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Memorias: Así fue y así lo voy a contar

Yo, El Azafato (XXVII)

Por Quino Moreno

jueves 09 de julio de 2015, 00:03h
La Casa Rosada, sede el gobierno argentino...
La Casa Rosada, sede el gobierno argentino...

Y continúa la “Operación Plus Ultra”… (IV)

Nuestras reuniones a nivel institucionales la verdad, no podían ir peor. En un viaje que hizo a Argentina el Secretario General de Relaciones con Sudamérica, el señor Yáñez, nos dio la idea de que esta visita iba a ser algo así como el espaldarazo definitivo para nuestro proyecto. De hecho, recibimos en la Delegación de Iberia una invitación para el cóctel de bienvenida al Secretario General que le ofrecería la embajada y eso, ya nos extrañó por la poca ayuda que desde el primer momento nos había otorgado el embajador.

En esas estábamos cuando se nos vino encima algo que consideramos en aquellos días, nuestro primer fracaso moral en todo este asunto y fue a raíz de que coincidimos en el hotel con Trinidad Jiménez que por aquella época, desempeñaba el cargo de secretaria del señor Yáñez ya que esa Secretaría de Estado estaba considerada como cartera ministerial y de ahí que Trinidad Jiménez ya gozara en aquellos años, de mucho poder en cuestiones de relaciones con América Latina.

En una recepción con españoles en el hotel y en la cual nos extrañó que no estuviera el montañés más que nada por su potencial económico aunque más tarde, nos enteramos por nuestros contactos en el hotel pues el encuentro era donde nos hospedábamos (y ya éramos casi de la familia), que estuvo invitado pero que delegó la invitación por no encontrarse en el país.

Nuestro encuentro con la secretaria fue de lo más frío y además nos dejó un poco (mucho) sorprendidos cuando a la presentación del delegado de Iberia, no ya del Embajador que era lo que tocaba, no supimos en ese momento si estaba o no enterada de la Operación Plus Ultra (a estas alturas creo que si y más adelante explicaré el porqué) pero no mostró el más mínimo interés por el proyecto y para más INRI no sabía (o parecía no saberlo) que dos ciudadanos españoles estaban enarbolando la bandera de un vuelo histórico con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América evento que por su propia naturaleza recaía por entero en el ámbito de acción de esa Secretaría de Estado.

No dábamos crédito a lo que estábamos escuchando incluido el Delegado de Iberia que se sentía responsable de nosotros y del proyecto. Les comento que esa noche vimos otra vez, la reposición de la serie El Fugitivo hasta las tantas de la madrugada con sendos whiskies porque no entendíamos nada. Al final el cansancio o el whisky (o ambas cosas) nos hizo llegar a la conclusión de que la presentación del vuelo sería en el cóctel de la embajada y hasta llegamos a creer que las descafeinadas palabras de Trinidad Jiménez, fueron de distracción y chanza para posteriormente dar el bombazo en ese evento y con esta creencia, nos fuimos a dormir metiéndonos una trola a nosotros mismos.

Llegó el cóctel de la Embajada, y nuestra presentación al señor Yáñez consiguió el mismo tono que con la Secretaria: mínimo interés y desconocimiento total. Después de los brindis y vivas al Rey y a España -pues para estas cosas los socialistas fuera de España, son muy protocolarios-, nos tuvimos que pillar al señor Yáñez casi de las solapas y contarle toda la historia en detalle. Nos extrañó que mientras conversábamos con Yáñez, no se acercara Trinidad Jiménez pero me daba que no estaba por la labor de intervenir; Es más me creo, al verla mirándonos de soslayo y cuchicheando con el Embajador que aunque era del partido de la oposición, esa noche PP y PSOE eran España por encima de todo.

Como digo siempre, Nicolás tenía veinte minutos gloriosos y en ese tiempo podía venderte el Espasa Calpe y convenció al Secretario General que le firmara un pliego de intenciones por parte de la Secretaría de Estado, para la realización del vuelo cosa que hizo pues ya habíamos tenido repercusión en prensa tanto en España como en Argentina y en ese momento, nos encontrábamos en el mismísimo escenario. Así que en dos días teníamos una carta del Embajador con el beneplácito de la Secretaría de Estado dando la bendición al proyecto para seguir negociando con las autoridades argentinas.

