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Los brazos abiertos de Irán
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Los brazos abiertos de Irán

Texto y fotos: Diego Caballo – Miembro de FEPET

jueves 03 de enero de 2019, 21:17h

03ENE19 – MADRID.- Quizás por un exceso de información, que a veces desinforma; quizás porque los prejuicios nos acompañan antes de estar y ver, viajar a Irán no figura en los primeros puestos de nuestras preferencias hasta que nombres como Ciro, Darío, Alejandro Magno…, que dejaron allí su huella indeleble, nos traen los ecos antiguos que resuenan hasta el origen de civilizaciones milenarias.

Pasear por Persépolis, la antigua capital de Persia, visitar algunos de los más bellos tesoros de la arquitectura islámica en Teherán y otras ciudades como Shiraz, Yazd, Kashan o Isfahan, esta última con su plaza de Naqsh-e Jahan (plaza del imán), la segunda más grande del mundo, en la que conviven mezquitas, palacios y jardines, es una experiencia que formará parte de nuestros recuerdos inolvidables.

Las numerosas mezquitas, con sus cúpulas y alminares, se erigen orgullosas luciendo sus colores turquesa mientras el pueblo llano vive la oportunidad de una nueva Irán que intenta olvidar y superar nefastos acontecimientos, con los que tanto sufrió el pueblo.

La antigua embajada de Estados Unidos, en Teherán, que permanece como recuerdo visitable de la tan conocida crisis de los rehenes en 1979, año que puso fin al Sha de Persia y dio paso al poder los Ayatolas, tras el triunfo de la revolución, que ofreció a la población enardecida nuevos aires aunque con recortes de libertad, fundamentalmente para la mujer, que tapa de cabeza a pies el traje tradicional que obliga a que nos fijemos en los ojos pintados y negros que casi siempre acompañan a la sonrisa cálida que ofrecen al visitante.

Irán, república islámica ubicada en el golfo Pérsico, con sus 82 millones de habitantes y una extensión de casi 1.700.000 kilómetros cuadrados, con sus numerosos grupos étnicos, es vestigio de ocupación de griegos, árabes, mongoles, turcos… Es montañas, desiertos profundos, bazares mágicos de cuentos misteriosos, es “perderse” por sus callejones estrechos de ladrillos y adobe, que le ha inyectado una cultura sofisticada, antigua y una población educada y generosa que hará que el viaje perdure en nuestra memoria.

Difundan la cara verdadera de Irán, uno de los cinco primeros países más seguros de mundo, que tiene mucho que mostrar en historia, arquitectura, gastronomía y, por encima de todo, su gente, siempre generosa, amable y cordial con los que nos visitan, nos decían en InDoostan Tours, que organizaba este viaje.

Shiraz

Durante más de dos mil años, Shiraz, sinónimo de refinamiento, poesía y vino, fue considerada centro de la cultura persa y una de las ciudades más importantes del mundo islámico medieval, además de la capital de Irán durante la dinastía Zand. Aquí se pueden visitar las tumbas de dos grandes poetas, Hafez y Saadi, cuyos versos celebran el placer del amor, el vino, la caza y todo lo que pone en relación la vida cotidiana con la búsqueda de la eternidad, que se han ido convirtiendo con el tiempo en importantes sitios de veneración.

Es interesante visitar la mezquita de Vakil y los baños del mismo nombre, que reproducen sus costumbres ancestrales, con áreas para mujeres y para hombres, y el santuario de Ali Ebn e Hamzeh, que es el mausoleo y mezquita donde yacen los restos del emir Alí Ibn Hamze.

Shiraz, de tráfico caótico, cuenta con magníficos jardines y extraordinarias mezquitas y es el punto de partida para la habitual excursión a Persépolis, que es el destino turístico principal de la zona.

