Paréntesis entrepelotas

No hacen muchos años, cuando había fútbol, solamente veíamos a los hombres hablar de pelotudeces. Fueron criticados por mucho tiempo, hasta que ahora todo el mundo está hablando puras huevadas. Mientras, en otros lugares del mundo, los animales humanos piensan de donde cresta vamos a sacar agua más adelante; piensan en cómo dejar de envenenarnos con los alimentos transgénicos; piensan cómo evitar las guerras y piensan cómo lograr la integración internacional de los seres humanos para fortalecerlos frente a los depredadores.

He tenido que esperar más de una semana tras terminado un campeonato de fútbol, para que bajaran un poco las pasiones y poder emitir una opinión sincera.

No entiendo cual es el placer enfermizo de disfrutar aplastando a otros. Si ya ganaste, disfruta. ¿Cuál es el sentido de además, meter el dedo en la herida de los que perdieron? Además… ¿En qué ganaron? ¿Cuál es el real mérito de esta estupidez?

Puntualmente, me parece muy vergonzoso que se haga leña de un hombre, de un semejante, que además de todo sufre de una enfermedad, que le impide entender que lo sucedido no es realmente importante. Me refiero a Messi y su Síndrome de Asperger. ¿Cómo nadie se conduele, al margen de su mal, de ver que a una persona le afecta tanto perder, que llega a las lágrimas incontrolables, a la renuncia y a su personal fin de mundo?

Que lindo hubiese sido, que los ganadores hubiesen tomado en andas a los segundos, que no perdedores, elogiándolos como buenos rivales. Eso habría sido más emocionante y loable que levantar una copa en medio del llanto y desazón de sus contrincantes.

La actitud a la que ha sido arrastrada tanta gente afiebrada por este mal llamado deporte, me recuerda a varios “ganadores” que han pisoteado a sus presas tras la “batalla”, tal como un ex presidente de Perú, con su imborrable fotografía posando con su pie sobre los asesinados por diferencias políticas o lo que haya sido. Aunque, pensándolo bien, yo me cagaría sobre la tumba de cierto personaje, al que no he matado ni mandado matar. Sin embargo, no lo haría delante de su familia o seguidores, pues desde niña he entendido bien, que la libertad mía termina donde comienza la del prójimo.

¿Cómo disfrutar de algo que hiere a otro?

Así como a los chilenos no nos gusta que nos asocien a todos con los ladrones internacionales, no ataquemos a nuestros semejantes de manera similar. ¿Es que están todos mal de la cabeza, ya?

Por mi parte, que tengo grandes amigos casi hermanos de amor universal en varios países, considero una insensatez que se use el término patria y la nacionalidad de alguno, como sinónimo de desprecio.

¿Por una tonta pasión? ¿Por algo tan insignificante se nos van los principios al culo? ¡Qué más si tuviéramos guerra! ¿Seríamos todos carniceros?

(Primavera Silva Monge – Santiago de Chile, Julio de 2016)