Un presidente que no conozco ni es santo de mi devoción, de un país que nunca visité, habría tenido duras palabras en un alto de un discurso, refiriéndose aparentemente a una presidente vecina. Dicen que no fue intencional ni “público” y el comentario personal se filtró por un micrófono cercano que no estaba cerrado, lo que desató un escándalo mediático que sirvió a los que buscan llenar espacios con primicias amarillas y no acompañan al pueblo en tragedias con críticas a políticas alejadas de aciertos.
Resultaría cobarde decir que no se dijo lo que se dijo (“esta vieja es peor que el tuerto”), son mandatarios y están en un plano laboral superior, tienen sus enojos y puntos de choque, entonces es comprensible que puedan soltar comentarios ofensivos ¿Acaso aquí no es folklore insultar y coaccionar con impunidad, soberbia y abuso de autoridad a indefensos y sometidos ciudadanos? El respeto debería comenzar por casa.
El circo llegó justo a tiempo para distraer la atención local e internacional de la tragedia ocasionada por las lluvias e inundaciones en la Capital Federal y La Plata con decenas de muertos por aparente responsabilidad de gobernantes que no se ocuparían de realizar obras que evitarían desgracias (pícaramente atribuyen lo sucedido a “fenómenos y cambios climáticos”), mientras fondos públicos tendrían destinos que el pueblo no influyente ignora y en el misterioso camino podrían enriquecer ilícitamente (según centenares de informes difundidos) a personajes señalados públicamente como rodeados de impunidad.
Habría que dejarse de joder y aprender un poco de la humildad del Sumo Pontífice Francisco y no estar a diario mostrando las uñas y rencor injustificado por cualquier cosa; deberían usar esa fina sensibilidad para obras de bien (no “sensibilidad” entre comillas) y predicar con el ejemplo, es decir, que las ambiciones desmedidas no permitan el sufrimiento de millones de seres humanos.
Ahora gastarán fortunas en pedidos de explicaciones (?), exigir disculpas, tal vez devolver agravios, realizar viajes diplomáticos, imparables comunicaciones al exterior, discursos y más discursos, aprovechando para dejar de lado el padecimiento de los habitantes usados como papel higiénico.
Las investiduras merecen mi mayor consideración, pero este asunto no es para darle tanta trascendencia, máxime sabiendo que tapan lo ocurrido hace pocas horas, es decir, más de 50 muertos durante las intensas lluvias e inundaciones en La Plata y 8 muertos en barrios cercanos al centro de la Ciudad de Buenos Aires con miles de personas en la calle que perdieron todo (entiéndase: ropa, elementos del hogar, viviendas, automóviles, etc.). A este drama habría que prestar atención y dedicar espacios en la prensa durante semanas hasta que los dueños de despachos públicos decidan hacer obras de bien reales, socorran a los damnificados e inviertan dinero de arcas públicas en beneficio de los que les posibilitaron cargos.
Estuve revisando innumerables comentarios del público y en el servidor de Internet “Yahoo” y otros sitios los ciudadanos -no necesariamente “opositores”- se expresaron a favor del presidente de Uruguay y dan sus razones. Por supuesto, no aplaudo veredas, menos insultos de ese calibre, trato de ser objetivo, la política no me interesa y a veces este circo tiene propósitos que los ciudadanos comunes desconocemos.
Curioso: parece que el pueblo uruguayo está más unido que el nuestro, desde el Estado no alimentarían rencores y divisiones (también tuvieron una guerra interna décadas atrás), no pierden tiempo en desacreditarse entre funcionarios y el presidente parece de bajo perfil, ajeno a una vida rodeada de lujos, descartando “burbuja” de poder, comportamiento elogiable, después… los roces o coincidencias que tengan con Argentina no hacen a la exagerada publicidad de lo ocurrido, tampoco lo que a relaciones comerciales se refiere, exclusividad de los “expertos” oficiales designados y participación de opinólogos especializados.
Si lo analizo como argentino tendría que enojarme, pero cuando veo tantos hermanos en desgracia y abandonados por los poderosos mi enojo se debilita; pienso que algún hecho puntual tiene que haber desatado la reacción de este hombre sencillo y educado que trata bien a su gente, sin imaginar que un micrófono encendido iba a traicionarlo.
Conste que no he leído acerca de esa conferencia y toco la guitarra de oído, me sorprendió la noticia aparecida en todas partes en momentos que el país está de luto por la muerte de varias decenas de personas por presunta demora en construcciones de puentes de contención o grandes canalizadores de agua, tareas que no decidirían evitando invertir, más fácil resulta repartir culpas que usar millones de pesos recaudados para asuntos urgentes y necesarios. Si estoy equivocado, pido sinceras disculpas a los sabios y altruistas.
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Carlos Estrada *(apolítico) periodista de investigación con trayectoria pública desde 1970.
Buenos Aires, Argentina, 5 de abril de 2013.