Nos cuenta Coral, la guía, que alrededor de Shiraz hay más de un millón de nómadas que viven de su trabajo (agricultura y ganado), que cambian de asentamiento, según el clima, y venden sus productos a pie de carretera También nos cuenta que aquí las mujeres tienen fama de ser muy bellas porque se lavaban la cara con vino, y que en aquella época los hombres se reunían a beber, salvo uno de los asistentes. Bebían de más y hablaban de más, y al día siguiente el que no había bebido obligaba a cumplir lo prometido por los beodos.

Persépolis (la ciudad persa)

Fue la capital del Imperio Persa durante la época aqueménida. Construida en el 518 antes de Cristo sobre la montaña de La Misericordia, por orden da Darío I, para enfatizar la unidad del Imperio y mostrar la grandeza del reino. Continuó su construcción durante dos siglos hasta la destrucción parcial por Alejandro Magno, aunque esto no está demostrado, en el 331 antes de Cristo. Su último rey fue Darío III.

Patrimonio de la Humanidad desde 1979, en el siglo XVIII se certificó que las ruinas eran de la antigua capital aqueménida. Mide 125.000 metros cuadrados y comprende un enorme complejo palacial con edificios que tuvieron funciones rituales, protocolarias, administrativas, apartamentos reales, administración del tesoro y tumbas reales y amplios jardines.

En nuestro recorrido podemos apreciar la representación de numerosos animales – siempre machos – y el control de la luz en la construcción, que inspiraba misterio en las audiencias palaciegas, además del símbolo de Faravahar, uno de los emblemas más conocidos del zoroastrismo, con una larga tradición en la cultura de Oriente Próximo y Medio, que consiste en un disco alado con dos patas o soportes - guerra eterna entre bondad y maldad - y las alas con las que podrás volar al más allá y alcanzar la gloria eterna si piensas bien, hablas bien y actúas bien.

Naqsh-e Rostam y Pasargadae

Aunque los historiadores aún siguen debatiendo sobre la veracidad o no, parece que en Naqsh-e Rostam se encuentran las tumbas de Darío II, Artajerjés I, Darío I y Jerjés I, ubicadas de izquierda a derecha, con representaciones de escenas de conquistas y ceremonias reales.

En Pasargadae, al norte de Persépolis, se alza majestuosa y solitaria la tumba de Ciro, al parecer, diseñada por él mismo. Tiene una altura de once metros y consiste en una cámara funeraria que descansa sobre seis pedestales escalonados con un diseño que simboliza las conquistas y las grandes civilizaciones sometidas por este rey de aqueménidas.

Yazd

Fundada hace 5.000 años, famosa por sus qanats (acueductos subterráneos), que se pueden admirar en el Museo del Agua, esta ciudad nos ofrece un paseo tranquilo por su laberinto de calles cargadas de historia, con una mezcla de gente entre la cual hay un porcentaje que aún sigue la antigua religión zoroastra.

Situada en una llanura rodeada de montañas, es una ciudad en la que el viajero puede apreciar sus casas de ladrillo de adobe, sus torres de viento, con su templo del fuego, en el que permanece una llama de la que se dice que viene ardiendo desde el año 470, ininterrumpidamente. Esta llama fue trasladada a Ardakan en 1174, a Yazd en 1474 y a su ubicación actual en 1940, y venerada hasta nuestros días por los seguidores de la fe zoroastra, la religión monoteísta más antigua del mundo.

En su casco antiguo, uno de los asentamientos más antiguos del mundo, según la Unesco, que la incluyó en la lista del Patrimonio Mundial, se eleva la mezquita Jameh, con un portal de entrada, que es de los más altos de Irán, flanqueado por dos minaretes de 48 metros de altura y decorada con inscripciones del siglo XV.

Otros sitios de interés en Yazd

Sin lugar a dudas, aconsejamos “perderse” en su Bazar, con sus innumerables tiendas, característico vocerío y desorden ordenado, y visitar la mezquita jame de yazd, con sus preciosos colores azul turquesas, construida en el siglo XV, también conocida como la “mezquita del viernes”.

