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Opinión: “La cueva del Lobo...”

Un verano italiano...

Por Ignacio Vasallo
lunes 02 de septiembre de 2019, 13:07h

02SEP19 – MADRID.- En nuestra civilización europea tenemos asumido que dedicamos un mes al año al ocio y los restantes once al negocio, el nec otium,el no ocio. Si en la cultura grecoromana el nec otium tenía connotaciones negativas –tener que realizar una actividad no placentera para sobrevivir- en nuestra forma de vida actual, claramente influida por el protestantismo, ocurre al revés, es el ocio el que no goza de buena fama.

Un verano italiano...
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Veamos el ejemplo de la política en la que los que ocupan los niveles más altos se van como mucho un par de semanas de vacaciones y enseguida se acusan unos a otros de no estar en su puesto de trabajo.

Para resolver ese problema no nos queda más remedio que acudir a Italia, donde la contradicción más evidente se convierte en una situación aparentemente normal sin solución de continuidad. Expresiones que aquí tendrían connotaciones negativas, chaquetero pongamos por caso, se convierten en “ voltagabana “que quiere decir los mismo, pero que en Italia identifica a varias docenas de diputados que en cada legislatura cambian de partido, alguno hasta en seis ocasiones , sin que ello sea obstáculo para ser de nuevo candidato por el partido que sea y regresar a la Cámara .

Otra expresión maravillosa que describe la relación entre el contribuyente y Administración es la del “ acompagnatore fiscale”, la persona encargada en acompañar al cliente que acaba de comer en el restaurante que le contrata ,hasta los trescientos metros del local , límite que marca la ley, con la factura, por si aparece un inspector, para luego regresar y repetir la operación con la misma factura y nuevo cliente.

Pero este verano ha superado todos los límites anteriores. El “Berlusconcillo” y Ministro del Interior Salvini se ha dedicado durante la última semana de julio y la primera de agosto al “beach working”, según expresión propia, es decir a cometer el sacrilegio de utilizar la playa, el lugar por excelencia del ocio, para hacer negocio, en su caso político vendiendo, en bañador y cangrejeras , y micrófono en mano, por el Sur de la península, las bondades de su programa y la necesidad de convocar elecciones, tras la moción de censura que presentaría al Gobierno del que es Vicepresidente.

Uno todavía se acuerda de que en los años ochenta el Primer Ministro Aldo Moro iba a la playa en traje y corbata y se instalaba debajo de una sombrilla para leer el periódico. Por supuesto nadie le vio nunca en bañador, y no digamos Giulio Andreotti, al que nadie pudo fotografiar sin gafas. Los admirados Fellini y Visconti nos enseñaron el distinto uso que hacían de las playas las diferentes clases sociales según la vestimenta que iba de traje de lino blanco con canotier a bañador con tirantes.

Cuando creíamos que el deseo de Cavour de “hacer italianos” se había cumplido nos encontramos con que a lo mejor se le fue la mano. No olvidemos que el “Trumpito” Salvini sigue siendo el Jefe de la Lega, a la que le han quitado el apellido de Nord; esa que gritaba lo de Roma Ladrona, que deseaba un estado propio en la ilusoria Padania y que tan buenas migas hacía, y sigue haciendo, con los ”indepes “ nuestros. Es como si en España Esquerra Republicana de Catalunya , suprime de su título las dos últimas palabras y se convierte en el principal partido en Andalucía.

Decía Felipe González que en España ya tenemos crisis gubernamentales a la italiana pero que no tenemos italianos para gestionarlas. Por supuesto que no. Allí la crisis es la forma natural de vida del sistema, pero ni los medios de comunicación ni el público en general se muestran preocupados por la situación. Algunas capas sociales como los pequeños y medianos empresarios de empresas tecnológicamente punteras del Norte aparecen satisfechas de que no les estén tocando las narices.

Ellos a lo suyo. Salvini hace de Disk Jockey, pinchando incluso el himno nacional, como una de las variantes del “beach working”, al tiempo que sus socios le hacen la cama, mientras aquí el vicepresidente de la Junta de Andalucía le indica al Presidente del Gobierno el camino de vuelta desde “Las Marismillas” a La Moncloa a ver si trabaja para formar Gobierno, al tiempo que se va a Galicia, haciendo ver que el “negocio” es más importante que el “ocio” no solo once meses al año sino once meses y tres semanas. Igual es que el espíritu de Max Weber ya ha penetrado en nuestro sustrato cultural y nos hemos transformado en protestantes sin saberlo, con lo que no hay manera de convertirnos en italianos para resolver la crisis como le hubiera gustado a Felipe González. ¿O acaso alguien conoce a algún político italiano que se declare orgulloso de ser protestante?

Ignacio Vasallo

Destacado profesional del sector turístico en España. Fundador y primer Director General de Turespaña. Ha sido consejero de Turismo en Estocolmo, Nueva York, Milán, Londres y Paris.

Es miembro de - FEPET - Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo y Gastronomía

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