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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan…”

El teatro y las fuerzas políticas

13SEP18 – MADRID.- Vaya por delante queridos lectores que generalmente me he inhibido de entrar o escribir sobre temas políticos, que no es lo mío y sí el costumbrismo, lo psicológico y emocional, pero creo llegado un momento dada la situación de España de hablar un poco de ellos.

Por Germán Ubillos Orsolich
jueves 13 de septiembre de 2018, 22:22h

13SEP18 – MADRID.- Vaya por delante queridos lectores que generalmente me he inhibido de entrar o escribir sobre temas políticos, que no es lo mío y sí el costumbrismo, lo psicológico y emocional, pero creo llegado un momento dada la situación de España de hablar un poco de ellos.

Y viene a mi mente el malestar que me produce el hecho de que secularmente el teatro, tema del que creo entender un poco, sea asunto casi monopolizado por las fuerzas políticas llamadas de izquierdas, cuando el teatro a mi modo de pensar se divide únicamente en buen teatro y mal teatro, y que el buen teatro, el teatro del bueno debe ser patrimonio y disfrute de todos los españoles.

Y que hacen e hicieron buen teatro no solo Federico García Lorca, sino también Pedro Muñoz Seca; no solo Rafael Alberti sino también José María Pemán; no solo Alfonso Sastre sino también Alfonso Paso; no solo Antonio Buero Vallejo, sino también Carmen Resino o yo mismo.

Pero de forma curiosa e injusta al buen teatro destinado a los grandes escenarios solo acceden determinados autores y no quiero dar más nombres para no levantar rencores ni cosas por el estilo.

Escribir teatro es muy difícil, créanme, yo estuve sin escribir más de 18 años sencillamente porque estaba muy enfermo y consideraba que no lo iba a hacer como yo deseaba, como yo lo sé hacer. Pero aquí entramos en otro tema que puede producirles vértigo o sonarles absurdo y es el de la misericordia de Dios. Y yo he de darle las gracias por haberme regalado largas y penosas enfermedades a lo largo de mi vida, por haberme dado a entender lo que soy, que no soy nada, y desde esa nada comenzar a pensar.

Estoy escribiendo un libro sobre el tiempo, y la gestión que los seres humanos hacemos de ese tiempo, el que se nos concede. San Juan Crisóstomo, obispo muy sabio, cuya festividad se conmemora hoy, puso toda su enorme sabiduría al servicio de Dios. Seguramente era más sabio que todos los políticos actuales, de sabidurías muy pequeñas al servicio de unos ideales muchas veces pequeños, al servicio de sus propios intereses o los de sus partidos.

Un servidor se apellida Ubillos, que es nombre vasco, mis abuelos paternos eran de Andoaín y de San Sebastián; y el segundo, Orsolich, es catalán puro, y todos mis primos y mi abuelo materno eran y son catalanes, para ser exacto de Barcelona, y allí residen.

Pero yo soy madrileño, y de pura cepa.

Además ha sido misericordioso conmigo y me está permitiendo que ahora os escriba esta especie de carta, y os recuerde que sin esa bondad, esa misericordia constante, este pequeño, este minúsculo planeta azul, habría desaparecido del inmenso universo y con él vosotros, separatistas catalanes y vascos, y que os está perdonando todos los días vuestro orgullo desmedido, vuestra vanidad sin límites, vuestro personalismo ridículo y ególatra; que sin Él, sin su voluntad previsora y constante, desapareceríais en un solo segundo. Y que el primer bien para la economía y para todos los españoles es permanecer unidos, y que el primer bien para vuestras personas es que abandonéis vuestras egolatrías que no son sino idolatrías. Discutir en un Congreso de los Diputados sobre los másteres es ridículo, pero ¿qué son los másteres, se puede saber?: un invento americano. ¿Y qué son las carreras y qué las titulitis?, por favor no son nada, son ridiculeces, motas de polvo en un pequeño pero gran país llamado España, que costó ocho siglos en reedificar, en reconstruir.

Mirad en lo profundo de vuestros corazones, pensad lo que sois, imitad al joven rey que también es fruto de su divina misericordia. Pedid por mí, que soy un pobre hombre, un pobre autor sin más. Abandonad el narcisismo, el egoísmo personalista destructor de lo que de bueno y de bello tiene nuestro país maravilloso, privilegiado en su situación en el planeta.

Pensad que el teatro, el buen teatro no es de izquierdas ni de derechas, es solo eso, buen teatro y debe de representarse y de promocionarse en su totalidad para el bien de todos los españoles y del mundo entero.

Pensad en fin que nuestro país es una maravilla, tal como está ahora, unido. Pedid al Señor largas y duras enfermedades como las mías, que os hagan comprender todo esto, que os hagan ser un poco más sabios y más humildes, unos dirigentes que resuelvan los problemas que tenemos y no que inventen nuevos problemas que no tenemos. No ambicionéis el poder, ambicionad el bien común, el bien de España y la sabiduría al servicio de todos.

Yo solo os deseo, como autor teatral de todos los españoles, con sangre catalana y con sangre vasca, que nos reunamos todos más allá de este sueño o a veces pesadilla que llamamos la vida; que nos reunamos en la eterna, que es la de verdad.

Germán Ubillos Orsolich

Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.

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