Olvido García Valdés (Santianes de Pravia, Asturias, 1950) es una de las voces femeninas más destacadas del panorama poético actual. Frente a los abundantes prejuicios masculinos de que la poesía escrita por mujeres es fácil o sentimental (el sentimiento también puede alcanzar cotas de excelencia), hay poetas como García Valdés que niegan con textos la mayor. Y así de valiosa en el concepto y la forma, a lo largo de su trayectoria artística. Las minúsculas sustentan sus poemas.
Catedrática jubilada en el IES de El Greco de Toledo, García Valdés es licenciada en Filología Románica y en Filosofía. Fue directora del Instituto Cervantes en Toulouse. Fue Premio Nacional de Poesía en 2007, por su libro “Y todos estábamos vivos” (2006).
Como el día sale de la noche,
la despierta su sangre cuando el tiempo
se despierta a sí mismo: oh tierra amada
cabeza dice, te beso y no busco
tu boca porque ahora está en todas partes
como sombras
los olivos salen en el alba.
“La obra de Olvido García Valdés, pese a su duración en el tiempo, y su prolongada extensión, mantiene unas coordenadas estéticas bastante claras, salvo algunos poemas de sus inicios (…) Desde que la autora alcanza su timbre y tono personales, ese grao poético de la voz que la caracteriza crece, y sus prosodias evolucionan y se amplifican y metamorfosean, pero dentro de un ritmo o crecimiento natural, casi biológico. Como hojas o ramas de un mismo árbol estético”, dicen los editores en la introducción a la Antología.
“Esta coherencia no solo representa la clara conciencia de la autora de estar en posesión de un proyecto poético de largo y alto alcance, sino también el respeto profundo al propio trabajo, a esa “honda respiración” que emana sus ondas sobre varias décadas de trabajo y cientos de páginas de mayor exigencia”.