Chile: La otra cara de “La Moneda”

Son las extrañas paradojas que se dan en un país que como Chile, goza hoy mismo de la reputación de ser el que registra la más notoria y sólida inequidad entre sus habitantes ya que la inmensa mayoría subsiste haciendo figuras con el dinero, al tiempo que un puñado de familias (entre ellas la del propio presidente Piñera), acumula un patrimonio que supera con largueza, los 75.000 (75mil) millones de dólares. ¿Cómo explicar esta situación desde un punto de vista razonable y creíble? La respuesta es simple: No hay manera.

Sin embargo ese clima artificial de bonanza económica vivido hace algunos años y que llevó a las familias chilenas de la clase media (y de ahí para abajo) a endeudarse en proporciones de 10 a 1 respecto de sus verdaderas posibilidades, parece haber llegado a su fin y comienza a manifestarse de manera general, un clima de cansancio y fatiga por el actual sistema social, político y económico en una país donde las grandes mayorías ciudadanas no vislumbran en el futuro inmediato, una posibilidad cierta de salir del atolladero en el que se encuentran.

El detonante del clima de insatisfacción larvado que existe en el país ha eclosionado hace varios meses por medio de las violentas protestas estudiantiles que mantienen en jaque al gobierno de la conservadora Alianza por Chile. La creciente crisis social y política que azota a Chile en estos momentos es una situación transversal y no es el resultado de “grupos políticos minoritarios interesados en quebrar el gobierno” como ha dicho algún personero del ala más derechista de la coalición gubernamental y ni siquiera es un hecho aislado o de política interna sino que es uno más de los flecos de un movimiento global que desde diferentes ángulos, sacude el mundo entero.  La llamada “primavera árabe” está reproduciéndose en muchos  lugares y el lejano Chile (respecto de los países árabes) no es la excepción y el rechazo creciente que capitaliza el presidente Piñera y la clase política chilena son inequívocamente, los síntomas de una “primavera chilena” que pugna por reventar y alcanzar todos los sectores de un Chile que ha pasado de ser la nación más progresista y tranquila (social y políticamente) de América Latina, a la que hoy sin duda, registra la mayor efervescencia política y social.

Tan cierto es lo anterior que no hay más que ver el tremendo despliegue policial que el gobierno ha dispuesto para neutralizar las manifestaciones estudiantiles. Este inusitado y desproporcionado uso de la fuerza policial no hace sino poner de relieve, la incapacidad de un gobierno y de un presidente que según los sondeos, apenas cuenta  con un 26% de respaldo popular lo que en palabras simples quiere decir que una parte importante de aquellos votantes que llevaron al poder a Piñera, le ha retirado su confianza y por extensión, al gobierno que encabeza.

El clima político enrarecido ha hecho también, perder sustento a la oposición ya que su sintonía con la masa ciudadana dista mucho de ser la más favorable lo cual viene a decir que incluso, con lo mal que lo ha hecho el gobierno actual, la oposición no lo ha hecho mejor ya que no ha conseguido capitalizar el descrédito oficialista, situación que es reconocida en privado tanto desde ciertos sectores de gobierno como de los propios personeros de la oposición aunque éstos, prefieren mirar a otro  lado y huir de una autocrítica honesta que en la situación actual sería con seguridad, bien recibida por la ciudadanía.

En todo este embrollo y aunque parezca increíble, los únicos que parecen tener claros sus planteamientos son los estudiantes. La carismática y joven líder estudiantil Camila Vallejo ha resumido la situación en una frase que lo dice todo: "Nos vamos a seguir movilizando", y es que la demanda de una educación gratuita de calidad –aunque el gobierno no lo quiera ver-, es una aspiración en la cual y según estimaciones fiables, el 80% de la ciudadanía está de acuerdo.

El Gobierno, fracturado en sus filas y sin consensos con la mayoría opositora de centro-izquierda en el Senado, no logra mejorar su situación después de tres cambios de gabinete en año y medio. De hecho, el senador socialista Fulvio Rossi anunció un bloqueo legislativo al Ejecutivo, indignado porque éste prohibió las manifestaciones apelando a un decreto heredado de la dictadura militar. "Hemos visto represión hacia menores (...) y se están vulnerando garantías constitucionales básicas, por lo que vamos a hacer un bloqueo en el Congreso a las iniciativas del Gobierno", dijo Rossi.

En la ciudadanía en general comienza a instalarse la idea de que “el gobierno, le quedó grande a Piñera” y el hastío por las incomodidades de todo orden que supone el largo conflicto con los estudiantes, comienza a minar la confianza en la capacidad tanto del gobierno como del propio Piñera, para enfrentar una situación que indudablemente, es algo más que la protesta estudiantil pura y dura. Muchos analistas políticos  coinciden en señalar  al movimiento estudiantil como la punta del iceberg, la parte más mediática de una bolsa de problemas que preocupan de manera transversal, a todos los ciudadanos y por sobre todos ellos, la creciente desigualdad que azota Chile, sostenida de manera clara por un sistema electoral heredado de la dictadura de Augusto Pinochet, que impide la representación proporcional.

Como se sabe, más de cuatro millones de jóvenes entre 18 y 30 años no están inscritos en los registros electorales como una manera de demostrar su desprecio y desacuerdo por  un sistema político que, -como muchas otras cosas en Chile-, no es equitativo ni representativo y sólo contribuye a acentuar las diferencias y brechas sociales actualmente existentes y todo esto, en un país que hace menos de 5 años, era señalado como un ejemplo de desarrollo que le llevó a ser admitido en el exclusivo club de los países ricos.

La situación actual y de futuro inmediato no  es fácil y comporta posturas que están en las antípodas como por ejemplo, que un 80% de la ciudadanía esté de acuerdo en eliminar el lucro en la educación y que estima  como algo absurdo, que las mensualidades que un alumno debe pagar a las universidades a través de créditos contraídos para “toda la vida” al concluir sus carreras acumulen, deudas por montos superiores en muchos casos, a los 60.000 (60mil) euros, es decir casi 90.000 (90mil) dólares que tardarán 30 años –con suerte-, en pagar.

Por otra parte, la pregunta del “millón de dólares” sería cuanto estaría (o está) dispuesto a ceder o cambiar, el gobierno de Piñera cuyos miembros representan en pleno, a las clases más acomodadas de Chile y que son en gran medida, depositarios y firmes seguidores del sistema económico impuesto y heredado del dictador Pinochet.

Sin ir mas lejos, los propios ministros Longueira y Lavín, más el vocero de gobierno y primo del presidente, Andrés Chadwick fueron señalados por el propio Pinochet, como “ejemplos de su régimen” en aquel teatral, grotesco y multitudinario acto de culto a la personalidad del dictador, realizado en 1977.