Sola está el ave que azota el viento
y el desierto que empaña ilusiones de agua.
Y en la soledad quieta de una mañana,
sola está la hiedra, y la campana.
En las estaciones vacías de trenes,
el andén descansa sangrante, sus huellas.
Y el dolor, que canta en lágrimas bellas,
va gastando inviernos sin sol ni estrellas.
La quietud, aguarda en las callejas,
la luz sombra se hace, por no haber soles.
Y yo camino sola entre las nubes,
gastando soledades, soñando amores.