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DESTINOS TURISTICOS: CHILE

Isla de Róbinson Crusoe, el último paraíso

Isla de Róbinson Crusoe, el último paraíso
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

La historia de Robinson Crusoe transcurrió en el archipiélago chileno de Juan Fernández, en Chile. Un escondite del que –a diferencia del marino escocés Alejando Selkirk-, quizasUd. nunca querría regresar.

IMAGENES DE ARCHIPIELAGO JUAN FERNÁNDEZ
Si sueña con un lugar donde poder perderse y le gusta la aventura, la naturaleza y la historia, le sugerimos un lugar que no le defraudará: la isla Robinson Crusoe (antes “isla Más a Tierra”), en Chile, que compone, junto a la de Santa Clara y la más alejada, Alejandro Selkirk, el archipiélago de Juan Fernández. Allí no funcionan los teléfonos móviles, no se usan las tarjetas de crédito, no hay cajeros automáticos ni bancos, en suma, un lugar ideal para desconectar del mundo exterior y vivir unos días en auténtico contacto con la Naturaleza. Ubicada en el Océano Pacífico a casi 600 kms. del puerto chileno de Valparaíso puede llegarse fácilmente en un servicio aéreo regular que prestan dos pequeñas compañías de avionetas además de un servicio de barcos. La isla cambió su nombre original después de que la aventura de “Robinson Crusoe” se convirtiera en una novela de gran éxito. La historia estaba basada en la experiencia vivida por el marino escocés Alejandro Selkirk, que pasó cuatro años allí como náufrago, después de que lo abandonara el capitán del navío pirata en el que estaba embarcado. Como es de esperar, las alusiones al personaje de la novela son constantes. No pase por alto visitar la Casa de la Cultura en Robinson Crusoe, en cuyo interior se encuentra el Museo Alfredo de Rodt y la Biblioteca Municipal Daniel Defoe. Tampoco se pierda lo que denominan la Cueva de Robinson Crusoe, que corresponde a una gruta de roca, en la que se supone que el marinero Alejandro Selkirk estableció su lugar de operaciones durante su estancia en la isla. La cueva también es llamada Puerto Inglés, porque en la colina que domina la bahía aún permanecen los cañones del fortín que defendió a la isla del ataque de los corsarios británicos. Según cuenta la historia de la isla, Selkirk no fue el único náufrago que recaló en este bello paraje y a Hugo Weber se le conoce como el Robinson alemán. Este marinero sobrevivió en la zona al hundimiento del acorazado Dresden, durante la Primera Guerra Mundial. La Plazoleta del Yunque fue su refugio y la isla le sirvió de morada durante nada menos que doce años. La mejor época para visitar la zona es entre los meses de noviembre a abril. El archipiélago está considerado por la UNESCO como Reserva Mundial de la Biosfera, y actualmente viven en ella alrededor de setecientas personas. La formación volcánica y su riqueza de flora y fauna convierten a las islas en un reducto exclusivo. En torno a un 70 por ciento de su vegetación y un 25 por ciento de los peces que viven en sus aguas son especies endémicas; incluso ciertos animales, como el colibrí o los magníficos lobos marinos, viven casi exclusivamente en ellas. Para conocer cada uno de sus rincones, dése el gusto de pasear y detenerse para contemplar cada detalle inesperado que le asome en el camino. Paisajes, flora y fauna al alcance de su mano y de su vista. Perciba cada olor y sabor. Una buena cámara fotográfica con suficiente espacio en la memoria es absolutamente imprescindible y recuerde que allí, no hay posibilidades de “descargar” su tarjeta de memoria o pasarla a un CD de manera que si piensa hacer muchas fotos, lleve una tarjeta de memoria de repuesto. No deje de visitar el cerro de Los Inocentes, el Camote, el Yunque y las Tres Puntas, en la zona más occidental de la isla Robinson Crusoe. Esta es la parte más seca y carente de flora. Los bosques y la densa vegetación se sitúan en el sur, en la zona más oriental. Haga una parada en El Mirador. Los amantes de la naturaleza, el mar y la montaña tienen la diversión en la palma de la mano. Sus cristalinas aguas invitan a la práctica del buceo para contemplar el universo que se abre bajo el océano. Su accidentada orografía con quebradas profundas, acantilados, cordones montañosos escarpados y abruptos, descubren, por contra, un aspecto que pueden aprovechar los aficionados al trekking. Pasear por la isla y sus parajes es un continuo detenerse a observar. Historia y naturaleza se dan la mano y las vistas desde cualquier punto son únicas. PARQUE NACIONAL DE JUAN FERNÁNDEZ. Fue en 1574 cuando el marino español Juan Fernández descubrió en el Pacífico este archipiélago, que bautizó con su nombre. Con el fin de preservar estas costas para la corona española, el marino luchó contra piratas y corsarios. Debido a los constantes ataques que sufrían las islas, especialmente la Robinson Crusoe, se estableció un sistema defensivo basado en la construcción de varios fuertes para que sirvieran de protección contra los piratas y corsarios que asolaban las costas de América. Fuertes como el de Santa Bárbara, San José, San Francisco Javier, San Carlos, Español, Fuerte Inglés o Puerto Francés, se ven por los lugares más emblemáticos de las islas. El más curioso es el de Santa Bárbara, declarado Monumento Nacional en 1979, que se ubica en el pueblo de Juan Bautista, en Robinson Crusoe. Otras construcciones o lugares de interés son: la Cueva de los Patriotas, ubicada frente al muelle de la isla más grande y que fue utilizada como refugio de piratas, y hoy convertida en Monumento Histórico Nacional. Toma el nombre del recuerdo de 42 patriotas chilenos que fueron desterrados a la isla por parte de los españoles, durante el período independentista. Este lugar fue testigo, también, del primer enfrentamiento naval de la Primera Guerra Mundial entre la armada inglesa y la alemana, que se saldó con el hundimiento del acorazado germano Dresden, frente a la Bahía de Cumberland. El Parque Nacional Archipiélago de Juan Fernández lo conforman las tres islas y abarca una extensión de casi diez mil hectáreas, de las que la mayor parte de ellas se encuentra en la isla de Robinson Crusoe. Si ha decidido llegar por barco, la Bahía el Padre será su punto de acogida a la isla. Esta rodeada por acantilados de tierra de color amarillento con escasa o nula vegetación. Justo al llegar a la bahía se encuentra un islote, conocido por el nombre de “El León”, y a la izquierda se asoma una formación rocosa conocida como la Capilla. Una hermosa plaza acoge a El Arenal, creada a merced de los vientos dominantes y rodeada por acantilados y lobos marinos también en la isla Robinson Crusoe. Un lugar emblemático. El sector es de difícil acceso y no cuenta con ningún tipo de infraestructura por lo que conviene ir bien equipado. En esta zona se encuentra una gran colonia del lobo fino de dos pelos, que conviven en unas piscinas naturales de formaciones rocosas. Un camino lleno de contrastes es el que hay que recorrer hasta llegar a ellos. Tonalidades blanquecinas contrastan con caminos de lava. Vale pena conocer de cerca este paisaje natural y agreste.
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