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Premio Obiang Nguema: un premio a la megalomanía

Fuente: Fundación Sur – Depto. África

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Premio Obiang Nguema: un premio a la megalomanía

El Premio Internacional Unesco-Obiang Nguema Mbasogo para la investigación en Ciencias de la vida, ha sido aprobado a principios de marzo por 33 votos a favor y 18 en contra, siendo 26 votos la mayoría requerida.

 

Por lo tanto, la aprobación se hace a falta de consenso, y tras una larga batalla de procedimientos, Irina Bokova, la directora general de la Unesco que siempre se ha opuesto a la entrega de este premio, en esta ocasión ha dicho que iba a solicitar una nueva valoración jurídica. Indignado, el grupo africano le ha recordado que tiene la obligación de someterse a la decisión del Consejo ejecutivo y por lo tanto de implementar esa decisión. El voto del Consejo ejecutivo de la Unesco pone fin a un debate que mantenía dividida a la organización desde hace más de cuatro años. Efectivamente, una viva polémica oponía a aquellos que opinaban que la organización internacional no puede ver ligado su nombre al de un jefe de Estado controvertido, con aquellos que no tenían nada que objetar.

Es por tanto una victoria para Guinea Ecuatorial que ha sabido movilizar al conjunto del grupo africano, los países árabes, los de América Latina y algunos de sus amigos del continente asiático. Estados Unidos así como numerosos países europeos votaron en contra a pesar de que Rusia votó a favor. Para convencer, el promotor del premio ha tenido que manifestar su intención de emprender reformas, y de ese modo limitar el mandato presidencial. Pero es desconocer al hombre, su gusto desmesurado por el poder y su inclinación por la represión. También ha tenido que renunciar a que el premio lleve su nombre pero a cambio lleva el de su país. ¿Pero dónde radica la diferencia, ya que la historia recordará que este premio proviene de él? Sin lugar a dudas, algunos quisieran de este modo incitar a los gobernantes de Malabo a meditar sobre su recorrido así como sobre el del premio. Quizás tengan la esperanza de que su promotor se vaya a someter a una especie de introspección y a metamorfosearse en demócrata. Porque de hecho hay un necesario cuestionamiento de la gobernanza local. Hay por tanto de lo que desesperarse.

La experiencia muestra que después de tantos años de ejercer el poder sin compartirlo, los dirigentes de repúblicas bananeras optan difícilmente y sin severas restricciones por un cambio real. Así que no nos debemos confundir. En cualquier caso, el promotor del premio y sus partidarios pueden haber pensado en un determinado momento que los responsables de la Unesco que aceptaron la solicitud no son ni más ni menos que unos “narices perforadas”. A ellos les corresponde demostrar lo contrario. En efecto, este premio parece recompensar la tenacidad de un clan que debe felicitarse por haber logrado burlarse de uno de los más famosos santuarios de nuestras mentes. No es ni más ni menos que un premio a la megalomanía. Ese hombre quisiera efectivamente que la historia recordase su nombre como el de un gran servidor de la Humanidad. Mediante ese donativo a la investigación, aspira a entrar en el panteón de las celebridades mundiales. En cualquier caso, la ligereza de ciertos analistas le abre esa puerta. Pobre consolación para los demócratas sinceros: el premio no llevará el nombre del mecenas, sino el de su país. No deja de ser un incentivo para la represión y la impunidad, para aquel que tenga cierto conocimiento del régimen ecuatoguineano.

En general, Guinea Ecuatorial tiene mala reputación porque está incondicionalmente sometida a su jefe de Estado, cuyo comportamiento antidemocrático es bien conocido. Con regularidad es objeto de denuncias en la prensa por los excesos de su régimen altamente liberticida. Y difícilmente se comprende por qué se ha admitido ese premio. Con toda seguridad, el clan Obiang ha tenido que financiar grupos de presión para lograr sus fines. Una vez más ha debido tirar mucho dinero por la ventana, mientras que el pueblo que gobierna languidece en la miseria. Ciertamente, el dinero no tiene olor y la Unesco tiene mucha falta de capital en este momento, sobre todo tras la retirada de Estados Unidos. Pero entonces, ¿la situación se ha vuelto de repente tan precaria? En cuyo caso, la Unesco, esta institución tan prestigiosa, no tenía otra elección: había que aprovechar la oportunidad así ofertada. Instituido el premio, ¿cuál podría ser pues su repercusión? Se debe ser vigilante vis a vis de este tipo de dirigentes. Tras haber privado su pueblo de libertad y de lo mínimo imprescindible a lo largo de su reinado, he aquí que procura hacerse rehabilitar en el atardecer de su vida. Hay que evitar tales casos de jurisprudencia. La Unesco, por su misión y por su prestigio, no deberá quitar el ojo de encima a este tipo de gobernante que explota las circunstancias para saciar intenciones inconfesadas. Hay que hacerle adoptar una postura conforme a los ideales y principios de la organización. Quizás el premio sea consistente. Pero la organización no debe comprometerse, a riesgo de entrar en contradicción con sus propios ideales. Una institución de la dimensión de la Unesco encargada, entre otros asuntos, de promocionar la cultura democrática y asegurar la defensa de los derechos humanos, no debería pactar con tales regímenes. Se creía que la ciudadela era inexpugnable. Nos acaban de demostrar lo contrario. ¿Qué más decir a la siguiente generación? Parece que se aborrecen las dictaduras pero que se le tiene un buen aprecio a su dinero. ¿En qué mundo vivimos? En Guinea Ecuatorial no se aporta a la población lo mínimo imprescindible en el plano social. Las condiciones de vida y trabajo son desesperanzadoras. Con ocasión de la última edición de la Copa de África de Naciones (CAN) que se organizó conjuntamente con Gabón, los visitantes fueron testigos de la miseria en la que languidece el pueblo ecuatoguineano. Es por tanto incomprensible que sólo un poco después, la Unesco haya ofrecido en bandeja de plata a Obiang Nguema la oportunidad de volver a labrarse una respetabilidad.

Los responsables del comité ejecutivo de la Unesco tendrían que haber incitado a Obiang Nguema a más bien invertir en su propio país en proyectos incitativos en provecho de los investigadores y de los profesores, alumnos y estudiantes. Es inadmisible dorarle la píldora de este modo a un político que ha sumido su pueblo en un estado de indigencia. A este ritmo, habrá que aceptar las contribuciones de todos aquellos que tienen los medios de rehabilitarse, de volver a lucir galones. Y esto, después de consciente y abiertamente haber hecho muestra de su desprecio por los pueblos, la democracia y los derechos humanos. ¡Habría que haber resistido a los cantos de las sirenas del dinero! Por lo que parece, la Unesco no pudo hacerlo.

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Le Pays” Burkina, publicado el miércoles 14 de marzo de 2012.

Traducido para Fundación Sur por Juan Carlos Figueira Iglesias.

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