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Opinión: “Es Mi Sentir...”

Los niños dañinos

jueves 29 de octubre de 2020, 02:33h

29OCT20 – MADRID.- Dicen que en general la mayoría de las infancias, de niños y niñas, son muy parecidas, en anécdotas, comportamientos y vivencias, por lo que solo contaré una parte muy resumida de la mía.

En la pandilla, aunque en algunos países se dice en la “patota” jugábamos a juegos de niños, hacíamos bromas de niños y también venganzas de niños, que a los pocos días de hacerlas, ya estaban olvidadas y lo más importante, no dejaban secuelas.. Esto de las venganzas es lo que quería contar, porque las he recordado hace un par de semanas.

Recuerdo una vez, que aprovechando que las calles donde vivía, eran adoquinadas y por lo tanto la circulación era lenta, con tres amigos de la pandilla o patota; el Lucho, el Polilla, yo, y el Pepe, diminutivo de José, no confundir, por favor con las siglas de un partido político.

Los cuatro con nueve años, asaltamos un camión que repartía vinos; en esos años había garrafas de cinco, diez y quince litros. También botellas que eran de un litro, casi no habían licores, por lo menos en mi barrio, eran muy caros. Robamos tres botellas y las fuimos a vender donde el “tano” de la esquina, que era una tienda de lo que llaman alimentación, y el tano, era un comercio de italianos, de los que en esos años habían muchos, lo que es ahora “el chino de la esquina” Nos las compró y con el dinero nos fuimos al teatro Valencia, que en realidad era un cine.

Vimos la película King-Kong entonces en blanco y negro. Finalizó el cine y cada uno a su casa. El regreso fue terrible, dramático y más que nada doloroso. No comprendimos o no nos dimos cuenta que las calles adoquinadas y el poco tráfico, permitieron al conductor del camión, estacionar rápidamente y bajarse del vehículo para recuperar lo que habíamos robado nosotros a la carrera, ya habíamos desaparecido.

Pero el hombre caminó por las calles del barrio haciendo preguntas a algunos vecinos y también a niños. Entre los niños interrogados por el conductor, estaba el Mococo, un integrante de la pandilla, que esa vez no le invitamos porque era gordo y no podía escapar en forma rápida ante cualquier situación de emergencia. Nos delató.

Entré en mi casa. Saludé a mi madre. Y noté que mis hermanos me miraban con seriedad. El conductor había hablado con mi madre y las otras madres, exigió el pago de las botellas, les recriminó que no nos educaban bien y que la próxima vez acudiría la policía.

Nunca mi madre me castigó como lo hizo esa vez. Con una correa que usaba para unir la máquina de coser al pedal del pie. La usó con fuerza, y mis piernas quedaron marcadas durante unos días, no podía caminar, los pantalones me hacían daño, fue una paliza con mayúscula, por eso decía que el regreso fue doloroso. Pero nunca más volví a asaltar un camión ni otro vehículo. Le estoy agradecido.

Pero como niños juramos vengarnos del Mococo, el traidor y soplón, eso para nosotros. Y nos pusimos de acuerdo. En su casa, en el ante jardín su madre criaba unos pequeños pollitos de esos que aun no tienen plumas, y una mañana sigilosamente entramos en el ante jardín y pisoteamos los pobres pollitos, creo recordar que murieron todos. Esa fue nuestra venganza. Pero insisto fue una venganza de niños, porque a la semana siguiente, nuevamente éramos amigos del Mococo.

La razón de contar esto, es por que hace un par de semanas, lo escuché en televisión primero y después leí en los periódicos, que las autoridades creo que del ayuntamiento, habían ordenado borrar poesías, nombres y pequeños currículos de algunos monumentos en plazas y paseos de la ciudad de Madrid.

Primero no me lo creí, después recordé que soy una persona muy mayor, y tal vez no sabía en qué fecha estábamos, y podría ser el 28 de diciembre, pero no era el día de los inocentes, era un día triste.

Este hecho lo comparé con lo ordenado por un demonio alemán que existió al comienzo de la segunda guerra mundial. Este excremento de la naturaleza, porque no puedo decir este hombre, ordenó quemar todos los libros que contenían un pensamiento diferente al suyo. Quizás mientras exista el planeta, pocos, muy pocos comprenderán tamaña estupidez. Pero no fue el único, en Chile, un ignorante conocido como el carnicero ordenó asesinar y destrozar a un hombre porque cantaba y tocaba la guitarra, tampoco el mundo civilizado comprenderá nunca por qué lo hizo y es más, también ordenó asesinar a un poeta que el mundo entero ovacionó cuando le fue otorgado el Nobel de literatura. Asesinar un poeta es matar la primavera, la ilusión, la inspiración, el amor y el respeto. En España asesinaron a un hombre porque los ciudadanos de éste país le decían poeta. Porque recitaba y escribía en contra de lo que consideraba injusto. Otros fueron expulsados, otros buscaron refugio lejos de la tierra que amaban y que les vio nacer. Podría citar centenares o miles de casos similares ocurridos en el mundo, y quiero preguntarme ¿qué tenían o tienen en la cabeza estos criminales? Es difícil saberlo.

Pero estamos finalizando el año 2020. No estamos en guerra, aunque las guerras no justifican asesinar hombres cultos y honestos, ni ningún otro. Los autores de este crimen contra la cultura, tal vez no saben el enorme cariño y respeto que hay en América especialmente, por la literatura española y sus creadores.

Los responsables lo quiere justificar, en ocasiones, hablando de democracia, que yo personalmente no sé para qué sirve, porque no hay lugar en el planeta, donde se viva en democracia.

Borrar o ser vengativos con personas que han agrandado el nombre de España en el mundo, no tiene explicación; cuando niño nos enseñaban a García Lorca, a Unamuno, Miguel Hernández, Largo Caballero, Machado y tantas decenas de otros personajes respetables, nunca nos dijeron si eran ateos, creyentes, comunistas, derechistas o lo que fuera, solo nos enseñaban sus escritos, su forma de pensar, su forma de actuar, por eso en América se les respeta y admira, y aquí en su propio hogar se siembra odio y rencor contra ellos.

Puede que los ciudadanos de América, una vez al año, recuerden que hace 600 años, les quitaron el idioma, bajo castigo de cortarles la lengua, que asesinaron a los gobernantes de esa época y les robaron sus tesoros, que dejaron enfermedades venéreas y la palabra patrón. Pero eso es una historia de conquistas sanguinarias, como las Cruzadas y tantas otras. Y no podemos volver atrás.

Pero la cultura no tiene fecha de caducidad. La cultura es el abono con que la sociedad quiere regar los cerebros de los niños, para que no se repitan genocidios anteriores. Borrar la cultura es inmoral, es sucio, es ignorancia, es ambición desmesurada por el poder y por consiguiente del dinero ajeno. Quien quiera puede preguntarse; qué opinarán en Europa, en América y el resto del mundo. Qué se preguntarán, inventarán chistes, bromas o pensarán que es mentira. Tal vez algún ciudadano busque un nombre entre los responsables, para unirlo al demonio alemán, o al carnicero chileno, y nadie lo podrá negar.

Se podría decir que hace años estos ignorantes, también fueron niños como los de mi pandilla, o pandillas de sus épocas, tal vez aun son niños, pero nosotros fuimos diferentes, nunca soñamos, un día volver a ser niños, y menos ser, niños, dañinos.

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