Desperté aquella hermosa mañana de otoño,
Con el celestial cántico de las aves
Que revoloteaban en mí ventana,
Mientras el sol acariciaba las pocas rosas que quedaban, y
Su grato aroma anunciaba tu llegada.
Te sentí... por primera vez muy dentro
de mí ser, y fue como volver a renacer.
Que alegría sentí al saber que tú vivías;
que dentro de mí, tu corazón latía
Como el de una fuerte y valiente leoncita.
Jamás olvidaré las noches y los días,
que pasaba susurrándote,
diciéndote lo importante que ya eras para mi,
Dibujando tu rostro, soñaba con tus ojos,
tu hermosa sonrisa imaginaba.
Te sentía solo mía, porque te llevaba dentro
No solo de mí cuerpo, sino también, de mí corazón.
Llegó el tan esperado día de aquel 25 de octubre,
Del encuentro inevitable con mí más grande amor.
No importaban ni el dolor, ni la angustia que sentía,
me reconfortaba el saber ¡que ya te tenía!...
entre mis brazos, arrullada, mimada
y amada con mucha pasión,
te habías adueñado no solo de mí vida,
sino también, de mí alma y corazón.
Prometo amarte siempre, cuidarte
y protegerte hija mía; aunque Dios la vida
me quite, desde el cielo, como un ángel, siempre,
estaré para quererte...
¡¡¡Feliz Cumpleaños Fiorella, Querida Hija Mía!!!