A los hombres que ayer vi mendigar
hoy los reemplazan sus hijos,
la pobreza que pude observar
la han heredado los niños.
Son los ríos sin caudal
son las parras sin dar vino,
vacías vidas que al final
conducen y guían sus destinos.
El abandono y el olvido
forman parte de sus mundos,
un tosco afecto hoy ya perdido
fue quizás su último refugio.
Y como el otoño se lleva el calor
la penas se han llevado sus risas,
la soledad les despojó del amor
y sin amor, nadie puede dibujar sonrisas.