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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan…”

“Viaje a Nápoles” de Fernando Riquelme: Una pequeña joya

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

jueves 05 de julio de 2018, 02:37h

05JUL18 – MADRID.- Conozco a Fernando Riquelme hace años, pero apenas nos habíamos tratado, tiene un apartamento alquilado en la casa en la que vivo y su mujer espectacular como María Callas y efusiva conmigo siempre que la encontraba, se interesaba por mí.

“Viaje a Nápoles” de Fernando Riquelme: Una pequeña joya

Ahora jubilado de mi cargo en el Ministerio de Fomento y liberado del placer o la carga de tratar o colaborar con los ministros del ramo, llevo una vida absolutamente desordenada dentro de un orden, algo así como mi “mala salud de hierro”.

La otra mañana tomaba el segundo de mis desayunos, el de las nueve de la mañana, en una famosa cafetería de la calle Ferraz de Madrid, curiosamente uno de los mejores restaurantes de la capital del reino, cuando apareció por la puerta del fondo Fernando Riquelme que me saludó con esa sabia delicadeza que tienen los embajadores de verdad, los Embajadores de España. Se sentó en la mesa de al lado y pidiendo otro desayuno o no, no lo recuerdo bien, nos pusimos a charlar durante más de una hora.

Me enseñaba disgustado un libro que acababa de publicar pero con algunas páginas mal impresas y de otro color. Le veía contrariado, pero quedamos en encontrarnos pronto.

Días más tarde y tomando mi segundo desayuno en “Puerto de Vigo”, así se llama el Restaurante, volvió a aparecer Riquelme y volvimos a sentarnos en dos mesitas contiguas y a la mitad del desayuno salió disparado a su casa – muy cercana – a coger un ejemplar ya bien acabado de dicho libro. No tardó ni cinco minutos en regresar y me entregó un ejemplar de “Viaje a Nápoles”, primorosamente editado por “Editorial Cuadernos del Laberinto” con portada en rojo y unas fotografías de Nápoles a muy distintos colores.

Le pedí que me lo dedicara y él algo molesto dijo que no era su costumbre, pero ahora sé que hice bien en hacerlo y él también lo sabrá, pues me ha hecho un regalo inigualable: “Para mi amigo Germán, esperando que le guste. Con un abrazo”.

Hay que señalar que Fernando, nacido en Orihuela como Miguel Hernández, es cuatro años más joven que yo y por lo tanto lleva tan solo un año jubilado, y eso de “la gestión del tiempo” que tanto me preocupa fue objeto de varias preguntas que le hice.

Pero bien, a lo que vamos y ya basta de digresiones. Empecé a leer el libro con autentico interés, pensé que era un libro de viajes y estaba en lo cierto, pero “¡ay lector, menudo librito de viajes!”. Tened en cuenta que este hombre tan delicado y amable ha sido Embajador de España en Polonia, en Suiza, en Liechtenstein, y ha representado a España consular y diplomáticamente en Siria, Argentina, Francia e Italia, siendo asimismo Cónsul General en Nápoles, cargo que precisamente desde esa atalaya privilegiada y acompañado de cuatro personajes oriundos y conocedores a fondo de la ciudad del Vesubio le permiten pergeñar algo más que un libro de viajes. Hay que tener también presente que el autor es miembro de la Real Academia de Gastronomía que preside Rafael Anson, hermano Luis María, el famoso académico y director de diarios legendarios.

Con toda esta panorámica informativa quiero deciros lectores, que “Viaje a Nápoles” de Fernando Riquelme es algo más que un libro de viajes, es de tal densidad, riqueza y belleza su prosa, aporta tal cantidad de datos minuciosos, tanto históricos, como pictóricos, gastronómicos, museísticos, costumbristas y psicológicos que hacen de la narración algo resplandeciente y altamente nutritivo. Es un libro escrito por un ser excepcional, de un talento indudable, de un lenguaje preciso y variado, poseedor de cuantos resortes narrativos y descriptivos puedan imaginar, y lo qua mi más me gusta poseedor de una ironía o sarcasmo capaz de cortar en seco cualquier digresión sobre unos hechos excepcionalmente hermosos e impactantes, pero dejándolos en su lugar, en el lugar que merecen, el lugar del mundo de las cosas y de las personas que solo son eso, cosas y personas enormemente caras o valiosas, pero vistas siempre desde fuera y no dejándose nunca llevar por la veneración o la glorificación.

En eso Riquelme Lidón - son su apellidos -, muestra su dominio y maestría de gran narrador con esa fuerza de los clásicos y los grandes narradores de todos los tiempos.

Eso sí, os recomiendo que lo leáis sin prisa, que os pongáis ante el libro con esa serenidad, con esa paz, con ese discernimiento placentero que requieren las cosas verdaderamente hermosas y valiosas de la vida.

(*) Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.

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