Mi padre extendía una frazada sobre algún pasto verde bajo un sauce y procedía a dormir una grata y reponedora siesta. Con mi hermana nos entreteníamos en cualquier cosa; corriendo por los pastizales, deslizándonos sobre algunas laderas, o incluso con algo tan simple como tratando de encontrarle cierto significado a la forma de los árboles, cerros y nubes.

Ya pasadas las 14 hrs. Volvíamos a retomar la ruta. La carretera era de una sola vía por lado; recuerdo haber demorado hasta 45 minutos en cruzar “La Cuesta del Melón”, cuando nos tocaba detrás de algún camión.

Vendría otra parada por ahí, para hacer “pis”. Y finalmente, unos 20 Kms. antes de llegar a nuestro destino, la última detención para tomar onces; aparecían otro termo, otras bebidas, otros sandwiches, que mi madre había conseguido ocultar de nosotros hasta el final del viaje.

Ya promediando la tarde, veíamos por fin el límpido mar de Papudo; para seguir por un empolvado, pedregoso y sinuoso camino de casi 10 Kms. para terminar nuestra “travesía” en el incomparable balneario de Zapallar.

El viaje de regreso, era similar…
Hoy este recorrido me toma aproximadamente 2 ½ horas… Pero aún conservo la tradición de guardar mi reloj en la guantera, y detenerme un par de veces en el camino…