Estando recién de cumpleaños, me he puesto a pensar en que ocurriría llegado mi último día. Este pensamiento ha venido a mí, observando el comportamiento de mis parientes y amistades en las redes sociales de Internet.
Hoy han aparecido amigos frecuentes, amigos ocasionales, amigos ingratos. Todos unidos bajo el lema de “Feliz Cumpleaños”.
Que gratificante recibir esos saludos. Y aunque el cibernéticamente publicitado día llegaría igual, es increíble lo que deja el extenso recuento.
Saludos de gente que ni pensabas que lo haría.
Unos me sorprenden con frases más significativas y profundas, que como se demuestran en el trato habitual.
Otros de los cuales esperabas más, por los lazos que les unen, y sin embargo da la impresión de un mero formalismo, fríos mensajes.
También hay quienes testimonian agradecimientos por lo que en algún momento de sus vidas pude haber hecho por sus familias (soy Pediatra).
Algunos me estimulan a seguir con mis escritos y actividades literarias (dicen que soy escritor).
Y no faltan los que me prometen juntas que yo se, jamás se materializarán en los próximos 365 días.
Pero en el fondo pareciera ser realmente como un “testeo de popularidad”. Un verdadero simulacro de mi funeral. Y prefiero disfrutarlo y agradecerlo hoy, porque llegada mi muerte, los mismos aparecerán a mi lado, pero me será muy difícil comunicarme para hacerles oír un: ¡Gracias Amigos!