Las Torres del Silencio

Este cementerio tradicional de los seguidores de la antigua religión zoroastra, es donde antiguamente eran llevados los cadáveres, pues no incineraban para no contaminar el aire y no enterraban para no contaminar la tierra, por lo que en estas torres se exponían los cadáveres, que eran devorados por los buitres y después los huesos eran echados a un pozo con cal viva para hacerlos desparecer.

Abandonadas en la década de 1960, con varios edificios que se utilizaban para la preparación ceremonial de los cadáveres, estas torres zoroastras se levantan en dos áridas y solitarias colinas al sur de Yazd.

Isfahan

Isfahan, la tercera ciudad del país, es un destino “obligado” en Irán, recomendado por sus destacados edificios islámicos, sus talleres de artesanía, sus grandes avenidas pobladas de arboledas, como un gran museo natural; su histórico bazar y su plaza, considerada Patrimonio Mundial de la Unesco, además de su polémica central nuclear, ubicada a las afueras.

Plaza Naqsh-e Jahan

Patrimonio Mundial de la Unesco, peatonal, pero por la que circulan numerosos coches tirados por caballos, mide 512 metros de largo por 163 de ancho (la segunda más grande del mundo). Se diseñó en 1602 para mostrar la importancia de la ciudad como capital de un imperio poderoso. Desde que se construyó ha cambiado poco, y en sus extremos aún se pueden ver los postes de las porterías utilizadas en los partidos de polo que se celebraban en ella hace 400 años.

Al atardecer, con sus modernas fuentes, añadidas por los Pahlevi, cuando los minaretes y cúpulas se iluminan y resplandecen con los últimos rayos de sol, y las montañas nos ofrecen sus tonos rojizos a lo lejos, la bulliciosa plaza nos regala todo un espectáculo de azulejos, luces y gentío que va y viene.

Una visita al Palacio de Ali Qapu, del siglo XVIII, frente a la también visitable mezquita de Sheikh Lutfallah, y al imprescindible bazar donde podemos tomar una de las múltiples variedades de té, nos puede valer muy bien de despedida antes de salir para nuestro siguiente destino.

Matín Abad

Ubicado en la provincia de Isfahan, este campamento ecológico se construyó en el 2008 en el Desierto Central con el objetivo de ofrecer a los visitantes un alojamiento cómodo en jaima, habitaciones o cabañas, paseos en camello o a pie a través de paisajes de dunas de arena y gargantas entre montañas, además de paseos nocturnos bajo el cielo estrellado y disfrutar de una bonita velada junto al fuego en el que se prepara el té, maíz asado y otros alimentos. Por su proximidad, después de la cena en el campamento pudimos visitar también el santuario de Agha Ali Abbas.

Dentro de la provincia de Isfahan, en la ladera del monte Karkas, visitamos Abyaned, con sus casas de barro, que se endurece más con la lluvia. Es uno de los pueblos más extraordinarios por su clima y posición natural, con sus casas construidas sobre las laderas de las montañas.

Pasear por sus calles y alrededores, donde se puede comprar productos como miel y frutos secos, es sentir el pasado remoto, medieval e imaginado. Peculiares puertas, ventanas y su gente sentada a la puerta, en su mayoría ofreciendo una sonrisa a los persistentes turistas y sus teléfonos móviles de poderosas y, algunas veces, molestas cámaras fotográficas.

Jardín de Fin

Sus orígenes son anteriores al período safávida, pero según nos dicen, en su forma actual fueron construidos bajo el reinado de Abbas I, siglo XVI, en la región de Fin. El jardín sufrió con posterioridad un abandono cada vez mayor y recibió daños en varias ocasiones hasta que en 1935 fue incluido en la lista de tesoros nacionales de Irán.

En 2011, éste y otros jardines representativos fueron inscritos en la lista de Patrimonio de la Humanidad.

