www.euromundoglobal.com

Relato Corto

La última noche

Por Rodrigo Pérez Maldonado (Santiago de Chile).  

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Enciendo la luz. Encerrada entre aquellas sábanas, en que tu piel acaricia mi almohada, te veo desnuda.

Tan desnuda como nunca antes te haya visto, y tu rostro se hace evidentemente frágil ante este escenario de movimientos, todos detenidos en el pasado.

Me excitas, pero no te quiero hacer el amor, sino más bien mirarte, y sentir que al hacerlo me debilito, hasta quedar indefenso y sofocado por tu majestuosa figura.

Entiendo, al fin, lo que me dijiste al oído en aquella ocasión; mas pienso si lo dijiste en serio, o jugándome otra de aquellas bromas universitarias.

Decías que sería nuestra última noche juntos. Que te irías a tu casa, donde tus papás, y me dejarías libre para acostarme con cualquiera. Y fue tanta mi impresión, ante esa sentencia tajante, que debí, quizás, poner una mueca estúpida con los ojos abiertos y la cara pálida, porque comenzaste a reír. Y nos reímos juntos, nos acariciamos, terminando cálidamente abrazados y tendidos.

Ahora te veo allí, acostada, con los ojos escondidos en la sombra de tu manta, y respirando callada y plácidamente; dudo del supuesto juego que empezaste, y que ahora me deja frente a un abismo de locuras y encantos. Creo que sería el motivo que tantas veces busqué para acabar conmigo, y que encontraste, así tal como me encontraste.

Cierro mis ojos, y los abro, creyendo estar despierto aún.

Me detengo ante el tocador, y lo observo. Por sobre él dos espejos que me dejan en su centro, en un vacío similar a tus palabras.

Te vuelvo a observar, pensando despertarte, y sacarte así de aquel ensueño que ahora te posee; desprenderte como un pétalo de rosa, que yace serena en su jardín. Pero no puedo ni quiero hacerlo; sino más bien, mirarte, puesto que quizás sea la última vez que sienta esta clase de cercanía divina.

Yo te deseo sin tocar, pero quiero hacerlo. Me acerco y, con la mayor suavidad posible, deslizo mis dedos en tu mejilla izquierda. Dichosos resbalan, y se pierden ante esta superficie de purezas encantadoras.

Quiero besarte, quiero volver a sentir tus labios, necesito de esos poemas que condujeron mi vida alguna vez. Me aproximo a ellos y los vuelvo a sentir, así más tibios que nunca.

Lentamente, levanto un poco las sábanas que te protegen del frío matutino.

Te respiro, y te toco. Rodeo tu cuerpo con mis brazos, huelo tu pelo, y lo beso. Me derrito en ti, en tu dulzura, en tu calor. Suspiro, y te digo calladamente:

.-Por favor, no te vayas.-

Creo que me has escuchado, pues te mueves un poco. Muestras tu sonrisa como nunca antes la haya visto, y me dices:

.-Te dije que tengo que irme a mi casa, con mis papás.-

Viendo la agonía en mis ojos, continúas:

.-Abrázame, dime lo que sientes por mí, dímelo.-

Frunzo el ceño, no comprendo nada. Se supone que te lo he dicho más de alguna vez.

.-Te quiero mucho, en realidad, más de lo que pueda expresar.-te digo, y te miro, pero te ves diferente. Pareces estar demasiado tranquila para cómo te conozco.

Un movimiento rompe la situación. Pones tus dedos en mis labios, y haces con los tuyos una advertencia de que me calle.

.-Por favor, no te vayas.-Te repito, imaginando casi una orden.

Pero me miras a los ojos, y es como si estuvieses enfadada, ofendida quizás, porque te amase, porque dependiera de ti de esta forma. Como si fuese un pecado quererte.

.-Tu amor no impedirá que me vaya, ni tus abrazos, ni tus besos.- me dices con los ojos fijos en la lámpara que nos alumbra.

Y te beso, no soporto escucharte hablar tantas tonterías. Deberíamos estar haciendo el amor, besándonos, acariciándonos, y no estar hablando de esto.

Pero mi beso resulta sin acogida de tu parte, y sólo me miras fijamente.

Y así, pasan los segundos y los minutos, los cuales se ven interrumpidos porque comienzas a palidecer.

.- ¿Qué te pasa? ¿Tienes frío?- te pregunto, abrazándote.

Estás helada, tus manos y labios no son los mismos, el color primaveral de tu cuerpo está cambiando de una manera que me aterra.

Tus ojos no brillan, ni me muestran el camino que alguna vez decidí seguir.

Algo te ocurre, y te lo pregunto, pero no me contestas. Te beso, pero no mueves los labios, y tus pupilas fijas me encaran, superficiales las dos. Siento que intentas decirme algo, pero no puedes.

Me acerco, mas creo que no respiras, y me dices despacio:

.-Te dije que sería nuestra última noche.-

Cierras los ojos, y no los abres más. La cama sigue cálida, pero no lo estará tanto.

Te beso y mis lágrimas caen, y te las llevas. Entiendo todo: tus papás están muertos.

Tu rostro es el invierno, y mi sonrisa es el sol que nunca llegará. Te has ido.

 

 

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (19)    No(0)

+
0 comentarios
Portada | Hemeroteca | Índice temático | Sitemap News | Búsquedas | [ RSS - XML ] | Política de privacidad y cookies | Aviso Legal
EURO MUNDO GLOBAL
C/ Piedras Vivas, 1 Bajo, 28692.Villafranca del Castillo, Madrid - España :: Tlf. 91 815 46 69 Contacto
EMGCibeles.net, Soluciones Web, Gestor de Contenidos, Especializados en medios de comunicación.EditMaker 7.8