El pasado jueves, la Junta de Portavoces del Congreso decidió suspender quince días la actividad parlamentaria por la crisis del coronavirus, después de que dieran positivo dos ministras del Gobierno (Irene Montero, de Unidas Podemos y Carolina Darias, del PSOE), un miembro de la Mesa de la Cámara (la vicepresidenta Ana Pastor, del PP) y dos diputados de Vox. La petición de la presidenta del Congreso fue clara: teletrabajo siempre que fuera posible excepto para el pleno del próximo día 24, al que solo asistirán los diputados que intervengan en la sesión. El resto, deberá seguir el Pleno telemáticamente.
Pero Álvarez de Toledo, que según fuentes del PP tan solo mantiene un "retén mínimo" en el Congreso, siempre se manifestó partidaria de seguir yendo a trabajar a la Cámara Baja. "La democracia no se pone nunca en cuarentena. Es impensable, inasumible e inaceptable. Los Parlamentos no se cierran ni en una guerra", llegó a decir la portavoz popular la semana pasada.
"En un momento excepcional los diputados debemos ejercer con más motivo nuestra labor de oposición y de control al Gobierno, de impulsar iniciativas, debatir, de exigir la presencia de los máximos responsables políticos aquí, y que quienes gestionan esta crisis den la cara y comparezcan", señalaba Álvarez de Toledo en rueda de prensa, una vez se conoció el aplazamiento de los plenos de la Cámara Baja.
También utilizó argumentos similares para defender que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acudiera al Congreso a dar explicaciones sobre la gestión del coronavirus. "La mejor tribuna para dirigirse a todos los ciudadanos es el Congreso. El Congreso no sustituye ni a un plató de televisión ni a la sala de prensa de La Moncloa. Es donde se habla a toda la Nación, a todos los españoles, se les tranquiliza y se les dice la verdad. Y, a veces, toca adoptar medidas difíciles. Eso es liderar un país", señaló.
Iñigo Aduriz
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