Lo que si nos pidió que esa noche, y como estaba fuera de agenda no se hablara del tema, ni de los proyectos relacionados con el viaje así que como no hay mal que por bien no venga, a la hora de los discursos nosotros nos salimos fuera, a los jardines de la Embajada que por cierto, era un edificio impresionante y bello en su construcción aunque en algunos detalles, demasiado barroco para mi gusto.

A la hora del ágape Nicolás se me despistó y yo temía que dado que en la primera visita que hicimos la embajadora fue muy dada a los requiebros de éste, que los efluvios del champán hicieran efectos y hubiera algún acercamiento o algún devaneo no deseado e inoportuno que pudiera enturbiar la firma de lo que hacía un momento, habíamos conseguido. No veía a ninguno de los dos por ninguna parte así que la angustia empezó a inquietarme y me decidí por hacer una pequeña ronda, una especie de mínimo registro por las dependencias y felizmente, no encontré nada pero os puedo decir que cuando un rato después volví a ver a Nicolás y un rato más tarde a la embajadora, suspiré aliviado y me di de lleno al canapeo y al bebercio. (No voy a contar nada porque como decía mi madre, esas son cosas de hombres)

Una vez con ese pliego de intenciones en la mano, lo primero que hicimos fue enseñárselo a Pepe el ingeniero y éste a su vez, al presidente de la Asociación Nudista de Sevilla, el cual cuando lo leyó, lo primero que dijo fue:

-"Y a mi, ¿porqué no me invitaron a la Embajada?

No es por nada pero dicen que los sevillanos son mu desaboríos, pero éste tío era algo fuera de lo normal. Esta carta le tranquilizó y le limó un poco la postura de no querer mojarse pero otra vez el hombre volvió a las andadas y rápidamente, organizó una reunión ad hoc con su gente.

La verdad que la visita de los políticos nos dejó un poco hechos puré. Creíamos que venían a un país -puesto que habían ganado los socialistas- por primera vez en muchísimos, y que aparte de rendir una visita de cortesía, traerían debajo del brazo algo de nuestra presencia española y como no, vendrían a apoyar un proyecto de primer orden y que se suponía, contaba con el beneplácito de varias instituciones y por ello nos resultaba increíble que no lo hubieran traído incluido en su agenda de trabajo. Por otro lado, tampoco entendíamos esas espaldas vueltas en cuanto se acercaban al embajador. Estábamos convencidos que de todas, hablaban de nosotros y de nuestra estancia en Buenos Aires.

No quisimos caer en pensamientos negativos ya que el tiempo fuera de casa estaba haciendo mella entre nosotros. Recuerdo que había noches que nos acordábamos de nuestra publicación CERO82 y nos entraba una tremenda nostalgia de no estar con los amigos y sobre todo, a mi se me hacía un mundo no ver a mi hijo que había nacido escasos meses antes y sobre todo, después de los avatares que habíamos pasado con el embarazo y ahora, que todo estaba en buena armonía, tenía que estar a tantos kilómetros de distancia.

Sorprendentemente, recibimos una llamada del montañés que recién venía llegando de un viaje y esa misma noche quedamos en el Fechorías. De paso llamamos al Delegado de Iberia para que estuviera con nosotros y les contáramos de primera mano, todo lo que había pasado y enseñarle el pliego de intenciones de Yáñez. Nada más verlo dijo: -“Tenemos que entrar en acción de inmediato así que mañana vamos a comer en casa, con un amigo mío que es muy amigo del nuevo gobierno y es de uno de los lobbies más importantes de este país”. Está feo que lo diga, pero a partir de aquella ocasión esa palabra, lobby y broker iban ser palabras que aunque yo no conocía, iban a ser muy familiares para mi y entonces, nos relajamos y nos dedicamos a escuchar a un gallego que la verdad, no sabía de que región de Galicia era porque, como en Argentina a todos los españoles nos llaman gallegos, nunca me dio por preguntarle de que región era. Lo que si es verdad que contaba unos chistes buenísimos con el acento de todas las provincias de España y la gente se partía de risa con él…

La embajada de Españra en Buenos Aires, Argentina...
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La embajada de Españra en Buenos Aires, Argentina...
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