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Opinión: “La Columna de Prima”

El Tiempo Pasa

Por Primavera Silva Monge – desde Santiago de Chile

Por Primavera Silva Monge (*)
viernes 01 de julio de 2016, 03:15h
El Tiempo Pasa

01JUL16.- Se ha establecido por ciertos sabios, que el día se divida en 24 horas vivibles, subdivididas en tres tercios, cuyos grupos de 8 horas se deberían destinar para descansar durmiendo, para trabajar y divertirse, que no es ir a un espectáculo de Dinamita Show, sino hacer algo diverso, es decir, distinto de dormir y trabajar.

En Chile ya nadie hace esos cálculos porque nos daría una depresión generalizada, como la que me da a mí cuando me las doy de matemática. Pero quiero que revisemos juntos, qué tanto cumplimos con estas normas para la salud mental, corporal y social:

Primer tercio, las 8 horas de sueño:

Para levantarnos a las 6 de la mañana, habiendo descansado las ocho horas necesarias para cargar baterías, deberíamos haber partido a la cama… ¡A dormir! … máximo a las 22 horas. ¿Hacemos aquello? Para nada. Al necesario descanso durmiendo, le restamos varias horas entre que se ve una película en la tele, entre que se responden los correos a los amigos o se chatea con el amor de los amores. Las dueñas o amas de casa, como le dicen en algunos lados, usan el mismo tiempo para lavar los trastos, dejar limpia y trapeada la cocina, planchadas las camisas, ordenado el living, botada la basura, esperar a que lleguen los hijos adolescentes, esperar que se duerman los niños más chicos tras la guerra de almohadas que los dejan con tos y dónde está el inhalador, que acuéstate tú, que baja esa radio, que corta ese teléfono o computador. Además, posiblemente hacer el aseo a algún adulto del hogar, que estuviese impedido. Por otro lado, dejar más o menos visto lo que se comerá al día siguiente, preparada la colación de los niños, los medicamentos para algún suegro o madre y generalmente, ayudar a hacer las tareas a los más lentos, buscando recortes y cosas por el estilo. Al grupo de necesitados de esta especie de Cruz Roja, se agrega al marido que está muy ocupado viendo una película en la TV o chateando por el celular.

Finalmente, al promediar el tiempo entre las actividades de los hombres y las mujeres, ambos adultos, estableceremos con mayor exactitud la forma en que robamos horas de restauración a nuestro organismo. Porque convendrán en que al celular y al automóvil se les otorga mayor valor que a nuestro cuerpo en cuanto al abastecimiento de energías. ¡Incluyendo las baterías recargables de la cámara fotográfica! Así de tanto subestimamos al famoso templo del alma.

Con todo, casi lo normal es irse a dormir cerca de la una de la mañana y, al levantarse a las seis, solo se duermen cinco de las necesarias ocho horas de descanso. Así se va estropeando poco a mucho, la pila del propio pellejo.

Segundo tercio, las 8 horas de trabajo:

¿A qué hora marcamos tarjeta en la oficina? Supongamos que a las 8:30 de la mañana, lo que daría una salida a las 17:30, si le agregamos la hora que usamos en la “colación” como se le llama despectivamente a la otra forma de reabastecimiento nutricional, a la que no me referiré latamente, ya que es un tema largo, complejo e interesante por sí solo.

¿Es lo anterior una realidad? ¿Dedicamos solo ocho horas al trabajo?

Nos habíamos levantado, tras dormir solamente cinco horas, a las seis de la mañana. Nos bañamos, nos tragamos el desayuno, respondimos medio cojeando a las múltiples y postergadas demandas de la familia y el hogar, partiendo la maratón a las siete y media. Es decir, una hora antes de lo que dice el contrato de trabajo, ya entregados en cuerpo y poca alma a la función de trabajar.

A la salida supuestamente puntual de las cinco y media se le suma un par de horas usadas en ciertos “acuerdos” de último minuto con el jefe, justo después de marcar la tarjeta (ni hablar de conseguir paga por tales horas no registradas), más la hora de traslado al hogar en locomoción que no vuela, sino que gusta de los “tacos” tan malamente conocidos por todos los chilenos.

¿Cuánto llevamos de tiempo en relación al trabajo?

Las ocho horas, más la de traslado de la mañana y la de la tarde, si tienes suerte respecto a la distancia de tu domicilio, más la infaltable hora robada por el gran jefe “Toro Sentado”, son once horas dedicadas al trabajo. Significa, que a las ocho horas de diversión, se le han restado tres horas sin asco.

Tercer tercio, las 8 horas de distracción o descanso despierto:

Nadie le da mucha importancia a este ítem, por eso se aprovechan y no hacen esfuerzos por mejorar la forma de traslado, pues la demora la asume como una culpa el mismo trabajador. Antes de llegar a cronometrar la hora de traslado para el retorno, se debe considerar la caminata hasta la parada, la tarea de comprar pan, medicamentos o alimentos para la mascota. A la madre se la carga con materiales inexplicables, que ni se sabía que existían, para alguna tarea que jamás verá realizada. Pueden sumarse, dependiendo del gusto, unas horas de reuniones en el colegio de los niños, que se dividen entre los padres si son varios hijos y el padre es buena onda o las asume la madre dividiéndose entre tantos hijos tenga. La pasada a retirar de los niños más grandecitos al colegio, al curso de refuerzo o a la casa del compañerismo para realizar una tarea en grupo. Quizás una inesperada conversación con el profesor jefe o de súbito, más conversaciones, con otros apoderados en circunstancias similares o diversas, si es que el hijo se porta mal y el otro bien o viceversa. Adicionalmente, existen cambios en esta rutina diaria. A veces no hay que comprar pan ni que asistir a reuniones. Hay unas llamadas citas al dentista personal o al de los hijos, citas con el padre o el suegro, la madre olvidada o el abuelo que llamó urgente para decir que ve menos, que se hace pipí en los pañales o que se siente un poco viejo. En fin…

Cualquiera de las funciones nombradas más arriba, que por suerte se dan por separado, hace llegar a la casa por lo menos a las 21 horas, que es casi la hora en que comienza a consumirse el primer tercio de las 24 horas, el del descanso hasta el otro día.

¿Dónde quedó el necesario tiempo para compartir con la familia, para la distracción, enriquecimiento intelectual o simple descanso en vigilia? ¿Quién responde por esa pérdida diaria de la salud, por lo tanto de la vida?

(Primavera Silva Monge - 01 julio de 2016)

Primavera Silva Monge (*)

(*) Primavera Silva Monge es una escritora chilena, traductora de japonés, ex alumna del prestigioso Instituto Nacional de Santiago de Chile, artesana y socióloga por afición. Sus escritos los redacta referidos principalmente a los temas cotidianos imprimiéndoles una dosis de frescura y cercanía que hacen muy fácil su lectura y comprensión. Su género literario favorito es la novela y el relato o cuento corto.

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