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Opinión: “La Columna de Prima…”

La manipulación al ser humano

Por Primavera Silva Monge – desde Santiago de Chile

Por Primavera Silva Monge (*)
sábado 09 de julio de 2016, 02:47h
La manipulación al ser humano

09JUL16.- Provengo de una familia longeva, donde los abuelitos morían sobre los cien años, como viejitos desgastados, durmiendo y soñando con ser reencarnados o simplemente salvados. Ni hablar que les arrebataran su dignidad geriátrica siendo entubados, desprovistos de sus prótesis dentales, amarrados en una cama de hospital, dejando a su muerte un gran “debe” para sus descendientes inmediatos.

Los hombres como mi padre, bailaban y saltaban hasta más allá de los 90 años. Para que ellos murieran se necesitaba un gran accidente que los asistiera. Por lo general, en los hogares no se escuchaban ayayayes cuando se sentaban o incorporaban de un asiento. No les crujían los huesos al caminar ni al pretender dormir. Los abuelos de aquellas épocas compartían con sus nietos que corrían por aquí y por allá y era raro que a alguno le diera una garrotera tipo las del Chavo del Ocho. Tampoco se los dejaban abusivamente a cargo como hoy.

Recuerdo claramente, cuando yo tenía alrededor de cuatro años, como un día congelado por el notición, se nos informaba en el colegio, que un padre de familia había muerto de cáncer. Fue como que nos hubiesen dicho que los marcianos habían venido a insuflarle la muerte. La palabra cáncer era tan censurada como la de muerte, demonio o infierno. No era un vocablo apto para el conocimiento, uso o manipulación de niños pequeños.

¿Qué ha hecho que nuestra sociedad asuma con tanta soltura la mala salud y la muerte? ¿Por qué se acepta el cáncer en guaguas, niños, jóvenes y adultos no tan mayores? ¿Qué pasa que nadie se congrega para protestar y que se dé una explicación desde las altas esferas mundiales acerca del exterminio lento, e individualmente costoso, de la humanidad? ¿Qué pasa que la gente no despierta? Cada día mueren miles de personas por cáncer corporal o por cáncer social y nadie se alerta, todos aletargados, contaminados con la falsa información de que “así son las cosas”, “es que ahora somos más”, “es que la Economía es el estudio de la escasez”, “son cosas de Dios”, “son asuntos de los poderes fácticos”, “así es la vida”, etc.

Algunas posibles causas serían algunos puntos que comentaré: Un día, mirando a la gente entrar y salir del edificio donde vivo, me di cuenta de cómo los jóvenes caminan como los ancianos desgarbados y lo encuentran normal. Me sorprendo malamente de que todos lo encuentren normal. ¿Estás enferma? Le pregunto a una chica que se ve muy joven para su caminar cansino. Su respuesta es no, que solamente está cansada. Recuerdo que más o menos a la edad de ella, yo me iba caminando de una región a otra, sin alimentos a la mano, ni agua y con taco aguja. ¡Qué está sucediendo!

Ahora otra cosa: Nos están acostumbrando a ser desprendidos de la familia, a no ser sentimentales, a no extrañar. No son de chistes las fotografías de grupos en que cada uno de los que los componen muestra una gran aptitud de zombi frente al celular, lo cual eventualmente le podría llevar a ser “elegido” para algún dramático y REAL reality. Es cosa de que desde el alto poder envíen una señal estratégica y los dejen a todos más tontos de lo que están ahora, en que provocan muertes conduciendo con el celular en la oreja o frente a los ojos “por si alguien” les dice algo, que en el fondo no les sirve para nada.

Por otro lado, con aquello de la larguísima escolaridad… tantos años de estudios inútiles para el ser humano… ¿Quién inventó que era bueno para ser alguien en la vida, el malgastarla inútilmente hacinado en una sala de clase por toda la mejor parte de nuestra vida? Los más grandes pensadores, filósofos, científicos, etc., gozaban de muchas horas de ocio y gracias a Dios en esos tiempos no se usaba la uniformidad, el encuadre humano, el emparejamiento, las limitaciones del derecho a pensar y ser diferente. Hoy en día, si a un niño lo atrapan pensando dentro de la sala de clases, es estigmatizado y considerado un niño problema y sugieren que lo lleven al médico para que retome su sentido de “cosa”, dentro de una cajita medianamente ordenada llamada escuela. Nadie se opone a aquello, nadie protesta, nadie defiende la independencia del pensamiento y la conducta. Nadie estudia, nadie investiga y se traga todo regurgitado por los medios de comunicación, que a su vez, le hacen la pega a los grandes poderes ocultos entre sus cables, la iluminación y el maquillaje (en sentido figurado).

El modelo social hace que la gente se vaya acostumbrando a no pensar, a recibir embutido todo contenido desde el exterior, desde donde los marcianos manipuladores que tienen el poder sobre la humanidad, aquellos multimillonarios con jactancia, esos ricos del mundo, los insaciables, los malditos comerciantes mercenarios, que comen, respiran y viven realidades muy diversas de las que la humanidad conoce a través de las películas, que es como se hace sociedad y cultura en nuestros días.

Hace unos treinta años, cuando tuve cáncer, fui asistida por un verdadero médico, una verdadera farmacéutica y me salvé pese a una verdadera metástasis. Mi colaboración fue cambiar la dieta alimenticia por productos, que con el tiempo también pasaron a ser negocios mundiales y por lo tanto, a ser contaminados con otros componentes para su conservación y comercialización masiva. Hoy en día, para salvarse de la contaminación alimenticia, personas inocentes consumen productos que antes eran como medicamentos naturales, por ejemplo la soya, que hoy es absolutamente transgénica. Es decir, si no mueren por una, mueren por otra “asistencia comercial”. Creo que no habrá salida si no averiguamos de dónde se desea salir.

La gente ha llegado a pensar que la muerte de personas jóvenes y niños por cáncer, por colapsos cardíacos, etc., son designios divinos y no considera, no piensa ni se niega al desenlace por lo mismo. Somos una gran cantidad mundial de ratas de laboratorio, que creemos estar libres dentro de una jaula de codicia de unos pocos que tienen el poder del dinero, que no sería tan grave si no conllevara el poder del conocimiento y la apropiación de la información.

Con todo, es una pena que las redes sociales se usen para herir a personas con atisbos de ser humano, en lugar de dar vuelta los dientes hacia quienes realmente nos están haciendo daño, no sólo para hacernos morir podridos en enfermedades, sino al desaparecimiento de nuestra moral o parte humana, sin siquiera dejarnos un trazo de esperanzas de que pueda existir un buen más allá.

Tener salud es inherente al ser vivo. No hay razón para ser enfermo si se sigue la intuición, sin embargo, esta misma defensa natural, al estar contaminada y aplastada, nos debería obligar a buscar a los responsables mediante preguntas y más preguntas, mediante el rechazo y la no aceptación de las enfermedades y el rechazo a sobrevivir drogados “de por vida”, según el permanente eslogan del cuerpo médico de nuestros tiempos.

¡Donde se ha visto!

(Primavera Silva Monge – Santiago de Chile, 09 de julio de 2016)

Primavera Silva Monge (*)

(*) Primavera Silva Monge es una escritora chilena, traductora de japonés, ex alumna del prestigioso Instituto Nacional de Santiago de Chile, artesana y socióloga por afición. Sus escritos los redacta referidos principalmente a los temas cotidianos imprimiéndoles una dosis de frescura y cercanía que hacen muy fácil su lectura y comprensión. Su género literario favorito es la novela y el relato o cuento corto.

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