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Opinión: “La “Calumnia” de Prima

Educación Gratuita en Chile

Por Primavera Silva Monge – desde Santiago de Chile

Por Primavera Silva Monge (*)
martes 28 de junio de 2016, 16:59h
Educación Gratuita en Chile

28JUN16.- Aún recuerdo cómo mi hermana mayor sometía a votación familiar qué carrera seguir una vez terminada la segunda que cursaba gratuitamente. No era lo usual. Las universidades eran gratuitas antes de que me tocara a mí y no había mucha gente interesada en estudiar. No era por falta de recursos ni de tiempo. La gente vivía un mundo familiar y eso era contundente y satisfactorio.

Estudiar era casi para los contradictoriamente bohemios, para aquellos que no sabían qué hacer con su vida o para los intelectuales acumuladores de conocimientos. Era como una especie de “jobi”. Para mi hermana y cuestión de familia, estudiar era como jugar. Lo pasaba bien haciéndolo y punto. Ocurría con muchos que estudiaron gratuitamente y que luego no ejercieron. Total, no perdían nada personalmente, pues sus estudios los pagaban todos los chilenos. Nombrando a algunos más o menos conocidos en el mundo del deporte, para estar en el tema de estos días: Elías Figueroa, periodista; Tito Foulloux, ingeniero; Manuel Pellegrini, ingeniero; Facundo Sava, sicólogo; Arturo Salah, ingeniero, etc.

Por otra parte, la sociedad chilena de la época no contenía gran cantidad de madres solteras y las que había, estaban bajo el alero de la familia completa. Mucho menos había padres adolescentes o aún niños como hoy, por lo tanto, no había justificación para no iniciar o abandonar los estudios por razones familiares o de manutención. Dentro de ese extenso período de educación gratuita, no se hablaba de depresiones, bipolaridad, cáncer u otras enfermedades juveniles limitantes. Aunque en pequeño porcentaje deben haber existido, al menos no se vivía en función de ellas y las carísimas medicaciones como ahora. Como último dato la droga, que curiosamente ingresó en un período tan represivo como la dictadura, aún no había vejado a nuestra sociedad. En síntesis, en aquellos tiempos solamente el padre de familia era el sostenedor del hogar, así que tampoco se dejaba de lado el estudio por razones laborales o económicas. No se estudiaba porque no. Era gratis, así que en algún momento… pero no.

Una diversa forma de educación gratuita para nuestra era, sería favorecer a los autodidactas, considerarlos, valorarlos, calificarlos, respaldarlos, certificarlos. ¿Qué más gratuito que aquello? La mala calidad de la educación de hoy, pone a un profesor “universitario” a hacer dictado de algún texto (o deja a su alumno ayudante haciéndole todo el trabajo) y al sonar el timbre, parte a hacer lo mismo a otra entidad educacional. Ya no existen o hay pocos profesores que se puedan aplaudir por su vocación y pedagogía. Si ahora cobran por no hacer nada…. ¿Cómo sería la calidad de la educación si no se cobrara más? También me pregunto: ¿Cuánta gente estudiaría si la educación volviera a ser gratuita, que sería lo ideal?

En estos precisos momentos estoy viviendo una vergonzosa experiencia respecto al tema. Considerando que en Chile, estudiar idiomas es tan caro como una carrera universitaria, así sea que su logro no tenga más rango que la vanagloria de ser políglota, es muy plausible que la Embajada de Corea en Chile haya lanzado un programa denominado Nanum Academy. Es una idea diseñada por el actual Agregado Cultural, el multifacético Profesor Jay Park. El significado del proyecto es más o menos “compartir nociones académicas”. Pues bien, en las páginas de la Embajada salió un llamado para postular a Cursos Gratuitos de Idioma y Cultura Coreana. Postularon miles de personas, algo inesperado para los encargados, que debieron improvisar con diversos métodos para elegir y favorecer al máximo de interesados. Lo primero, una elección al azar de más de trescientas personas. En las diplomáticas páginas de la nombrada Embajada, las palabras soeces y malos modales no se hicieron esperar por parte de quienes quedaron fuera de la selección. Aún así y pese a la gran cantidad de elegidos, la entidad hizo un esfuerzo mediante un nuevo llamado, dentro del cual fui favorecida.

Para los efectos de concretar el regalo, la Embajada arrendó unas elegantes dependencias dentro de un reconocido instituto chileno, que fue copado por estudiantes ávidos de aprender gratuitamente. Diez o más salas repletas, profesores a destajo y libros gratuitos, entregados con mucho entusiasmo por compartir cultura. A la segunda clase, la asistencia disminuyó a la mitad. A la tercera, de veinticinco alumnos disminuyeron a cinco por curso y así se siguió arrendando dependencias para alumnos ausentes. Mucha gente prefería levantarse tarde en lugar de estudiar, fuera mediante educación de buena o mala calidad, pagada o gratuita, porque en realidad, en Chile, lo fácil, barato o gratuito no se valora, tal como el trabajo de las amas de casa.

Cabe señalar, que antaño no se publicitaba la educación, que era para una elite que acudía a las aulas con ropa importada (de marca, se diría hoy) y trajes elegantes. Ni hablar de jeans con las rodillas rotas. Eso fue cambiando en la medida que los ricos disminuyeron y la clase media crecía y se mezclaban en una verdadera universidad chilena. Pero ese cuento es antiguo. No se supo a tiempo y perdimos la chance.

(Primavera Silva Monge - 26 de junio 2016)

Primavera Silva Monge (*)

(*) Primavera Silva Monge es una escritora chilena, traductora de japonés, ex alumna del prestigioso Instituto Nacional de Santiago de Chile, artesana y socióloga por afición. Sus escritos los redacta referidos principalmente a los temas cotidianos imprimiéndoles una dosis de frescura y cercanía que hacen muy fácil su lectura y comprensión. Su género literario favorito es la novela y el relato o cuento corto.

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