Orquídeas, rosas y geranios en arbustos, macetas o ramos, que dotan de alegría, color y gracia a un pintura que se hace grata a los ojos y a la sensibilidad del espectador. El autor juega con frecuencia con el trampantojo de la materia entre el soporte del lienzo, el papel, el pigmento, los textiles de las flores y el metacrilato que las protege para dar una sensación más matérica y de relieve en el espacio interior de las piezas.
Una figuración que alterna el dibujo de las plantas, flores, vallas de madera y rodrigones, con una interpretación más desecha de las mismas. Antonio de Ávila cuida la composición con una atención especial a la proporción áurea, de modo que los planos parecen insinuar una banda o un tapial que subraya el motivo floral. Algunas líneas en la base o en el metacrilato de cubierta añaden una presencia o fijeza geométrica a la iconografía.
Antonio de Ávila (Ávila, 1958) es un pintor de acendrada trayectoria artística, fiel a su propia elección y coherencia plática en los distintos estilos que se han ido encadenando en su obra, centrada últimamente en la flores radianes y hermosas durante más de diez años.
Junto a Lola Saelices, Antonio de Ávila es profesor de pintura en la galería ARDEARTe (Ardemans, 24, Madrid), por donde han desfilado pintores emergentes que saben apreciar su magisterio.