En un país impresentable, donde los políticos todos son de baja estofa y cobardes, y el más hábil entre todos viene a ser Pablo Iglesias. El mejor orador. En un país que cae siempre e irremisiblemente en guerras y en hambrunas, en crisis cíclicas e irremediables. Un país ingobernable donde a cada uno de sus habitantes le gustaría ser presidente de su propia república, de la suya. Donde a los mejores talentos, a sus mejores hijos, siempre se les ha olvidado cuando no asesinados por sus propios hermanos. Donde nunca se dice la verdad verdadera y la iglesia secular te carga con pecados que no lo son, con pecados inexistentes, donde son los fieles los que deberían de dar la absolución a sus clérigos y no al revés. Donde todos viven engañados, donde a los verdaderos talentos se les tiene apartados. Un país de soplones, de ladrones y de matarifes.
Donde pasas frío, hambre y suciedad, donde te equivocas con frecuencia o pasas por loco cuando los locos son tus propios hermanos. Donde equivocas tus matrimonios, porque las mujeres son hombres y los hombres más torpes que el más ciego animal. Un país equívoco, de mil autonomías sin sustancia, de apariencias y lleno de miserias, de matones y líderes chulescos que no desean más que su bien personal.
Un país que dicen que tuvo en una edad del oro y en el que la juventud huye despavorida porque le han robado, el pan, la sal y el trabajo. Un país sin horizonte, donde nadie recapacita, donde ríen y beben antes de un apocalipsis; un país sin pensadores porque no tienen tiempo, un país lleno de envidias, de rencor y de odio. Con pocos de cantautores que han sido ya olvidados. De poetas que malviven. De políticos que en lugar de resolver problemas importantes crean otros inexistentes. Un país donde la gente cuerda se vuelve loca. Un país, repito donde las almas nobles, inocentes e ingenuas, pasan frío secular, pasan hambre y viven en suciedad.
Y el que no lo entienda que se pare a pensar, que yo tengo discípulos pero no hablo en parábolas.
Si (
No(