Teherán

Capital de la República Islámica de Irán, en el norte del país, tiene una población aproximada de 9 millones de habitantes, lo que la convierte en una urbe de las más importantes del mundo islámico pero incómoda por el tráfico, que suele ser caótico a partir de poco más de la cuatro de la tarde.

Situada en las laderas de los montes Alborz, es la ciudad en la que todo existe y nada existe, es el sitio indicado para comprender el Irán de ahora y quizás del futuro, sin olvidar “amenazas” como las que indica algún cartel luminoso que va descontando día a día lo que le queda de existencia a Israel. Es tener la posibilidad de visitar sus magníficos museos y sus relajantes jardines sin olvidar sus modernos cafés y tradicionales salones de té.

En ella se encuentran no solo el centro político sino también las más importantes industrias de la nación, como el azúcar, textil, cemento, comercio de alfombras, refinerías de petróleo e industria automovilística.

Qué visitar

Palacio de Golestán, sede de gobierno de la dinastía Kayar, donde se lucen el trono de mármol y majestuosas salas, fue elegido Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2013. Los edificios que lo componen datan de distintas fechas y comprende los monumentos históricos más antiguos de la ciudad. En 1865 fue reconstruido en su forma actual y en la época Pahlavi (1925-1979), fue utilizado para recepciones oficiales de la realeza.

Las ceremonias más relevantes celebradas en el palacio de Golestán fueron la coronación de Reza Shah (1925) y la de Mogammad Reza Pahlavi en 1941.Tras la Revolución Islámica (1979) se convirtió en museo histórico y arquitectónico.

Museo Nacional de Joyas. Bajo tierra yace un fabuloso tesoro de diamantes, oro, esmeraldas, perlas, rubíes y zafiros; una imponente colección de joyas que habla del lujoso pasado de los reyes persas, como el diamante "Océano de Luz", el más grande color rosa del mundo, con un peso de 182 quilates, o El Trono del Pavo Real, de oro y con 26.000 piedras preciosas engarzadas, o una espada ceremonial con 1.800 diamantes en su funda y empuñadura.

La visita, aunque impresione por las riquezas dignas de fábula, particularmente de las dinastías del período de los Qajar y los Pahleví, se convierte en incómoda debido a las estrictas medidas de seguridad, con prohibición de tomar imágenes, acceder con teléfonos móviles o cualquier otra cosa, que incluye un simple cuaderno de notas.

Museo Nacional de Irán. Inaugurado en 1937, donde se exhiben artefactos que se remontan al Paleolítico, guarda también antigüedades persas, que incluye vasijas de cerámica, objetos metálicos, libros, monedas y otros objetos de todas las épocas.

La torre Milad, que nos ofrece preciosas vistas panorámicas de la ciudad. Es la torre más alta de Irán. Mide 435 metros y es el símbolo de su modernidad. Fue construida en 2007 y abierta al público en 2008.

Pertenece al complejo Milad, que incluye restaurantes, un hotel de cinco estrellas, un centro de congresos, un centro de negocios y un parque tecnológico.

El Gran Bazar. Aunque tiene varias entradas, la principal es la de Sabze-Meydan. Está dividido en diferentes corredores de más de diez kilómetros de longitud, cada uno especializado en diferentes tipos de productos. Es una desorganización organizada donde se puede encontrar de todo y donde el mayor peligro que se puede correr es ser atropellado por uno de los innumerables carros que van por los pasillos transportando mercancías.

Irán, donde el intento de consumir alcohol puede acarrear cárcel, país de Ciro el Grande, cuarto exportador mundial de petróleo, moderno, y que forma parte del triángulo de oro de la cultura universal, junto con Egipto y Grecia, está caminando hacia el desarrollo turístico, algo que logrará más fácilmente si la estricta religión de los Ayatolas (señal de Dios), sobre todo con las mujeres, da pasos de apertura hacia la demanda del pueblo.

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